El Hombre Bicentenario, película protagonizada por Robin Williams en 1999, ya dibujaba un futuro en el que los robots con forma humana ocuparían un lugar en el día a día de los seres humanos. Yo, Robot, en 2004, basado en las tres leyes de la robótica de Asimov también apuntaba a una realidad futura mucho más perversa, pero igualmente probable.

De momento, con una robótica en pañales, una de las pocas aproximaciones que existen en el sector es la de las controvertidas muñecas sexuales o sex dolls. Aunque se trate de un mercado en auge, son pocos los que se aproximan al mismo.

Aterrizando en España con reparos morales

Sin fabricantes nacionales, también existía una ausencia completa de distribuidores. Sex Doll Spain, dirigida por Mohamed Ali, encontró el hueco de mercado. Comenzando por lo obvio, con un sex shop, pronto identificaron el crecimiento de las búsquedas en España y resto de Europa del concepto sex doll. Había poca competencia en aquel momento; un par de players en Alemania y Francia, pero poco o nada en España. Ahora, se juntan con Amor de Goma o Wodaabe, este último distribuidor oficial de la marca por excelencia de muñecas sexuales: WMDOLL.

Encontrado el nicho había que afrontar los dilemas morales planteados sobre las referencias que se le atribuyen al producto, y llegar a un acuerdo con los fabricantes. Para Mohamed había una línea roja que no se podía cruzar:

"Una gran parte del mercado las buscaba para alquilar cuerpos y sucedáneos infantiles para cubrir ciertas filias. Esa era una línea roja que establecimos cuando contactamos con los fabricantes. No distribuimos muñecas que midan menos de 140 centímetros porque sí que es verdad que por debajo de este tamaño tienen un perfil infantil y es algo que rechazamos".

A partir de 140 y hasta 180 centímetros, la criba también se hace con las mayores evitando cualquier aspecto aniñado adaptándose al mercado europeo.

Varones de entre 50 y 70 años, viudos o que viven solos, y que no tienen que justificarse ante nadie, una de las mayores barrera de compra, se posesionan como los compradores más habituales. De hecho, casi el 70% de los compradores son hombres, dejando el 30% a las mujeres; las cuales también compran muñecas femeninas (hay opción masculina). Como era de esperar en este sector, la turgencia en la figura femenina es el producto más demandado. Pechos y caderas grandes, en muñecas hiperrealistas de 170 centímetros de media.

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Sexuales o no, ahí está la cuestión

No hay que mentir en algo obvio: a día de hoy las sex dolls tienen un perfil puramente lascivo. Incluso para los consumidores de estos productos supone una barrera que aún hay que afrontar. En este sentido, y siendo un producto que cuesta más de 2.000 euros, el mercado aún se encuentra en fase preliminar. Convencer al comprador puede ser un reto más que importante.

La idea de Sex Dolls sería encontrar un hueco de mercado en las muñecas de compañía. La idea es que llegue a "gente que tiene ciertas fobias sociales, para que esta muñeca pueda ayudarles a empoderarse y quizá dar el salto a relaciones con humanos", explica Mohamed. Una situación similar a lo que ha venido ocurriendo con las aplicaciones para ligar; venidas a sustituir y ayudar, en opinión de un gran número de expertos, en ese primer enfrentamiento con las relaciones sociales o sexuales.

El amor en los tiempos de Tinder

No es la primera experiencia en la que muñecos (más o menos reales) han llegado a sustituir o complementar la de una persona en pro de mejorar la situación de un ser humano. De ahí al debate de las máquinas sustituyendo a los humanos en sus tareas laborales hay que trecho; para lo cual, tanto empresarios, economistas como expertos en la materia han debatido sobre la realidad futura que se aproxima.

En cualquier caso, alguno de esos ejemplos estarían centrados en la pura compañía. Nuka, la foca que complementa los cuidados para ancianos, ya se ha posicionado como un éxito en varios geriátricos a lo largo y ancho del mundo. O los bebés Reborn, con un gran parecido a niños recién nacidos hechos a imagen y semejanza de un humano real, han sido empleados para ayudar a parejas que no pueden tener hijos y que han perdido al suyo para superar el duelo.

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La delgada línea roja: la cosificación y maltrato

Las muñecas se compran y, a partir de ahí, cada uno elige lo que hacer con su adquisición. Uno de los dilemas morales más grandes se encuentra, precisamente en el papel de la mujer.

Para Sex Doll existe un código de conducta para con sus muñecas. El comprador acepta evitar cualquier actitud lesiva con la muñeca en un intento que, de querer hacerlo, pueda existir una opción a que se sientan cohibidos. Para Mohamed, el hecho de comprar una muñeca, "no es la solución para hacer lo que la sociedad no te permite". Igualmente, rechazan la cuestión del alquiler de las muñecas, que se acerca a la prostitución por la idea de propiedad.

Igualmente, la idea del alquiler de muñecas, se ha entendido de forma indirecta como una sustitución viable al problema de la prostitución, pero como una perpetuación y normalización de la violencia sexual. Laura Bates de Everydaysexism, argumenta en The New York Times que "la idea de que los robots sexuales podrían reducir la violación es profundamente defectuosa. Sugiere que la violencia masculina contra las mujeres es innata e inevitable, y sólo se puede mitigar, no prevenir"; se deja a un lado la idea del acto en sí mismo considerado como un delito. Añade, asímismo, la idea de introducir muñecas sexuales continuaría con la posición de la mujer como juguete: iguales que la mujer real fisicamente, pero sin autonomía.

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China, la paradoja del capitalismo

El origen de las muñecas sexuales está, como no podía ser de otra manera, en Japón como un concepto mucho más amplio que el sexual. Con el paso de los años, la práctica fue extendiéndose hasta llegar a occidente. No son pocas las leyendas urbanas que afirman que Adolf Hitler vigilaba de cerca a uno de sus comandantes de las SS por diseñar sex dolls de raza aria con el objetivo de evitar la lujuria con otras razas.

De forma profesional, Estados Unidos con RealDoll cuentan con una de las mayores factorías a nivel global. Desde 1968, momento en el que se legalizaba la venta de juguetes sexuales a través del correo, aparecieron como una de las opciones más demandadas. Japón sigue manteniendo su estatus en el mercado. Y, los que vieron el mercado abierto: China. En la actualidad, como ocurre con cualquier otro sector, China es el mayor exportador de muñecas del mundo. Más baratas y con buena calidad dinamitando las condiciones occidentales bajo sus propias reglas del capitalismo.

En todo ese entramado, China ya cuenta con un líder en el mercado. WMDOLL, su firma de cabecera, ya ha ocupado el mercado de las exportaciones. El 80% de sus ventas van a parar fuera del país, y el 50% de ellas a Estados Unidos. ¿Su peculiaridad? Además de su gran parecido con la realidad y la personalización de las mismas hasta los detalles más pequeños, la compañía china ha probado con la inclusión de una supuesta Inteligencia Artificial que dota a las muñecas de más características.

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Conectadas con Baidu, pero sin muchas ganas

Desde 2016, WMDOLL lleva trabajando en la inclusión de algo de inteligencia en las muñecas de silicona. La realidad es que sus capacidades se encuentran aún en pañales.

En inglés y en chino, algunos modelos de muñeca son capaces de responder preguntas simples, pero no llegan a mantener conversaciones largas o complejas. Sería, a grandes rasgos, una suerte de Siri en sus primeros tiempos. Una de las claves de su desarrollo se fundamenta en la conexión con el gigante tecnológico Baidu. Dedicados al desarrollo de coches autónomos, redes sociales y cualquier otro elemento que aplique tecnología, el gigante chino también ha entrado en el mercado de los juguetes sexuales.

Sin embargo, las opciones inteligentes son mínimas por una cuestión muy simple: rechazo y miedo. Para Mohamed Ali, de Sex Dolls Spain, "la verdad es que no existe voluntad en el sector por comprar un producto inteligente porque el hecho de que tengan conciencia humana genera rechazo, es algo más de los profesionales que quieren posicionarse. En cualquier caso, la sociedad no está preparada para ello".