Es obvio para cualquier internauta que El lobo de Wall Street (2013), con cinco nominaciones a los premios de la Academia de Hollywood, se ha convertido en una de las películas más icónicas de Martin Scorsese (Infiltrados): basta con dar un paseo a menudo por las redes sociales para ver citas y memes de su compatriota Jordan Belfort, un broker criminal real al que interpreta Leonardo DiCaprio (Titanic) y cuyo frenético desbarajuste retrata aquí el cineasta neoyorkino. Y una de las curiosidades del filme que Scorsese utilizó la toma de un iPhone para una de sus escenas**.
Hasta ahora había pasado desapercibido lo que este había contado sobre el asunto durante un coloquio con su colega Paul Thomas Anderson (Magnolia) y el asistente del director Adam Somner (Hannibal) en el Teatro ICM de Los Ángeles, poco después de haberse estrenado El lobo de Wall Street, en enero de 2014. Scorsese dijo que el supervisor de efectos visuales Robert Legato (Lo que la verdad esconde) le mostró un clip de vídeo como ejemplo de lo que necesitaban para la escena, y su jefe le replicó al instante: “¡Genial! Usémoslo”. Lo había grabado con un iPhone en un vuelo comercial.
Esta decisión no es ninguna tontería si uno considera que hay realizadores sirviéndose de estos teléfonos móviles para películas completas, como Sean Baker (The Florida Project) en Tangerine (2015) o Steven Soderbergh (The Knick) en Perturbada (2018) y High Flying Bird (2019). O que incluso hay un evento de cine anual en Zurich que premia a los responsables de obras filmadas exclusivamente con estos aparatos, el Mobile Motion Film Festival. Y es que supone una buena opción para aquellos cineastas que no cuentan con muchos recursos para para llevar a cabo sus proyectos. No como Martin Scorsese.