No ha sido el año de las tecnológicas, ni mucho menos. Las prometedoras salidas a bolsa de Uber y Lyft justo antes de verano pronto perdieron el brillo de su estreno. Las valoraciones, analizadas a posteriori, no se ajustaban a la realidad –altamente prometedoras en lo que a futuro se refiere, pero con unas cuentas poco saludables para el gusto de los inversores–.

Malos tiempos para las grandes valoraciones en startups: de Snapchat al complicado negocio de WeWork

La situación de las grandes empresas de movilidad funcionaron como una onda expansiva. ¿Y si no todo era tan perfecto en las siguientes empresas listas para salir a los mercados? WeWork era la siguiente. Preparada (al menos sobre el papel) para comenzar su presentación pública, los inversores pronto comenzaron a revisar la letra pequeña de la empresa de bienes raíces reconvertida a tecnológica. Las cuentas no salían, la valoración se entendía que estaba por encima de la realidad y la confianza en el CEO y fundador de la entidad se ponía en duda.

Cuatro meses después, la historia de WeWork –el gigante de los espacios de trabajo para emprendedores– ha cambiado de la noche al día.

¿Su última novedad? Tras despedir a 2400 empleados a nivel global en un intento de equilibrar las cuentas de pérdidas y ganancias. Uno de los efectos colaterales de la salida –obligada- del fundador de la compañía, Adam Newman. Ahora se suma a esta lista otro de los requisitos exigidos por el mayor propietario de la entidad: Softbank.

Inversor desde el primer momento atraído por el potencial del negocio –una estrategia que querían replicar de su anterior operación en Uber–, el fondo japonés se posicionó en los momentos de crisis de WeWork como "el salvador". Había in interés implícito: la caída de la compañía supondría la pérdida millonaria de su volumen de inversión.

SoftBank, salvando a WeWork y a sí mismo de la caída

En los términos del acuerdo, y tras el despido de los empleados no estratégicos, la compañía ahora mismo se está deshaciendo de sus adquisiciones. La intención de Newman, que concebía WeWork como una empresa tecnológica y no de alquiler de espacios de trabajo, era la de controlar todos los momentos de la vida del emprendedor: educación, formación, inversión, desarrollo. Para ello, y durante el último año, la compañía se había estado aprovisionando por la vía de las compras. Las cuales ahora han decidido vender.

La primera de ellas, y según Bloomberg, sería Managed by Q. Según fuentes cercanas, WeWork estaría intentando vender la empresa de gestión de tareas y equipos que compró hace solo ocho meses. La necesidad de conseguir efectivo y de centrarse en un modelo de negocio original crecen en cada momento. A la espera está el importe por el que, de cerrarse, se venderá la filial. Valorada en 249 millones de dólares a principios de 2019, el objetivo de WeWork estaría en superar dicha cifra.

En la lista, además de seguir con los despidos paulatinos hasta 2023 por el cierre de sedes, también estarían incluidas The Wing –dedicada al empleo de las mujeres–, el organizador de eventos Meetup, la compañía de software SpaceIQ y la optimizadora de espacio Teem. También ya en la cola de venta desde noviembre, el 42% que Newman compró en Wavegarden, la excéntrica operación del CEO en una compañía de "creación de olas".

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