Manuel (nombre ficticio) recibió hace un par de semanas la llamada de Creditaxi, una de las compañías que operan con flotas en Madrid y que también es conocida como Ciudad del Taxi. Le ofrecían un trabajo como taxista en lo que ellos decían que "era una emisora particular suya". Había dejado su trabajo como taxista en otra de las emisoras de la capital, por lo que tampoco había nada que perder –su facturación también era una de las mejores–. Solo tenía que realizar un curso para aprender a manejar la supuesta nueva aplicación.

La realidad es que cuando se personó en el curso no existía tal aplicación, era una muy conocida por el sector del taxi en Madrid: Uber. Nuevas tarifas, nuevas formas de facturar y de trabajar bajo la norma de la compañía norteamericana. Algunos se quedaron, otros como Manuel –que había guerreado anteriormente contra Uber en las diferentes huelgas del sector– pidió que le diesen entrada solo en la aplicación de taxis. Era, ante todo, "un problema serio que se venía encima" para el sector.

Uber rompe los esquemas: ahora te podrá recoger un taxi a precio de VTC

Semanas después, el resto de los mortales conocían la noticia que ya se barruntaba por los mentideros de los taxistas. Uber, al igual que hiciese Cabify unas semanas antes, incluía la opción del taxi dentro de su aplicación. Con una diferencia: Uber ya no distinguiría entre servicios de VTC y taxi. A la hora de solicitar un servicio aparecería el vehículo que más cerca estuviese del usuario.

Las reacciones, como no podía ser de otra forma, no se hicieron esperar. Uno de los miembros más activos del sector del taxi, Nacho Castillo –también conocido como Peseto Loco por su actividad en Caracol– expone que es "una vergüenza que haya personas que identifiquen al taxi con Uber porque da la sensación de que somos unos vendidos". Es una idea que podría preocupar incluso a Uber: ¿entenderían los usuarios que el taxi, ese que muchos habían rechazo volver a coger nunca, se sumase a la vida de Uber? La realidad es que aunque no hay cifras de la primera semana de vida, desde Uber entienden que "en solo una semana hemos visto que la apuesta por integrar al taxi en nuestro servicio principal fue un gran acierto. Cada vez más taxistas se están dando cuenta de cómo, a través de la app de Uber, aumentan la ocupación de su taxi y, por lo tanto, sus ingresos".

En esta historia también se ha mirado con reprobación en cuanto a la actividad del propio Creditaxi, a los que el sector del taxi más conservador identifican como "aquellos que han ensuciado el sector". Desde Elite Taxi, incluso, animan a que "ningún taxista preste servicio de ninguna manera a través de Uber" y, por supuesto, mucho menos a través de Creditaxi. Gremial que, de hecho, se ha propuesto llegar a 300 taxis operando a través de Uber.

Presidida por Jesús Ramos Fernández, es quizá uno de los nombres más mencionados en el taxi junto con Funes o Parrondo –aquellos que otrora operasen para el taxi, y en este momento disponen de un gran número de licencias VTC–. Ramos Fernández, en cualquier caso, dispone de unas 600 licencias del taxi –muchas de ellas alquiladas a taxistas jubilados que quieren seguir rentando sus permisos– y algo más de 100 licencias VTC.

Precisamente ese juego a dos bandas ha sido el que el taxi ha rechazado desde hace tiempo, pero el que ha posicionado a Ramos cerca de la protección de Uber. El reciente acuerdo para Madrid, de hecho, no ha nacido de cero. Ramos ya venía siendo el proveedor de vehículos VTC de Uber en Barcelona antes de la reforma de la Generalitat; la misma que el Ayuntamiento de Barcelona liderado por Ada Colau llevaba al extremo imponiendo pre reservas de una hora. En febrero de 2019, Uber y Cabify decidían salir de la capital –estos últimos volvían sorteando la normativa–.

Cabify vuelve a Barcelona tras doblegarse a las exigencias de la Generalitat

En todo este contexto, no fueron pocas las gremiales del taxi que se posicionaron en contra de la misma actividad. Fedetaxi, quizá la más tibia de todas, asume que esto es una clara derrota de Uber en su intento de liberalizar el taxi en España y concretamente en Madrid. Caracol, en la misma línea de los negacionistas de Elite, tiene en mente algo que Uber comentó hace años: "Aún recuerdo cuando Uber dijo que llegaría para destruir al sector del taxi", explica José Manuel Rego de Caracol, "ahora lo que quieren pedir es una especie de disculpa al sector, pero no es suficiente".

Todo posible gracias a la reforma de la Comunidad de Madrid

Era una reforma pedida por ambas partes, cada una con sus propios intereses. Para el taxi era una forma de poder competir de una forma activa con el alargado poder financiero de las grandes compañías. Para Uber, Cabify e incluso FreeNow era una forma de entrar a un nuevo segmento de hasta entonces no estaba permitido.

De esta manera, y entre otras reformas, la Comunidad de Madrid añadía la posibilidad de que el taxi contase con precios cerrados en su actividad solo si estos estaban gestionados a través de una aplicación. Esto, aunque celebrado, abría el debate de quién podría acceder a esta opción: la realidad es que meses después, los beneficiados por esta medida han sido precisamente aquellos contra los que el taxi quería acabar. Primero FreeNow, después Cabify a su manera y ahora Uber.

En este sentido, la Comunidad de Madrid –lejos de tener una buena relación con el taxi– añadió un epígrafe que ponía límite precisamente a uno de los elementos más importantes de los trayectos cerrados: el precio.

"Las tarifas aprobadas serán, en todo caso, de obligada observancia para los titulares de las licencias, los conductores de los vehículos y los usuarios, debiendo habilitarse por los municipios medidas oportunas para el debido control de su aplicación".

Lo que quiere decir que si bien se pone techo de coste, limitado al máximo que podría costar una carrera con una tarifa normal, también se impondría un suelo. ¿El objetivo? Evitar tirar a la baja unos precios que, aunque bajo una nueva norma, seguían sometidos a las tarifas acordadas por el Ayuntamiento de Madrid.

De momento, la realidad es que todo queda en manos de las aplicaciones. Dicho suelo de coste, aunque mencionado por la normativa, no se ha definido y está a la espera de conocer los resultados. Desde Caracol entienden que existe voluntad por cambiar esta cifra y que, a medio plazo, sea beneficiosa para los ingresos del taxi, aunque les preocupan los tiempos de operación.

¿Cómo lo gestionan hasta ahora entonces? Cada compañía se ha buscado sus mañas en realidad. Para FreeNow esta situación de momento no aplica. La multinacional alemana sigue subvencionando la diferencia entre el precio cerrado y lo marcado por el taxímetro. Al final del día, el conductor sigue generando los mismos ingresos. A la larga, se acogerán a ese cambio en lo que los enemigos de estas grandes compañías entienden que es "la creación de una necesidad".

Por el lado de Uber, el taxi opera bajo las mismas reglas que las VTC imponiendo su precio mínimo de 3,5 euros en la capital (modificado en abril de este mismo año desde 5,5 euros). No siendo las mismas bonificaciones que FreeNow, fuentes cercanas a las negociaciones aseguran que de momento existe promociones a los nuevos conductores.

Una discrepancia que confronta con el precio mínimo del taxi en sus servicios por emisora: 5 euros, 8 para el área de prestación conjunta o fuera de la ciudad. ¿Qué hará Uber cuando se publique dicho suelo? La realidad es que habrán de cumplir la normativa, quedaría saber si las VTC se igualan a lo impuesto por el precio del taxi o si, por contra, cada una circularía por su camino en lo que a precios se refiere.

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