¡Cuidado! Este artículo contiene spoilers de todo el Universo Cinematográfico de Marvel.
“¿Este es? ¿En serio?”, pregunta Gamora a Nébula en la batalla final de Vengadores: Endgame al encontrarse con Starlord. “La otra opción era un árbol”, le responde su hermana. La incredulidad de Gamora ante las elecciones de su yo “futuro” es la de una gran parte de los fans de Marvel que, a día de hoy, aún no nos explicamos por qué esta mercenaria podría interesarse por el personaje de Chris Pratt. Por desgracia, no es un cuento nuevo en el UCM. Desde los personajes femeninos han sido emparejados sin mucho criterio con los protagonistas masculinos a la primera de cambio.
En la primera entrega de Guardianes de la Galaxia, Gamora se presenta como un personaje duro, una asesina que se rebela contra su padre y pone en peligro su propia vida para salvar al espacio del temible chasquido. En ningún momento muestra interés en relaciones amorosas y el único lazo afectivo que aprecia es el que tiene con su hermana Nébula. Por su parte, Starlord queda maravillado con ella desde el primer momento en que la ve, pero este amor instantáneo circula en un solo sentido. En pantalla vemos algunos momentos entre ambos —como los constantes intentos de Starlord para que Gamora baile con él—, casi todo queda para la imaginación, incluidas las razones que podrían llevar a Gamora a enamorarse de él. Eso sí, para cuando llega Vengadores: Infinity War su relación está más que consolidada; requisito imprescindible para que él monte en cólera al enterarse de su muerte y desbarate la única oportunidad de los Vengadores de vencer a Thanos antes del chasquido. Justo a tiempo para que la trama avance convenientemente.
Algo así sucede también con Bruja Escarlata y Visión. En algún punto entre Civil War e Infinity War, los dos héroes estrecharon lazos e hicieron oficial su relación, pero tienen incluso menos escenas juntos que los Guardianes. No se trata de que hagan o no buena pareja, sino que no han tenido tiempo de metraje en el que mostrarnos cómo han llegado a enamorarse. Es algo que simplemente ocurre. De nuevo, justo a tiempo para el drama en Infinity War, donde Wanda debe matar a Vision para destruir la gema de su frente.
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Esta tendencia entre los Vengadores a emparejarse a escondidas del público llegó a su culmen con el descubrimiento de que Ojo de Halcón tenía una familia entera oculta en una granja en mitad del campo. Un hallazgo que llega en el momento perfecto para que el equipo tenga un sitio en el que esconderse y se disipen los rumores de una posible relación con Natasha.
Destinadas al fracaso
En el MCU son expertos en las relaciones amorosas que nacen como por generación espontánea, y también en emparejar a las personas de la peor manera posible. Desde el horrendo noviazgo de Dr Strange y Christine Palmer (Rachel McAdams), construido solo para mostrar al personaje de Benedict Cumberbatch en su peor momento, hasta la cuestionable relación de Tony y Pepper. Una de las peores, no obstante, es el interés amoroso de Steve por la sobrina de Peggy Carter en Capitán América: Soldado de invierno, especialmente escalofriante si tenemos en cuenta que Steve jamás ha superado sus sentimientos por Peggy. Es cierto que tienen varios momentos de flirteo en pantalla y, de no ser por ese pequeño detalle, tal vez no fuera una situación tan turbia. Sin embargo, para muchos fans, fue solo una táctica para “demostrar” la heterosexualidad del Capitán América y desmentir sus sentimientos hacia Bucky, con quienes los hermanos Russo admitieron que tenía una “historia de amor”. Pero no una romántica, claro.
Este desastre amoroso solo podía ser superado por el propio Marvel, de modo que Thor y Jane Foster también se postulan como la peor pareja del MCU por méritos propios. Innecesariamente seria y dramática, la historia del Dios del Trueno en las dos primeras películas carecía de cualquier tipo de gancho y la única buena razón para verlas era Tom Hiddleston como Loki. No contribuía tampoco que su relación con Jane Foster (Natalie Portman) fuera un recurso secundario, un rasgo de personaje que estaba ahí para poder tacharlo de la lista, pero que nadie se molestó en cuidar. No es de extrañar que su personaje no llegara a aparecer en la tercera entrega, aunque el toque de Taika Waititi podría haber obrado maravillas con ella, igual que lo hizo con todo lo demás. Por suerte, el regreso de Natalie Portman para Thor: Love and Thunder augura éxitos y, quién sabe, tal vez una relación con la nueva reina de Asgard.
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La maldición Romanoff
Pese a todo, no hay duda de que la peor parada del MCU es Natasha Romanoff. A lo largo de las once películas en las que aparece, a Viuda Negra se la han pasado de mano en mano como interés romántico entre casi todos sus compañeros de aventuras. En la primera cinta de Los Vengadores, su amistad con Ojo de Halcón se rumoreó que podía llegar a ser algo más, aunque las palabras quedaron en nada cuando se descubrió a su familia secreta. En Capitán América: Soldado de Invierno, la tensión entre ella y Steve Rogers podía mascarse en el ambiente, aunque el Capi seguía pensando en Peggy y aquel vínculo terminó siendo de amistad.
Lo peor llega en Vengadores: La era de Ultrón. Igual que sus anteriores flirteos, un repentino interés de la espía por Bruce Banner nace de la nada al comienzo de la cinta. Superado el shock inicial, sus interacciones en pantalla son tiernas y cariñosas y empezamos a ver que quizá sí tienen algo en común. Los dos se ven a sí mismos como monstruos, él gracias a Hulk y ella por su pasado como asesina a sueldo. Eso sería lo lógico. Sin embargo, al director y guionista, Joss Whedon, le pareció mejor idea desarrollar el personaje de Natasha respecto a otro trauma. Como parte de su entrenamiento en la Habitación Roja, la espía fue esterilizada, y justo después de desvelárselo a Banner, dice: “¿Aún crees que eres el único monstruo del equipo?”. Al parecer, a Natasha ya no le preocupa que su cuenta esté en números rojos.
Las implicaciones de llamar “monstruo” a una mujer por no poder concebir hijos propios van mucho más allá de lo que Whedon seguramente imaginara escribiendo esta escena, pero el personaje de Natasha en el UCM ha quedado marcado para siempre por esta tesitura. Tanto, que finalmente ha sido esto lo que la ha llevado a la muerte en Endgame. Llegado el momento fatídico en Vormir, Natasha lucha por sacrificarse a sí misma para obtener la gema del alma porque Ojo de Halcón tiene familia y ella no. Sin embargo, ha sido ella quien ha tirado del carro de los Vengadores casi en solitario durante los cinco años desde el chasquido de Thanos. Mientras, Barton se convirtió en Ronin y volvió a sus tiempos de asesino despiadado. Pero es ella la que debe morir porque no puede tener descendencia. Qué mensaje tan potente para el público femenino de Marvel, especialmente viniendo la única mujer entre los seis Vengadores originales.
La luz al final del túnel
Más allá de la heterosexualidad obligatoria, parece que hay un criterio de enamoramiento que todas las superheroínas de la compañía deben cumplir cuando su personaje adquiere una cierta relevancia. ¿Pero cuál es la función real de estas relaciones para la trama? Crear una amenaza que haga que uno de los dos implicados se arriesgue más de la cuenta para salvar al otro. Sin ninguna sorpresa, la damnificada suele ser ella. Jane Foster en Thor: el mundo oscuro, como el secuestro de Natasha en La era de Ultrón, la muerte de Gamora en Infinity War o la desaparición de la familia de Ojo de Halcón tras el chasquido son algunos ejemplos de que, no importa cómo de fuerte sea tu personaje, si te dan un novio es muy probable que acabes muerta, secuestrada o herida para que él pueda rescatarte.
Por suerte, parece que Marvel está superando poco a poco sus peores problemáticas, y la mujer en la nevera podría ser una de ellas. En las cintas más recientes, hemos podido ver dinámicas amorosas distintas, que han abierto la puerta de los estudios para que, poco a poco, se vaya el olor a rancio. La relación de Nakia y T’Challa en Black Panther exploró por primera vez la interacción de dos personajes después de la ruptura; cómo intentan lidiar con sus sentimientos y darse una segunda oportunidad. En este caso, su cariño está bien fundamentado y Nakia se presenta como la mujer fuerte y autónoma que es, sin necesidad de incurrir a tropos manidos ni clichés para explicar por qué se enamora del rey de Wakanda.
A los wakandianos les siguieron Ant-Man y la Avispa que, pese a comenzar su relación de la forma más inesperada posible, la desarrollaron con mucho mimo en su segunda película y se han convertido en una de las parejas más sanas de este universo. Parece que las parejas que se quieren y se lo demuestran van a ser tendencia en el MCU, ya que la última entrega de Spider-Man nos trae nada menos que dos ejemplos más.
El romance adolescente entre Peter y MJ no solo es uno de los mayores encantos de Lejos de casa, también es la prueba de que, cuando una relación se trabaja en pantalla, el resultado es convincente. La química entre ambos personajes era evidente desde Spider-Man: Homecoming y se ha desarrollado con tiempo y cuidado hasta convertirse en canon. Igual de divertida, pero mucho más sorprendente, es la chispa que comparten la tía May y Happy Hogan. Es uno de esos emparejamientos que nadie se veía venir, pero que han salido muy bien precisamente porque, a pesar de ser secundarios, se han molestado en mostrarnos su flirteo, algunos de los momentos que pasan juntos, y una divertida escena postcréditos. Si el futuro de las relaciones amorosas de Marvel se parece solo un poco a las que se han desarrollado en los últimos años, la Fase 4 del UCM va a mejorar considerablemente la franquicia.