La Cumbre del Clima en la capital española producirá cerca de 65.000 toneladas de CO2. ¿Es posible compensar estas emisiones? 65.000 toneladas de CO2. Casi lo mismo que 144 viajes de Madrid a México. Esta cifra es el promedio que ha calculado el Gobierno de España para medir el impacto climático de la cumbre COP25 en Madrid. A partir de este domingo, cerca de 20 mil personas llegarán a la capital española para acudir a esta cita en la que los líderes mundiales pretenden afianzar sus compromisos para luchar contra el cambio climático. Pero lo harán, y lo han hecho hasta ahora, dejando una importante huella de carbono.
Claves para entender qué se espera de la cumbre del clima en Madrid
En la cumbre celebrada el año pasado en Katowice, Polonia, las emisiones ascendieron a las 59.000 toneladas, la mayoría de ellas provocadas por los viajes en avión de los visitantes a la cumbre. Sin embargo, a esto hay que sumarle en transporte local, el alojamiento, las comidas… Todo un abanico de factores que provocan que todas las cumbres vengan acompañadas de un alto nivel de CO2, hasta las que están enfocadas en tomar medidas para reducirlo.
Sin embargo, los gobiernos locales argumentan que la diferencia radica en los proyectos que se llevan a cabo después de la celebración de la cumbre. En específico, se refieren al programa de compensación de emisiones, en inglés Clean Development Mechanism (CDM), basado en un esquema de compensación global que se estableció bajo el Protocolo de Kyoto. “La idea era que los países ricos paguen a los países pobres para compensar sus emisiones mediante la compra de créditos de proyectos climáticos. Pero el sistema está plagado de problemas”, explicó para Hipertextual Kaisa Amaral, portavoz de la ONG internacional Carbon Market Watch.
Por su parte, David Abbas, portavoz en las Naciones Unidas de los proyectos CDM, por sus siglas en inglés, señaló por correo electrónico que esta iniciativa, creada bajo el Protocolo de Kyoto, “ha evolucionado y mejorado continuamente”.
Como ejemplo, citó el caso de la COP23, que se celebró en la ciudad alemana de Bonn en 2017. En un informe, la ONU anunció que las emisiones durante la cumbre llegaron a las 82.000 toneladas, la mayoría provocadas por los viajes en avión para llegar a la ciudad.
Sin embargo, la organización destacó que todas han sido compensadas gracias a estos proyectos. Cada certificado que compra un país se traduce en una tonelada de CO2.
País | Programa de compensación | Certificado/tonelada de CO2 |
---|---|---|
Zambia | Programa para mejorar rendimiento de las estufas | 30.000 |
China | Programa fomento biogás | 30.000 |
Ruanda | Programa para mejorar rendimiento de las estufas | 7.495 |
Nepal | Programa fomento biogás | 14.505 |
Total certificados | 82.000 |
Aunque las emisiones están compensadas, según los datos de la ONU, los críticos a esta medida ponen en duda su eficacia. Amaral continuó en sus declaraciones para Hipertextual señalando que muchos de estos proyectos han acarreado violaciones de los derechos humanos porque han tenido lugar desalojos forzosos en los que a la población se les niega el acceso a sus tierras, para el cultivo de alimentos o pastoreo, con el fin de poder llevar a cabo plantaciones forestales industriales. “Y a los lugareños nunca se les preguntó si querían estos proyectos ni tuvieron acceso a ningún mecanismo para quejarse”, concluyó.
Por otro lado, los proyectos de compensación recibieron un varapalo por parte de la Comisión Europea, que encargó una investigación en la que se zanjó que el 85% de los proyectos cubiertos en el análisis y el 73% de la oferta potencial de los proyectos de 2012 a 2020 es poco probable que vengan acompañados de reducciones reales de emisiones.
Además, otro estudio evidenció que el 82% de la oferta total de estas iniciativas proviene de proyectos que ya iban a realizarse antes del acuerdo. Esto supone que una parte muy significativa de los clientes de estos proyectos creen que están comprando reducciones de emisiones, pero en realidad le están dando dinero a un proyecto que ya se está llevando a cabo de todas formas, aclaró por correo electrónico Carbon Market Watch.
Sin margen para el negacionismo: COP25 y crisis climática ya están aquí
En esta misma línea se pronunció Tatiana Nuño, responsable de cambio climático en Greenpeace España, y añadió que en muchos casos no se ha hecho un análisis exhaustivo en el lugar donde se iniciaría un proyecto de compensación. “No es lo mismo plantar árboles que no tengan una aportación importante en cuanto al ecosistema y al lugar donde están implantados que plantar pinos o eucaliptos. Eso es una reforestación en la que no estamos poniendo un valor ecosistémico muchas veces”, dijo en entrevista telefónica con Hipertextual.
La ONG internacional y la experta climática de Greenpeace también coincidieron en que, más allá de mejorar los mecanismos de seguimiento de estas iniciativas, el factor clave es asegurar la compensación natural.
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“Hay que reducir las emisiones hasta cero y hay que conservar y restaurar los ecosistemas fundamentales en la lucha contra el cambio climático porque los compensadores naturales también nos los estamos cargando”, afirmó Nuño, quien estará presente en la Cumbre del Clima que iniciará este domingo.
Artículo 6, el reto de la Cumbre
A pesar de los estudios y de las opiniones de expertos, los proyectos CDM también están valorados positivamente. Para Fernando Carruesco, experto en marketing y estrategia, el enfoque es acertado porque no se puede obligar a una empresa a cambiar su modelo de forma repentina por el efecto que puede tener en la producción y en los empleos.
“Partiendo de esto, el enfoque tiene que ser multinacional y multilateral, y los proyectos de compensación van en esa línea”, explicó en entrevista telefónica.
Asimismo, señaló que estas iniciativas no van a terminar con el cambio climático y que hay que seguir fomentando políticas en este ámbito, pero este tipo de proyectos son mayoritariamente positivos porque identifica las necesidades de cada país o empresa y les da herramientas para disminuir la huella de carbono. “En un mundo ideal son las propias empresas las que tendrían que tomar medidas (contra el cambio climático) pero eso no va a pasar de repente y esta es una buena manera”, concluyó.
En la COP25, los pros y las contras de esta opción ambiental volverán a estar en el orden del día, especialmente para poder definir el Artículo 6. Este punto es uno de los más críticos del Acuerdo de París, que entrará en vigor en 2020 y justo después de que el Parlamento Europeo declarara la emergencia climática, y se centra en construir un sistema de comercio de emisiones que permitirá a los países comprar o vender créditos de carbono para reducir las emisiones. O sea, la misma filosofía de los CDM pero a gran escala y con una regulación sobre el precio global del carbono.
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Uno de los principales retos para la aprobación del Artículo 6 y con ello ayudar a que los países alcancen las metas de sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés) es marcar las bases y las condiciones para que se lleve a cabo la transferencia de emisiones. A pesar de que estas son igual de perjudiciales en todos los países del mundo, sin importar el continente, el costo de compensación no es el mismo en todos los sitios.
Por ello, los líderes han de aclarar cuestiones como los precios por cada emisión, definir qué proyectos son válidos o no y cómo piensan garantizar la reducción de CO2 en cada caso.
Además de los proyectos de compensación, el Artículo 6 abarca otros bloques como la educación, el acceso a la información y la sensibilización. Este punto es también otro de los grandes retos para los participantes de la COP, según Carruesco. “Explicar las cosas desde un punto de vista científico es mucho más fácil que hacerlo de manera simple y accesible para todos. Esa es la estrategia de sensibilización, cómo lo hacemos para que sea una preocupación para los ciudadanos”, señaló.
Una cumbre más consciente
Greta Thunberg ha viajado en catamarán durante varias semanas para llegar a la cumbre sin tener que viajar en avión. Varios jóvenes se han unido a la misma iniciativa y han decidido viajar en velero hasta Madrid, o al menos intentarlo. Sin embargo, estos casos son aislados y prácticamente todos los invitados al evento climático llegarán desde el cielo.
A pesar de que el movimiento “Flygskam”, traducido como “Vergüenza por volar”, está empezando a ser cada vez más conocido, es poco probable que se registre un cambio significativo en el consumo de miles de millones de personas que viajan diariamente en avión.
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Y esa es la razón por la que Maja Rosén empezó su proyecto “Flight Free 2020”. La activista sueca lleva décadas sin montar en un avión y vive con su marido y sus hijos en una isla. Desde allí, plantea a los ciudadanos del mundo que hay muchas manera de viajar por tierra y mar.
“Hemos recibido muchos comentarios positivos y diez países han comenzado las campañas Flight Free 2020. Aquí en Suecia, la norma realmente ha comenzado a cambiar y la gente ahora es mucho más consciente de las consecuencias de volar”, dijo la fundadora del movimiento para Hipertextual.
Añadió que no está de acuerdo en el término “Vergüenza por volar” acuñado por los medios de comunicación y que ella apuesta por compartir historias de personas que han tomado la decisión de dejar de volar. Esta es la manera, apuntó, para que otras se despierten y se den cuenta de que es necesario cambiar la forma en la que vivimos. “Que tanta gente en todo el mundo escuche a Greta no es solo porque es una oradora fantástica, sino que también muestra con sus acciones lo que hay que hacer”.
Por ello, para Rosén es muy importante el ejemplo que den los líderes mundiales. Específicamente, para que muchos eviten, si es posible, viajar en avión para llegar a la conferencia. En caso contrario, muchas personas podrían argumentar que no toman este tipo de medidas porque "si las personas involucradas en el problema climático siguen volando, entonces yo también puedo".
Pero también se pueden llevar a cabo iniciativas más allá de los vuelos comerciales. El Ayuntamiento de Madrid anunció que abonará 10.000 tarjetas de transporte público a los asistentes de la Cumbre para fomentar su uso. Además, los expertos apuntan que se pueden llevar a cabo otras medidas. “Como fomentar una alimentación sostenible, que se reduzca el consumo de carne, que se priorice el consumo de frutas y verduras ecológicas y que se evite el uso de plásticos. Es una ocasión para plantear el cambio de sistema que necesitamos”, señaló Tatiana Nuño, la experta climática de Greenpeace.
Por otro lado, destacó que cada vez es más importante valorar si todos los invitados tienen que ser presenciales o si es posible mantener reuniones y llegar a acuerdos a través de videoconferencias.
Organización ‘exprés’
Normalmente, la organización de una cumbre con una magnitud como COP25 dura cerca de un año y medio. En Madrid, se ha tenido que hacer el mismo trabajo en 2 meses. Después de que se iniciaran las marchas en Chile y de que el presidente Sebastián Piñera anunció inesperadamente que su país no sería la sede la cumbre, aunque mantenga la presidencia, Pedro Sánchez propuso que se celebrara en la capital española. Desde que se confirmó la nueva sede y hasta hace un par de semanas, los trabajadores de Ifema han estado preparándolo todo. La entidad organizadora afirmó, sin embargo, que están listos para organizarlo todo a contrarreloj.
“Es cuestión de hacerlo bien. No se trata de horas, sino de que cada uno haga lo que tiene que hacer en el momento indicado para que todo funcione como un reloj”, dijo Eduardo López-Puertas, director de Ifema, en entrevista telefónica con Hipertextual.
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La COP25 en Madrid podría tener, no obstante, un inicio difícil por la huelga de autobuses que durará todo el lunes. Por el momento, la Empresa Municipal de Transportes (EMT) no planea desconvocar el paro, pero Lopez-Puertas está convencido de que Madrid está lista para superar esta adversidad. Gracias a la red de metro, señaló, la cercanía de Ifema al aeropuerto y la flota de taxis y VTC en la capital, todos los que quieran llegar a la cumbre podrán hacerlo sin problema.
En este contexto, la Asociación Empresarial Hotelera de Madrid (AEHM) afirmó para el medio que también han estado trabajando a contrarreloj para poder alojar a las miles de personas que vendrán a la capital. “Estamos colaborando con el Ayuntamiento a través de Madrid Convention Bureau y con el ministerio de Transición Ecológica, que es el responsable de la coordinación de esta Cumbre para que sea todo un éxito”, explicó.
Tanto Ifema como AEHM destacaron que Madrid está lista para poder ser la sede de la nueva Cumbre del Clima. La pelota está ahora en el campo de los líderes mundiales.