Hay lluvias de estrellas sorprendentes por su intensidad, como las perseidas y sus más de 100 meteoros por hora, o por contar con un brillo o un color característicos, como el de las verdosas gemínidas. Sin embargo, existen otras que, a pesar de pasar normalmente desapercibidas, están envueltas en un halo de misterio que las hace si cabe todavía más interesantes.

Es el caso de las alfa-monocerótidas, una lluvia de meteoros que ha atraído la atención de los amantes más acérrimos de la astronomía durante años, por todas las incógnitas que esconden y el bello espectáculo que protagonizan en algunos años concretos.

Una lluvia explosiva

Durante mucho tiempo se supo que este evento astronómico sucede año tras año, en torno a la segunda quincena de noviembre, cuando la Tierra pasa por una nube de escombros procedentes de algún cometa o asteroide, ¿pero cuál? Esta pregunta ha sido un misterio muchos años, aunque a día de hoy se apunta a que con alta probabilidad tengan su origen en el cometa Van Gent-Peltier-Daimaca.

Más allá de eso, a bote pronto esta puede parecer una lluvia de estrellas sin importancia, pues suele ser difícil de ver, con una frecuencia de meteoros que ronda los cuatro por hora. No obstante, cuenta con la peculiaridad de experimentar ciertos picos esporádicos, en los que se convierte en un evento astronómico digno de ver, superando a prácticamente cualquiera del resto de lluvias de estrellas que tienen lugar a lo largo de los años.

Durante el siglo XX hubo cuatro de estos puntos álgidos. El primero, en 1925, regaló a los que tuvieron la oportunidad de verla una noche mágica, en la que, según los registros, se alcanzaron las 2.000 estrellas por hora. Diez años más tarde, en 1935, la cifra bajó un poco, pero siguió manteniéndose bien arriba, con una frecuencia de 1.000 por hora. Después fue necesario esperar medio siglo para poder presenciar otro, que se dio en 1985, con 600 meteoros cada sesenta minutos. Pero, sin duda, uno de los más interesantes fue el de 1995. La frecuencia fue mucho menor, con solo 400 estrellas por hora. Sin embargo, la inmensa mayoría de ellas se vieron en un periodo de solo cinco minutos. Este “estallido” no es algo inusual; pues, al contrario que otras lluvias de estrellas, las alfa-monocerótidas se dan en un periodo corto de tiempo. En aquella ocasión, aunque la mayoría se concentraron en ese lapso tan reducido, la lluvia duró un total de media hora.

Estos son los eventos astronómicos de noviembre 2019

Quienes la vieron quedaron gratamente sorprendidos y deseosos de volver a presenciar un espectáculo como ese; pero, por desgracia, los expertos informaron que sería necesario esperar unos cuantos años para volver a verlo. Y el momento ha llegado. Al menos eso es lo que creen los científicos Esko Lyytinen y Peter Jenniskens; quienes, según la Sociedad Americana de Meteoritos, han previsto que este año podría repetirse uno de estos picos, con una cantidad de estrellas por hora similar a la de 1995.

¿Cómo y cuándo podemos verlo?

El pico de estrellas comenzará en la madrugada del 21 al 22 de noviembre, a las 5:50 (hora peninsular española) y se cree que tendrá una duración aproximada de una hora.

Como su propio nombre indica, la radiante (el lugar del que parecen surgir los meteoros) será la constelación de Monoceros, también conocida como el Unicornio. Sin embargo, al estar compuesta por estrellas muy débiles y difíciles de ver, deben tomarse otras referencias, mirando al suroeste y buscando tres estrellas muy brillantes, que pertenecen a las constelaciones del Can Mayor, el Can Menor y Orión. Es fácil localizarlas, porque una de ellas es Sirio, la que más brilla en el cielo nocturno. Monoceros se encuentra en medio de esos tres puntos, por lo que los meteoros “caerán” desde ahí, aunque podrán verse en cualquier parte del cielo.

Buscando el norte: la estrella que convirtió el cielo en brújula

Por desgracia, las condiciones climatológicas podrían hacer difícil la observación, por la cantidad de nubes que taparán el cielo en buena parte de España. Se portará algo mejor la Luna, que se encontrará en fase menguante y aportará un cielo suficientemente oscuro para la observación. El fenómeno se observará a las 4:50 GMT desde otros países de Europa occidental, África, la mitad oriental de América del Norte y toda América del Sur, por lo que seguro que habrá buenas imágenes que ver para los que no tuvieron la oportunidad de disfrutarla. De cualquier modo, por si acaso al final se comporta el clima, no es una mala razón para madrugar un poco más de lo habitual. Al fin y al cabo, esto es algo que solo pasa unas pocas veces cada siglo.

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