En un comunicado reciente de la NASA, un equipo internacional de científicos ha anunciado esta semana el descubrimiento de varios azúcares, algunos de ellos esenciales para la vida, en muestras extraídas del polvo de dos meteoritos diferentes.

El hallazgo, que se une a trabajos anteriores en los que se han encontrado otros compuestos similares, apoya la teoría de que la vida en la Tierra pudo ser posible gracias a un hipotético bombardeo de meteoritos. Luego se llevaron a los dinosaurios, pero bueno, lo que el espacio te regala solo te lo puede quitar el espacio.

Remontándose a los orígenes

En los meteoritos se encontraron azúcares de gran relevancia, como la arabinosa o la xilosa, aunque el que más llamó la atención de los científicos fue la ribosa, cuya importancia a nivel biológico llega hasta el punto de ser uno de los componentes del ARN.

Este es un ácido nucleico, que se cree que se encontraba en las formas de vida más primitivas, incluso antes que el ADN. Tendría sentido, dadas las teorías al respecto. No obstante, los autores de esta investigación, que se ha publicado también en un estudio en la revista PNAS, decidieron comprobar primero que no se trataba de una contaminación de las muestras. Para ello, analizaron el contenido en isótopos de las muestras. Estos son átomos de un mismo elemento, con una cantidad diferentes de neutrones. Por ejemplo, en el caso del carbono, las moléculas orgánicas terrestres utilizan preferentemente el isótopo de carbono-12 (C-12), que contiene 6 neutrones en su núcleo. Sin embargo, este no era el caso de los azúcares presentes en las muestras analizadas, ya que contenían una mayor cantidad de isótopos de carbono-13 (C-13), que cuentan con una más de estas partículas. Por lo tanto, no parecía ser una contaminación, sino la prueba de que algunos de los azúcares de la vida no se encuentran solo entre nosotros, sino que también pueden provenir del espacio.

La primera sonda que obtuvo muestras del interior de un asteroide parte de vuelta a casa

De cualquier modo, su trabajo no ha terminado, pues también pretenden comparar las moléculas que han aislado de los meteoritos analizados con otras, extraídas de asteroides prístinos, cuya composición apenas ha variado desde que se formaron. Este es, por ejemplo, el caso de Ryugu, cuyas muestras ya vienen de vuelta a nuestro planeta, a bordo de la sonda japonesa Hayabusa-2. La mayoría de meteoritos que impactan contra la Tierra proceden de asteroides, de ahí que sea tan importante realizar estas comprobaciones. Estos detectives del espacio tienen aún mucho que investigar, pero sus conclusiones hasta el momento son apasionantes.

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