Cuando uno se dedica al periodismo cinematográfico y, entre otras cosas, escribe análisis de los filmes de estreno que ve en los pases de prensa organizados por las distribuidoras, debe procurar acudir con los deberes hechos. O sea, si no se trata de la primera obra de su realizador o sí de un remake o del siguiente capítulo de alguna saga, es conveniente haberse tragado ya las películas anteriores: para reconocer los rasgos de estilo y los intereses del cineasta en cuestión, teniéndolos, y lo que supone en su filmografía, o poder comparar la nueva aproximación al relato con las precedentes o, en fin, no andar perdido con la historia que nos cuenta dicha saga. Y, en ocasiones, uno se descubre prefiriendo recomendar una película de un director, que estrena otra, porque la supera con creces. Justo lo que ocurre con William Eubank, quien ahora lanza Underwater.

A este joven estadounidense se le había encomendado la fotografía de diversos cortos y largometrajes de segunda antes y después de su debut en la dirección con la excéntrica Love (2011), la cual no hay que confundir con el más conocido filme homónimo que rodó el austríaco Michael Haneke (Caché) en 2012, al que le otorgaron la Palma de Oro en Cannes o el Oscar a la mejor película extranjera, ni el del francés Gaspar Noé (Enter the Void) de 2015 ni el buen montón de otros con el mismo título. Lo de Eubank es un drama independiente de ciencia ficción sobre la pesadilla que vive el capitán Lee Miller, un astronauta al que abandonan en el espacio y al que interpreta con sencillez Gunner Wright (J. Edgar); una propuesta rarita a la que, cotejándola con Underwater, de lo mínimo que se la podría calificar es de bastante más ambiciosa.

love william eubank
'Love' (2011) | Angels and Airwaves

Esta ambición se percibe en lo estilizada que demuestra ser Love, con esos encuadres curiosos y variadísimos, movimientos serenos que se afianzan en el asombro de las imágenes y buscan la hipnosis, placenteras tomas en cámara lenta o un montaje primoroso y dinámico. Y también en lo que respecta al guion escrito por el propio Eubank, que si bien resulta minimalista y anecdótico, con una trama pequeña y sin demasiados giros —y de ahí, los ochenta y cuatro minutos del filme sin quitar los créditos—, el disfrute que nos proporciona se encuentra en lo misterioso de la vinculación entre las circunstancias de los personajes y los insólitos acontecimientos, y el puro surrealismo de las ensoñaciones, la locura y los ingredientes de sci-fi que traen a la memoria el hito inolvidable de 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968).

Luego, Eubank nos entregó La señal (2014), un nuevo aporte a la ficción científica, heterogéneo y mucho más agitado y desasosegante, pero con menor audacia, finura y puntería en el libreto, que redactó con su hermano Carlyle y David Frigerio (Crypto), y protagonizado por actores de caché superior como Brenton Thwaites (Son of a Gun), Laurence Fishburne (Matrix) y Olivia Cooke (Ready Player One). Y el cineasta ha vuelto a trabajar con Gunner Wright en la correcta Underwater (2020), otro ejercicio del género en el que parece más interesado, que va de cabeza al asunto sin contemplaciones como profundizar un poquito en los personajes, su singular entorno o la causa de sus desventuras marinas, ya sin meter mano al guion de Brian Duffield (La serie Divergente: Insurgente) y Adam Cozad (Jack Ryan: Operación Sombra).

love william eubank
'Underwater' (2020) | Fox

La señal era tan independiente de las grandes productoras de Hollywood como Love, aunque con un mayor presupuesto que se tradujo en pérdidas tras su paso lastimoso por taquilla, a la inversa que la segunda, la cual había triplicado lo invertido. Pero, con Underwater, el cineasta juega por primera vez en las conservadoras grandes ligas, y quizá por ello ha dejado en la cuneta casi todos sus modales personales y la osadía narrativa de su debut, al servicio de unas peripecias angustiosas con Kristen Stewart (Café Society) y Vincent Cassel (Promesas del Este) al frente del reparto, relatadas de forma circular y para las que se limita a cumplir como un campeón. Esperemos, no obstante, que sólo haya comportado así para ser admitido, a la espera de una mayor autonomía y los mismos recursos para volver a campar por sus respetos de autor cinematográfico.