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Goodbye, amigos. Fuente: Gage Skidmore (Flickr)

Estados Unidos se retira del Acuerdo de París, que suscribieron 195 países a finales de 2015 para luchar contra el cambio climático. Así lo anunciaba el jueves Donald Trump, que defendió el abandono alegando que no era "un buen pacto" para los intereses de los ciudadanos norteamericanos. Las reacciones, dentro y fuera de Estados Unidos, no se han hecho esperar. Líderes políticos o directivos de empresas, como Elon Musk, hasta hace unas horas consejero de Trump, han criticado la medida por "irresponsable y decepcionante".

La retirada de EEUU del Acuerdo de París es una mala noticia para la lucha contra este grave problema medioambiental. Pese a la consternación mundial, Donald Trump había dado numerosas pistas que hacían presagiar el abandono del Acuerdo de París. El presidente es un conocido escéptico del origen humano del calentamiento global, aunque la evidencia científica no deje lugar a dudas: el cambio climático es real. Desde su llegada a la Casa Blanca, el político republicano ha hecho lo posible por tumbar el 'legado verde' de Barack Obama, frenando los planes para reducir las emisiones contaminantes o reduciendo la inversión en la Agencia de Protección Ambiental. Sin embargo, cumplir el objetivo fijado por el Acuerdo de París es a día de hoy una utopía. Y no es solo culpa de Donald Trump.

EEUU, a la cabeza de los países contaminantes

La Conferencia de París sobre el Clima (COP21), celebrada a finales de 2015, tenía como objetivo alcanzar un gran pacto internacional contra el cambio climático. El compromiso del convenio es que el incremento gradual de las temperaturas se limite a 1,5ºC, lo que mitigará los perjudiciales efectos del calentamiento global y sus riesgos. A largo plazo, los 195 países firmantes establecieron que dicho aumento quedase muy por debajo de los 2ºC sobre los niveles preindustriales. Según la evidencia científica disponible, el calentamiento global está provocado por los gases de efecto invernadero, especialmente el dióxido de carbono y otros compuestos químicos como el metano o el dióxido de nitrógeno. Para frenar las consecuencias del cambio climático, por tanto, es fundamental reducir las emisiones contaminantes.

Los cinco países con más emisiones de dióxido de carbono son China, Estados Unidos, India, Rusia y Japón; mientras que la Unión Europea en su conjunto ocuparía el tercer lugar entre los países asiático y norteamericano. El Acuerdo de París establece que sean los propios Estados firmantes los que determinen los compromisos voluntarios que están dispuestos a asumir. Además, el convenio contempla que los países se reúnan cada cinco años para fijar objetivos más ambiciosos de forma gradual. Sin embargo, el anuncio de Donald Trump supone que la primera economía del mundo, y también la segunda región más contaminante, dé la espalda al compromiso de luchar contra el cambio climático. ¿Será capaz el presidente republicano de revertir la tendencia a favor del medioambiente de su antecesor y tumbar el 'legado verde' de Obama? ¿Podrán otros países compensar las hipotéticas subidas en las emisiones contaminantes de Estados Unidos? ¿Ocurrirá finalmente el efecto dominó? Son varias las preguntas que surgen tras el abandono norteamericano del Acuerdo de París, pero muchas más las incertidumbres e incógnitas que flotan en el aire. Especialmente cuando el cumplimiento del pacto contra el calentamiento global parece estar más lejos que nunca.

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"El Acuerdo de París se sustenta en que los países globalmente se comprometan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para lograr que el calentamiento global no sea mayor a los 2 grados centígrados", explica la Dra. Carolina Vera, profesora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CONICET-Universidad de Buenos Aires). La científica argentina señala a Hipertextual que "los compromisos de reducción que los países hasta el momento han enviado a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático si bien constituyen un progreso, con todos ellos no se lograría esa meta aún". La decisión de Donald Trump de retirar a Estados Unidos de la lucha contra el cambio climático agrava la situación. "Cualquier cancelación en alguno de esos compromisos comprometería aún más el lograr esa meta", opina Vera, que forma parte de la Mesa Directiva del Panel Intergubernamental contra el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas.

La comunidad internacional ha puesto el foco en el presidente de Estados Unidos, sin embargo, el gran desafío medioambiental del planeta no solo depende de Trump. A día de hoy, alcanzar los objetivos fijados en la COP21 es una utopía. "La cantidad de dióxido de carbono se puede reducir de dos maneras: parando las emisiones o retirándolo de la atmósfera gracias al secuestro que se hace en los sumideros naturales como plantas, océanos y suelos. Y quizás con nuevas tecnologías humanas, aunque de momento son inviables", sostiene el Dr. Josep Peñuelas, investigador del CSIC en el CREAF. El científico es autor de un trabajo, publicado en Nature Communications, donde se muestra que las emisiones antropogénicas de CO2 fueron casi el doble de lo que la Tierra pudo absorber en océanos, suelos y plantas entre 2002 y 2011. Los estudios planteados hasta el momento ofrecen diversos escenarios hipotéticos. El más preocupante, que contempla el mantenimiento de las dinámicas actuales de consumo y crecimiento, apunta que en 2100 la temperatura habrá aumentado hasta 3,3ºC respecto a los niveles preindustriales, muy lejos de las metas establecidas en el Acuerdo de París.

La decisión es nefasta, ¿pero puede ser un revulsivo?

"Es una decisión muy negativa. Es la segunda vez que se bloquea un acuerdo de esta naturaleza", señala a este medio el Dr. José Manuel Moreno Rodríguez, catedrático de Ecología de la Universidad de Castilla-La Mancha y miembro de la Mesa Directiva del Panel Intergubernamental contra el Cambio Climático entre 2008 y 2015. El experto se refiere al Protocolo de Kioto, que el republicano George W. Bush se negó a firmar por ser "contrario" a los intereses económicos de Estados Unidos. La situación ahora es ligeramente diferente, ya que el país norteamericano sí había suscrito el Acuerdo de París bajo la presidencia de Obama. "Habrá que ver el impacto del Gobierno federal", augura el profesor. Algunos estados, como California, han desarrollado legislación para depender totalmente de energías renovables a partir de 2050; y muchas ciudades, incluida Pittsburgh, mencionada por Trump, se han alzado como símbolo de la resistencia ante el anuncio del presidente.

La decisión de Donald Trump deja a EEUU en el mismo grupo que Siria y Nicaragua, que no apoyaron el convenio, aunque la salida del Acuerdo de París no se hará efectiva hasta 2020. El motivo es que el propio pacto estableció que los países firmantes no podían retirarse hasta tres años después de su entrada en vigor, lo que nos situaría en 2019, y una vez comunicada la decisión, no se hace efectiva hasta el año siguiente. En otras palabras, Estados Unidos no podrá abandonar el Acuerdo de París hasta 2020, coincidiendo con el final del mandato de Donald Trump como presidente. ¿Qué ocurrirá en los próximos tres años? El catedrático de Ecología afirma que "las decisiones en materia de energía no producen cambios de la noche a la mañana, pero sí marcan trayectorias. Por ejemplo, es posible que se revierta la tendencia de reducción de emisiones contaminantes por parte de Estados Unidos. En 3-4 años puede que el efecto no sea tan grande, a no ser que decida construir plantas de carbón, que podrían perdurar décadas", advierte.

No todos los especialistas comparten una valoración tan negativa acerca de la medida anunciada el jueves. El motivo es precisamente el boicot continuado al legado de Obama durante los últimos meses y la coherencia con mantenerse dentro del pacto contra el cambio climático. "Sinceramente para quedarse y mantener las políticas que hace, es mejor que se salga. Sino lo que se visualizaría es que el Acuerdo de París es un paripé, y no es así. Es lo mejor que tenemos contra el cambio climático, aunque sea laxo y no contemple mecanismos punitivos", explica a Hipertextual Andreu Escrivà, doctor en Biodiversidad y divulgador ambiental. Pese a la decisión de Trump, el investigador se muestra más optimista ahora que hace unos meses, cuando en declaraciones a este medio alertaba sobre el posible efecto dominó que podrían tener las medidas tomadas por Estados Unidos sobre el resto de países. "Sabíamos que Trump iba a eliminar regulaciones y a apostar por el carbón. La incógnita era ver qué hacían China, la India o la Unión Europea, especialmente si entendían que todo estaba perdido. Pero ha habido muchos países, incluidos los más contaminantes, que apuestan por quedarse en el Acuerdo de París y redoblar los esfuerzos", sostiene el autor del libro Encara no és tard, Premi Europeu de Divulgació Científica Estudi General 2016.

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China, por ejemplo, quiere "ponerse en los zapatos de Estados Unidos" y ocupar el papel de liderazgo que el Gobierno de Trump ha decidido abandonar. Tras el anuncio del presidente republicano, el país asiático y la Unión Europea emitieron un comunicado donde se conjuraban para "unirse" contra el calentamiento global. Sus buenas intenciones parecen, sin embargo, haberse quedado sobre el papel. Tal y como informa el diario El País, la UE y China han sido incapaces de alcanzar un acuerdo sobre el clima por culpa de una disputa económica de carácter comercial. Por otro lado, India está intensificando sus políticas medioambientales, con una apuesta muy decidida por la energía solar. "Hemos evitado el escenario del efecto dominó. No está todo perdido", asegura Escrivà. En declaraciones a Hipertextual, el investigador cree que "si Estados Unidos se hubiera quedado para boicotear el Acuerdo de París, habría sido un peligro por el descrédito que habría supuesto, como ocurrió con el Protocolo de Kioto".

Moreno Rodríguez coincide en que "no va a haber efecto dominó", al menos entre los principales actores en la lucha contra el cambio climático. El experto, sin embargo, está a la expectativa de ver qué sucede con otros países como Brasil, Indonesia o Canadá, que figuran también en la lista de regiones más contaminantes. "Hay otros que pueden sentir la tentación de no cumplir sus compromisos. Que la primera economía del mundo no apoye el Acuerdo de París genera incertidumbre", afirma. A su juicio, un pacto de esta naturaleza "debe tener a todos los agentes involucrados, hacerlo al margen del país más poderoso es un freno". Que Donald Trump haya dado la espalda a casi todo el planeta es "nefasto", en opinión de Escrivà, que reitera que "el escenario ideal era que se hubiera quedado y lo hubiese cumplido a rajatabla". La decisión del presidente de EEUU, sin embargo, "no deja de ser una consecuencia lógica" de sus políticas en materia medioambiental; por ello, la oposición internacional a su anuncio es, según el divulgador, una oportunidad. "Existe una cierta inercia que hay que aprovechar, igual que el cambio climático se retroalimenta, nosotros podemos intentar ir más rápido. Hay una oportunidad para que el resto del mundo se conjure para pasar de Trump y acelerar la lucha contra el cambio climático", concluye. Solo así sería posible evitar los efectos perjudiciales que ya están ocurriendo con el derretimiento de los polos, la pérdida de biodiversidad o los problemas de seguridad alimentaria, por citar algunos ejemplos. De momento, el planeta sigue a la espera.

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