Andrea ya era una persona adulta cuando se dio cuenta de que sabía muy poco de sus deseos y necesidades sexuales. Había estado durante muchos años sin disfrutar plenamente del sexo, hasta que empezó a explorarse y a conocerse. Como ella, a muchas de sus amigas les pasaba lo mismo y ni siquiera sabían si habían tenido un orgasmo. Y lo peor de todo es que a la mayoría les daba vergüenza hablar de ello. “Yo venía de un fondo de capital riesgo y había visto lo bien que funcionaban aplicaciones de meditación o de fitness. Me extrañó mucho no haber encontrado una propuesta digital que me ayude a conocer mi cuerpo y cómo comunicar mis deseos a la pareja. Y me tiré a la piscina y lo hice yo”.

Más de un año y medio después, Andrea Oliver es la CEO de Emjoy, una app de asesoría sexual para mujeres que cerró la ronda semilla de un millón de euros liderada por Nauta Capital. La empresa con sede en Barcelona es una de las muchas que se dedican al bienestar sexual en España. Un sector que, en los últimos años ha dado un gran salto, sobre todo tras la llegada del Satisfyer. La revolución del succionador de clítoris ha ayudado a romper tabúes sobre la masturbación femenina y, sobre todo, a poner en el foco un juguete sexual que se ha convertido en el regalo más codiciado para este San Valentín.

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A pesar de que no existen datos recientes sobre el aumento específico del número de empresas, sí se pueden contabilizar las ventas. Según un estudio elaborado por la empresa Lelo, centrada en la fabricación de juguetes eróticos, la venta de este tipo de productos en España aumentó en un 40% el año pasado.

En este contexto, la tienda de juguetes sexuales Amantis a Hipertextual que, el año pasado, las ventas de succionadores no llegaron a las 500 unidades mientras que, en estas últimas Navidades se vendieron cerca de 8.000 juguetes de este tipo. "El sector va bien y lo demuestra que, por ejemplo, Amantis ha abiertos dos tiendas nuevas este año y esta primavera abriremos la segunda en Barcelona", explicó una portavoz de la empresa.

Por su parte, la sueca Lelo, una de las grandes empresas del sector, ha notado cómo las ventas han aumentado a medida que los tabúes se han ido eliminando en la sociedad. "Siempre han existido los usuarios de este tipo de productos, pero muy poca gente confesaba abiertamente utilizarlos. Afortunadamente, en los últimos años -y especialmente en 2019- se ha producido una gran apertura en torno a este tema", dijo a Hipertextual Alberto Gooding, responsable de comunicación de Lelo en España.

Por lo tanto, añadió, este problema, que era uno de los grandes del sector, ya no existe y, además, se ha dado un salto de los sex shops de toda la vida a las tiendas eróticas que están, continuó Gooding, situadas en calles comerciales, céntricas y con escaparates que exhiben los productos.

Uno de los aspectos principales para el crecimiento de este tipo de empresas es que se han naturalizado los debates sobre la sexualidad. Los expertos en este ámbito argumentan que era ilógico que no se hablara de una parcela tan importante de nuestra salud como es el sexo. A pesar de que los tabúes se están rompiendo en el ámbito femenino, masculino y dentro de la comunidad LGBTTTI, uno de los cambios más significativos ha ido acompañado de un mayor conocimiento por los órganos sexuales femeninos.

“La investigación en salud sexual femenina ha sido ignorada hasta hace pocas décadas. Por ejemplo, la totalidad de la anatomía del clítoris no se estudió en profundidad hasta hace apenas dos décadas, a finales de los años 90. Lo que se vendía y popularizaba era todo lo relacionado con los hombres, y ciertas actitudes, como la masturbación, se atribuía únicamente a ellos”, explicó a Hipertextual Silvia Cintrano, sexóloga de Instituto Centta.

En este contexto, no es tan raro que se hayan popularizado los juguetes sexuales, sobre todo aquellos dedicados a las mujeres. El estudio "Masturbation confessions" arrojó que el 88% de mujeres se masturba, de las cuales el 40% lo hace utilizando algún juguete. Hasta la llegada del Satisfyer, uno de los más recurrentes eran los dildos, como los de BS Atelier. Beatriz Higón, Manager Director de la empresa española, es otro de los ejemplos de emprendimiento en el sector sexual. En su caso, de emprendimiento responsable y ecológico.

'Cuando quieras practicamos'

La diferencia entre los dildos de BS Atelier y los de otras empresas es que los de esta primera están fabricados a mano y con productos de cercanía. Por ejemplo, cuentan con una línea de piel que está fabricada con material de Alicante, en lugar de centrar la producción en China como hacen muchas compañías del sector. “Creemos que la mejor apuesta es volver al origen de los dildos que desde siempre se ha fabricado a mano. Para nosotras la parte ecológica y sostenible era importante porque iba con nuestra filosofía de empezar con nuestros recursos, con lo que tenemos”, añadió Higón en entrevista.

Desde BS Atelier también han notado cambios en la sociedad, aunque también han tenido que hacer esfuerzos para que se hable de ellos sin prejuicios. Por ejemplo, para evitar que en los medios se llamaran consoladores a los dildos, porque el término viene del verbo “consolar”, que se entiende como “aliviar la pena o aflicción de alguien”. Mientras que en la masturbación del hombre no se hace referencia a este significado, en el caso de las mujeres se entiende a un juguete sexual que da consuelo a una mujer ante la soledad o ante la ausencia de un amante.

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Las fundadores de BS Atelier han conseguido poder vivir de su empresa, aunque España no es su mercado principal. Tampoco lo es el de Emjoy, la empresa de Andrea Oliver. Desde que lanzaron la app en 2018, cuentan con 30.000 usuarias. El contenido está disponible en todo el mundo, aunque está solo disponible en inglés porque el modelo de suscripción de la empresa está mucho más extendido en países como Reino Unido. A pesar de que han recibido ayudas económicas públicas y han tenido una buena acogida por parte de diferentes fondos de inversión, también han tenido malas experiencias que muestran que todavía queda mucho por hacer para que se normalice el debate sobre el bienestar sexual.

Antes de lanzar la empresa, Andrea fue a Madrid para presentar su proyecto y optar a una financiación. Cuando llegó al sitio donde tenía que hacer la presentación, entró en una sala para prepararse. Allí, uno de los inversores estaba comiendo. “Me preguntó a qué me dedicaba y qué proyecto iba a presentar. Se lo conté y cuando salió, me dijo: ‘Encantado de hablar de sexo contigo, cuando quieras practicamos’.

Hablemos de publicidad

Los comentarios de mal gusto y las bromas sobre la masturbación no son, por desgracia, casos aislados pero, según las empresas de bienestar sexual consultadas por Hipertextual, el mayor reto es la publicidad. Por ejemplo, hace 5 años no se hubiera podido lanzar Emjoy porque ni la App Store ni Google Play la hubieran aceptado en sus tiendas. Ahora sí, pero con ciertas restricciones como la herramienta featuring en la App Store, en la que Apple escoge la aplicación que más le guste y la incluye en la front page de forma gratuita. Emjoy está excluida de esta opción por la temática de la empresa.

Patricia López, por su parte, tiene que utilizar técnicas de publicidad de hace 10 años. La sevillana inventó MyHixel, un masturbador para combatir la eyaculación precoz. La empresa no puede hacer marketing online porque está catalogado como un producto para adultos. Esto significa que no pueden anunciarse en YouTube, ni en Google ni en redes sociales como Instagram. “Todas las empresas del sector estamos atadas de pies y manos. Es frustrante porque quiero poner un anuncio con la frase ‘mejora tu vida íntima’ y me lo echan para atrás cuando luego en Instagram hay personas completamente desnudas que solo ponen borroso el pezón y eso se admite”, denunció López en entrevista con Hipertextual.

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Con el aparato Satisfyer no ha ocurrido lo mismo porque, en la mayoría de los casos, han sido las influencers e instagramers las que han publicitado el producto en sus redes sociales y, en ese caso, no se viola ninguna norma de las diferentes plataformas.

Esta normativa, vigente a nivel mundial, es especialmente frustrante para la creadora de MyHixel porque el producto cuenta con certificación médica. En el caso de la eyaculación precoz, el 80% de los hombres no acuden a la consulta de un profesional. Por eso, la empresa propone la utilización de una app para romper esa barrera y “traducir” la terapia que se da en una consulta a una solución móvil, que combina los consejos de expertos con el aparato que simula una vagina.

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“Se parece a una aplicación de entrenamiento personal donde hay una opción educativa, otra que te enseña la actividad que tienes que realizar, vídeos tutoriales, etc. Pero en este caso lo que controla el hombre es su capacidad de eyaculación”, añadió López.

Y esta solución tiene resultados. Un estudio de MyHixel presentado en el Congreso Europeo de Medicina Sexual de Praga confirmó que los usuarios llegaron a multiplicar por 7 la duración de las relaciones sexuales después de utilizar el producto. Pero los desafíos en el caso de esta compañía son varios.

Kim Carpenter/ Unsplash

“Es un doble reto porque por un lado está el reto de cualquier empresa que lanza una solución al mercado de carácter sexual y por el otro lado porque está destinada al hombre. En salud sexual masculina, los profesionales se enfrentan con el tabú porque los hombres llevan mucho peor el hecho de reconocer cualquier tipo de circunstancia, disfunción o problema, que las mujeres”.

Es cierto que estamos viviendo muchos cambios en la sociedad. En la ola del empoderamiento femenino son bienvenidas las conversaciones de masturbación y juguetes sexuales. Principalmente porque, al fin, muchas personas han llegado a entender que es un aspecto más dentro del bienestar y la salud. Esto ha provocado que para algunas empresas como Emjoy les sea más fácil poder vender su idea y que tenga una buena acogida. Pero, repetimos, no todo es de color de rosa y, si empezamos a contar las malas experiencias de las personas que han emprendido en este sector, no acabamos.

Andrea nos cuenta que hace se poco se mudaron a una oficina nueva en el centro de Barcelona. Tuvo que reunirse tres veces con la propietaria y explicarle varias veces cómo captaban los clientes y en qué se basaba el negocio. “Me preguntó varias veces si no subirá o bajará mucha gente, como si fuéramos a montar un burdel. Todavía hay gente que no entiende lo que hacemos”, explicó.

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