WeWork ha pasado de cero a 100% en cuestión de semanas y no será porque el sector no se lo había avisado. Las precarias salidas a bolsa de Uber y Lyft meses antes marcaron una pauta que ponía sobre aviso a la compañía de alquiler de espacios de trabajo.
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Las malas previsiones y los problemas de solvencia de la compañía norteamericana tuvieron dos consecuencias: la primera de ellas supuso la cancelación sine díe de la salida a bolsa, además de la salida obligada del CEO y fundador de la compañía Adam Neumann. La mala gestión económica por su parte, la cual determinó un aprovechamiento para el interés propio del fundador de los fondos de los inversores, desembocó en lo que WeWork vive en la actualidad.
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Desde la salida de Neumann, la compañía –además de retirarse de la tentativa de los mercados públicos– ha anunciado la venta de todos los negocios paralelos no estratégicos. La idea de negocio, que se distanciaba de facturar a largo plazo, buscaba ocupar todos los espectros de la vida del emprendedor. Creación e incubación de ideas de negocio, financiación, hospedaje, crecimiento vía educación y todo lo que les pueda interesar.
Semanas después de esta situación, que parecía verse solucionada cambiando la dirección de la misma, WeWork lucha por "salvar los muebles" como sea. Según informa The Wall Street Journal, WeWork estaría a pocas semanas de darse de lleno con un colapso total. Lo que es lo mismo que decir que si no encuentra financiación antes de noviembre la suspensión de pagos será una realidad para la empresa de bienes raíces.
Con los bancos fuera de la ecuación tras la salida de algunas de las entidades de más peso –principalmente para evitar verse arrastradas por la inminente caída–, las opciones son pocas.
Sobre la mesa dos opciones a tener en cuenta. La primera de ellas quedaría en manos de JPMorgan Chase & Co; estos, según la información del medio norteamericano, tendrían casi 60 opciones de financiación –todas confidenciales– para apoyar las diezmadas cuentas de WeWork. La otra de ellas, la más viable en cualquier caso, recaería sobre los hombros del gigante asiático SoftBank.
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Un interés doble
El hecho de que SoftBank acuda a la llamada de salvación de WeWork no tiene nada de altruista. El inversor estratégico japonés cuenta con aproximadamente un tercio de las acciones de la compañía de inmuebles; una caída en desgracia de la misma supondría pérdidas millonarias para uno de los inversores más populares del momento. Y también uno de los más arriesgados.
SoftBank, entre otros intereses, es otra de las grandes figuras que ha puesto su interés en Uber. Sí, justo esa compañía que lucha por mantener su estatus en bolsa y brega por alcanzar una rentabilidad con modelo de negocio.
Con la inminente apertura de un nuevo fondo similar a VisionFund, la solvencia de SoftBank tiene que mantenerse en plena forma; justo en un momento en el que ya está puesta en duda. De ahí la solución que se lleva manejando desde hace tiempo y que parece contar con el visto bueno de todas las partes. La japonesa se haría con el control de más del 50% de WeWork otorgando a la empresa de bienes raíces la solvencia necesaria para pasar el trago. Y con ello salvar el capital invertido de la japonesa.
Poco ha trascendido del posible acuerdo, pero uno de los requisitos de SoftBank pasaría por eliminar a Neumann de todas las ecuaciones. Si algo tiene claro el fondo es que la culpa de la situación actual es del fundador, y ellos pueden solucionarlo siempre que se mantenga lejos de las decisiones.