La semana pasada saltaba la noticia: el Ébola podría ser un nuevo aliado y ayudar a eliminar tumores cerebrales, tal y como recogía Europa Press. Este estudio, liderado por Anthony Van Den Pol, profesor de Neurocirugía y Psiquiatría en la Universidad de Yale, y publicado en la revista Journal of Virology, muestra que elementos del virus del Ébola puede ayudar contra unos tumores cerebrales muy concretos (e implacables): los glioblastomas.

No se usa todo el virus del Ébola sino tan solo un gen, el de la "glucoproteína", según explica a Hipertextual a través del correo electrónico. "Curiosamente, la glucoproteína del Ébola es segura en el cerebro que el virus de glucoproteína de la estomatitis vesicular original", añade. La entomatitis vesicular, según explica el Ministerio de Agricultura de España, es una enfermedad que afecta a equinos, bovinos y suidos. Y es un virus que este neurocirujano ha utilizado para otros tipos de cáncer.

Las glucoproteínas (también llamadas glicoproteínas) tienen una función específica que, para estos casos, resulta muy interesante: el reconocimiento celular cuando aparecen en las membranas plasmáticas. Es decir, al tener este tipo de moléculas en la zona exterior de la célula, es más fácil que las células del sistema inmunitario reconozcan a quien hay que atacar.

"La glicoproteína de la estomatitis vesicular es neurotrópica y tiende a infectar neuronas que pueden generar efectos adversos en el cerebro. La glicoproteína del Ébola no muestra la misma afinidad fuerte por las neuronas, pero se une a las células tumorales cerebrales y, al infectar estas células, conduce a una muerte celular inducida por virus", explica Van Den Pol. Este proceso es totalmente seguro ya que no se utiliza el virus entero sino que tan solo un gen, por lo que el paciente no se contagia de esta enfermedad en ningún momento.

Además, el propio mecanismo de creación del cáncer puede ayudar a que las células del tumor ni siquiera se puedan defender contra el virus del Ébola: muchas células tumorales, "pero no todas", matiza el neuroxirujano, "acumulan una gran cantidad de mutaciones genéticas. Algunas de estas mutaciones pueden conducir a una pérdida de la inmunidad innata normal. Esto deja a las células cancerosas más vulnerables a la infección por virus que las células normales".

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Otros virus para terminar con el cáncer

"La ironía es que uno de los virus más mortales del mundo puede ser útil para tratar uno de los cánceres cerebrales más mortales", comentó Van Den Pol en un comunicado de prensa, tal y como recoge Europa Press. Sin embargo, no es la primera vez que escuchamos hablar sobre la posibilidad de una alianza con los virus en la búsqueda de una cura contra el cáncer. De hecho, este neurocirujano ha realizado otros estudios con otros virus que pueden ser de ayuda.

"Hay otros virus que han demostrado ser prometedores para atacar tanto los tumores cerebrales como otros tipos de cáncer", comenta vía electrónica. También trabajan con uno compuesto "por el gen del virus Lassa y del virus de la estomatitis vesicular". "Otros laboratorios están probando otros tipos de virus, incluidos los virus del herpes y la viruela", añade. Y los resultados, por ahora, son bastante prometedores.

La Fiebre de Lassa, provocada por un virus perteneciente a la familia Arenaviridae y que se transmite "por contacto con alimentos o utensilios domésticos contaminados con orina o heces de roedores", pero que también puede pasar de persona a persona, sobre todo "en hospitales que carecen de medidas adecuadas de prevención y control de infecciones", indican desde la web de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El virus de Lassa comienza a manifestarse con síntomas como fiebre o debilidad general, después avanza y se añaden síntomas como dolor de cabeza, dolor muscular, posible hinchazón facial o sordera. Aunque su tasa de mortalidad es del 1%, puede llegar hasta el 15% si los pacientes están hospitalizados.

Una combinación de este virus con el de la estomatitis vesicular, que tampoco infectaría a las pacientes, puede ayudar contra el cáncer de ovarios, sobre todo contra los resistentes a la quimioterapia, tal y como afirma este neurocirujano en una noticia publicada por la Universidad de Yale a raíz de sus investigaciones.

"El cuerpo no reconoce el cáncer de ovario como un invasor extraño que normalmente desencadenaría el ataque del sistema inmunitario, por lo que el cáncer puede seguir creciendo sin impedimentos", comentó Van Den Pol en la noticia. “Pero la razón por la cual estos virus pueden infectar las células cancerosas, y particularmente las células cancerosas de ovario, es que el 80% de los tumores humanos tienen una respuesta inmune innata deficiente. La célula cancerosa no puede defenderse contra un virus". Es decir, el mecanismo es muy similar al que se está usando actualmente para investigar con el virus del Ébola: los pacientes no se infectan, pero desencadena una respuesta de nuestras defensas, como también se busca hacer con la inmunoterapia.

Conocer el cerebro mejor

Anatomía, cuerpo humano
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Los virus no solo pueden ayudar a los pacientes de cáncer con su enfermedad, sino que también, como explica Van Den Pol a Hipertextual, pueden usarse como herramientas para estudiar el cerebro en el laboratorio.

Este neurocirujano pone como ejemplo el virus de la rabia y el que provoca la Enfermedad de Aujeszky, un patógeno muy infeccioso que afecta a los cerdos, tal y como señala el Ministerio de Agricultura español. Estos dos virus "en ratones de laboratorio pueden ayudarnos a comprender los circuitos cerebrales", afirma. "Estos virus son transportados hacia abajo o hacia arriba de los axones, y con la ayuda de genes informadores, permite el etiquetado de vías específicas en el cerebro. Esto puede ayudar a los científicos a identificar nuevas vías dentro del cerebro".

Otra forma es gracias a los virus adenoasociados, "que pueden modificarse genéticamente para transportar un gen al cerebro o a otros tejidos", explica Van den Pol a Hipertextual. "El gen se expresa y, en algunos casos, puede beneficiar al receptor. Y la expresión génica puede continuar durante mucho tiempo, incluso años", concluye el investigador.