Compartimos este mundo con millones y millones de otras especies. Si no existiese nada más que un par de seres, la vida sería del todo imposible. Pero aunque esto es obvio, mucho menos conocido es otro hecho fundamental: cuanto menos rico en biodiversidad es un ecosistema, más dificultades tienen los seres vivos que lo habitan. Y por primera vez en nuestra historia, un grupo de investigadores tiene en su mano una herramienta para entender por qué.
La fuerza de muchas especies
Llamamos biodiversidad al conjunto y variedad de especies que habitan un espacio determinado. Dicho espacio suele ser un ecosistema, formado por dichas especies y las relaciones que surgen entre ellas. Los ecosistemas no son estáticos. Todo lo contrario, como ocurre con cualquier otra manifestación natural, los ecosistemas cambian y evolucionan. Normalmente, todos los sistemas biológicos tienden a la estabilización. Es decir, los sistemas suelen terminar por normalizar las relaciones existentes entre las especies que lo habitan de manera que aunque haya pequeños cambios, el ecosistema asegura la supervivencia a la larga de estas especies. Pero esto sólo ocurre cuando el ecosistema puede absorber los cambios a los que se le somete. Estos cambios, muchas veces conocidos como impactos, pueden desestabilizar el sistema provocando la perdida masiva de sus especies. Entre ellas la humana.
¿Por qué? Por las relaciones de las que hablábamos. Entre las relaciones están la alimentación: cazar, depredar; o la relación: transportar semillas, polinizar, proteger una zona. Y esas son solo unas pocas. Cuando comienzan a desaparecer especies, las relaciones se rompen, poniendo en peligro el sistema. Si se fuerza demasiado, al final puede perderse por completo, convirtiéndose en un desierto yermo. Cuanta mayor es la biodiversidad en dichos ecosistemas, mayor es la estabilidad del sistema. ¿Por qué? Muy sencillo, porque una relación rota tiene más posibilidades de ser reparada al establecerse con otras especies similares. Por ejemplo, si desaparecen todos los conejos de una zona, pero existen varias especies de roedores, los depredadores tendrán más posibilidades de no sufrir el impacto. Además, cuanto mayor es la biodiversidad, mayor es el número de especies clave en el ecosistema. Estas especies juegan roles clave en el sistema. La pérdida de estas supone un impacto crítico que desencadena una especie de efecto dominó en el ecosistema.
Cuanto mayor es el número de estas especies, menor es el impacto en caso de un problema con las mismas ya que, aunque la comunidad pierda toda una cadena trófica (lo que coloquialmente y de manera incorrecta se llama cadena alimentaria), por ejemplo, puede sustituir sus nichos o roles con otras especies. Existen numerosos estudios que evidencian un dato muy importante: la pérdida de biodiversidad es un problema que afecta a todos los seres vivos, incluyendo a los seres humanos, que pierden calidad de vida. Esto se debe a que la gran mayoría de nuestras actividades se desarrollan en torno a una gran biodiversidad: la agricultura, apicultura, ganadería, ocio, obtención de materiales y otros recursos naturales, fármacos... Necesitamos numerosas especies para obtener madera, compuestos químicos, alimento y sustancias de todo tipo. Estas especies se necesitan las unas a las otras para sobrevivir. Perder biodiversidad supone perder trabajos, perder salud, perder alimentos, perder ocio y muchísimas cosas más. El problema es que esto lo sabemos desde hace relativamente poco, por lo que todavía estamos tratando de comprender cuáles son los mecanismos y cómo aprovecharlos.
Entendiendo la biodiversidad
¿Por qué es tan complejo entender el papel de la biodiversidad para la vida? Al fin y al cabo es algo de lo que formamos parte. Pero la vida extiende sus redes mucho más allá de lo que podemos ver o apreciar. Es muy difícil, por ejemplo, entender la relación de millones de artrópodos a la vez; o saber qué ocurre tanto en la superficie cómo debajo de los suelos de un ecosistema. Eso sin tener en cuenta que desconocemos muchísimos sobre las especies que observamos. Para poder comprender mejor estas relaciones, en Bad Lauchstädt, Alemania, han construido un pionero laboratorio donde imitar de manera controlada varios ecosistemas. El Ecotron de iDiv está formado por veinticuatro cámaras de condiciones controladas donde se puede observar las relaciones en todo momento, tanto en su superficie como por debajo del suelo.
De esta manera, los investigadores pueden estudiar las relaciones mantenidas entre los animales y plantas, retirar alguno de estos componentes y estudiar qué supone este impacto para el resto del ecosistema controlado. Esto nos permitirá saber mucho más sobre el papel que tienen los pequeños herbívoros, como los caracoles, o los predadores generalistas como las arañas o muchos escarabajos. También podremos entender mejor el papel de las bacterias y hongos gracias a los experimentos que el Ecotron permite realizar. ¿Y qué podremos conocer? Por ejemplo, sabemos que cuantas más especies, mejor para el ecosistema. Pero, ¿cómo actúa la desaparición de las especies clave? O ¿cómo afectan exactamente las especies desaparecidas en las redes tróficas complejas? ¿Cuánta pérdida de biodiversidad es capaz de aceptar un sistema antes de colapsar? Estas y otras cuestiones que todavía no comprendemos, podrían responderse al fin, gracias a este laboratorio especial.
La mano del hombre
Por desgracia, tenemos que admitir que ha sido la mano del hombre la que ha provocado más del 90% de la pérdida de biodiversidad de los últimos 100 años. Esto es un hecho muy grave y que evidencia la capacidad que tenemos de modificar los ecosistemas a nuestro antojo y, la mayoría de veces, sin que prestemos atención a lo que esto supone para la vida. Las maneras principales por las que hemos disminuido la naturaleza son la sobreexplotación y el cambio de ecosistemas. Cuando talamos y quemamos áreas completas para construir; o cuando pescamos con redes de arrastre sin tener en cuenta algunas medidas básicas de conservación; cuando plantamos hectáreas de monocultivos... cuando destruimos las redes tróficas y sus relaciones, entonces, estamos desencadenando la inevitable pérdida de biodiversidad. Algo que seguimos haciendo todos los días y que tiene consecuencias negativas para todos.