El debate del plástico está a la orden del día. Y también es un elemento que nos rodea constantemente, más de lo que quisiéramos. De media, se consumen en el mundo 50 kilos de plástico por persona en el mundo. En Europa, algo menos: 30 kilos. España es el segundo país que más recicla, pero también es el que manda más plásticos a los vertederos. Es decir, es el causante de un mayor consumo. ¿Cifras? Según el Plastic Europe se reciclan 18 kilos al año, pero se quedan por el camino otros 23.
Si las cifras no son suficientes, poco a poco trasciende la realidad del destino de esos materiales. En la naturaleza, en el aire e, incluso, en el mar, el plástico ocupa su lugar gracias a la mano humana. Por si esto fuera poco, tras el anuncio de China de dejar de ser el basurero del mundo, occidente entró en pánico. ¿Dónde terminarán todos esos residuos y concretamente los plásticos? Buena pregunta.
Los restos de plástico que se confunden con piedras y ya aparecen en las playas españolas
Mientras el mundo asiste a la destrucción del mismo por la vía humana, se abre otro tema: ¿el reciclaje funciona? En esto no se ponen todos de acuerdo. El sector critica el monopolio de la única empresa dedicada a este servicio en España: Ecoembes. Con el Sistema Integrado de Gestión (los famosos cubos diferenciados por colores), las organizaciones ecologistas cuestionan el hecho de que la compañía solo recicla 3 de cada 10 envases al día, lo que suponen 28 millones de envases de plásticos desperdiciados cada día.
En esta historia, no toda la culpa recae en las Administraciones y las contratas. Es el propio sistema el que empuja esa situación; no solo por la cantidad de este material, también por la variedad que hay en el mercado que hace, casi imposible, reciclarlo. El problema de base es que, aproximadamente, existen 80.000 tipos de resinas plásticas en productos comerciales. Cada uno con sus procesos y sus dificultades. Muchos de ellos, de hecho, imposibles de reciclar, como el Nylon.
Luchando contra la industria
¿Cómo luchar contra esto? Ya son algunas de las empresas que están intentando bregar contra el drama del plástico. Una de ellas es Relevo, fundada hace 5 años, con la idea de abordar la base de la basura. Con plástico, reciclado en este caso, y para los propios desperdicios, Relevo se dedica a fabricar bolsas de basura. Glamour tiene poco, pero utilidad mucha. "Imagina que todas las bolsas que se tiran por cada persona sean recicladas, eso es mucho plástico que salvamos", explica Álvaro Salmerón, fundador de la compañía.
"¿Por qué no se obliga a vender bolsas de basura de plástico reciclado y no virgen?", se preguntó Salmerón. Cuenta el fundador a Hipertextual que no tiene sentido decirle a la gente que recicle plástico cuando los productos que usa no lo son. Una cosa lleva a la otra, pero hay que hacerlo. "El problema es hacer productos 100% reciclados, pero hacerlo bien porque hay que preguntarse el cómo se venido haciendo", explica.
Con el mismo precio que las normales y, según sus cifras, con mayor resistencia respecto a las líderes del mercado –controlado por Albal, son capaces de trazar el origen de cada componente de la bolsa. Ya sea de un producto de consumo, de origen industrial o de la agricultura, el mayor reto –además de convencer al público– ha sido enfrentarse a la fabricación de las propias bolsas, con cambios de maquinaria y entrenando a los proveedores, tras dos años investigando "a puerta cerrada" y sin ninguna ayuda pública, asegura.
Entre sus éxitos: haber llegado a "la compra verde" de las Administraciones. Casi un 60% de los Ayuntamientos tiene acuerdos sobre compras verdes, en este caso, "la Unión Europea fija objetivos de sostenibilidad, pero no están totalmente implantados en todas todas las áreas", explican. Ni si quiera en la parte de las bolsas de basura, donde al menos ellos con Málaga han conseguido ser su proveedor.