El Día Mundial del Medio Ambiente es un buen momento para que todos nos paremos a pensar cómo podemos contribuir a que nuestros descendientes tengan un buen planeta en el que vivir. Los gobiernos de los diferentes países tienen mucho que hacer al respecto, pero también el resto de habitantes del mundo. Ellos toman las grandes decisiones, las nuestras son más pequeñas, pero al fin y al cabo todo suma.

Aparte de las emisiones de gases de efecto invernadero, que tanto contribuyen al calentamiento global y, con ello, al cambio climático, también resulta especialmente preocupante la gran cantidad de plástico que puede generar una familia. Se calcula que, de promedio, en todo el mundo se consumen 50 kilos al año de plástico por persona. La cifra es algo más baja en el caso de Europa, cuyos habitantes desechan unos 30 kilos de plástico anuales, y ligeramente inferior en España, donde la situación es extrema para lo bueno y para lo malo. De hecho, según un informe emitido en 2018 por Plastic Europe, somos el segundo país europeo que más recicla por habitante, pero también el que más plásticos manda a vertederos. Concretamente, se reciclan unos 18 kilos por persona al año, pero la cantidad de plástico desaprovechado asciende hasta los 23 kilos por habitante. Lógicamente, estas cifras suponen la media de los hábitos de todos los españoles. ¿Pero cómo actuamos cada uno de nosotros individualmente?

¿Qué es el cambio climático?

Calculadoras para mejorar nuestros hábitos

Para saberlo, vivamos en el país que vivamos, la estudiante de doctorado Hanna Pamula ha elaborado una calculadora en línea, con la que podemos calcular nuestra huella de plástico contestando a una serie de sencillas preguntas.

Es importante ser sincero, pues al fin y al cabo es un examen que nos hacemos a nosotros mismos para saber aproximadamente cuál es nuestro consumo anual de este material y, sobre todo, determinar qué productos concretos podríamos intentar sustituir poco a poco.

Aunque se tienen en cuenta productos de uso muy frecuente, como las botellas de PET, las bolsas de plástico, los envases de yogur o los cepillos de dientes, sí que es cierto que no se contemplan otros productos, como envases de medicamentos , cápsulas de café o los microplásticos presentes en algunos cosméticos. No obstante, se puede obtener una idea bastante aproximada de nuestro gasto. Al finalizar, no solo obtenemos una cifra, sino que esta se compara con las estadísticas de diferentes países del mundo, con el fin de saber si nuestro resultado es más o menos elevado.

Sal de mesa: el camino de vuelta de los microplásticos a nuestros hogares

Esta no es la única calculadora que podemos utilizar para cuantificar nuestra contribución a diferentes hábitos contaminantes. Por ejemplo, existen también otras que calculan nuestra huella ambiental o de carbono. No hay excusa para empezar a actuar. Al menos, mientras que los grandes gobiernos toman cartas en el asunto, nosotros podemos colaborar con nuestro propio granito de arena.