Comer es un placer, pero también es un hábito esencial para mantenernos vivos. Ambas son dos verdades aparentemente indiscutibles. Sin embargo, hay quien no está de acuerdo con ellas, por lo que llega a poner en peligro su vida y la de quienes le rodean.

Este es el caso de los seguidores del "breatharianism", una dieta que defiende que las personas no necesitamos los alimentos para sobrevivir, pues para ello nos basta con la respiración y la energía que obtenemos a través del sol. Afortunadamente, no es una dieta muy extendida, quizás porque si así fuera la población humana se vería claramente mermada. El problema es que el poder que han ganado las redes sociales hoy en día está llevando a que unos pocos “respiranianos” dispongan de un altavoz perfecto para difundir su disparatado modo de vida. Buen ejemplo de ello es el de Audra Bear, una instagrammer estadounidense que recientemente ha despertado las críticas de muchos profesionales sanitarios, por difundir entre sus seguidores los supuestos beneficios de esta dieta, en la que solo puedes elegir entre dos opciones: morir o mentir.

Mentira o muerte

Si alguien defiende que puede vivir sin ingerir alimentos, simplemente con la energía del sol y la respiración, lo más probable es que sea un farsante. Si no lo es, tardará poco en morir por desnutrición. O eso o es un planta, pero incluso en ese caso necesitaría el agua y los nutrientes del suelo.

Teniendo en cuenta que Audra sigue viva después de asegurar que lleva un largo tiempo siendo “respiraniana” y que, además, ha llegado a mantener ayunos de 97 días, cabe plantearse la primera opción. Sin embargo, ella misma reconoce que suele tomar zumos y agua de coco y que también ingiere alimentos, pero solo por placer o con fines festivos, no porque los necesite. Como todos sabemos, los influencers tienen muchos compromisos y celebraciones, por lo que es más que probable que coma frecuentemente con fines festivos. La coartada perfecta. ¿Pero qué pasa con sus seguidores?

Este tipo de personas tienen una gran influencia sobre sus fans, que tienden a imitar sus pasos, con el deseo de ser como ellos. No sería extraño que en ese empeño alguien llevara el ayuno al extremo, con consecuencias claramente fatales.

El peligro de decir la verdad

De hecho, no hay más que ver la “epidemia” de “respiranianos” que tuvo lugar a finales de los 90 en varios lugares del mundo. Por aquel entonces no era tan conocida la figura de los influencers, pero sí de algunos gurús como la australiana Jasmuheen, una empresaria que en 1992 comenzó a apartarse de las finanzas para dedicar tiempo a la meditación y la promoción de actividades como el “respiranianismo”. Comenzó así a dar conferencias por todo el mundo, además de publicar varios libros y documentales y organizar retiros espirituales a Tailandia.

Sus seguidores comenzaron a crecer a gran velocidad, dejando un reguero de muertes por todo el globo. Uno de los primeros fallecidos fue Timo Degen, un profesor de infantil de 31 años, que murió en Munich en 1997, según relataba en 1999 un artículo sobre el tema en The Guardian. El joven había escrito un diario en el que narraba cómo se encontraba a medida que iba transcurriendo su ayuno. El día 12 declaró que comenzaba a tener problemas de visión y poco después cayó en coma.

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Dos años después, en 1999, tuvieron lugar varios fallecimientos por el mismo motivo. Uno de los casos más mediáticos fue el de Lani Morris, una mujer australiana de 53 años, cuya muerte envió a prisión también al matrimonio que se había encargado de supervisar su dieta, por demorar la búsqueda de atención médica ante la aparición de los primeros síntomas de desnutrición. En aquel momento, la propia Jasmusheen declaró que probablemente no había seguido los pasos necesarios con la motivación correcta.

Ese mismo año se produjo también la muerte de Verity Linn, una mujer de 49 años cuyo cadáver fue hallado en una tienda de campaña en las Tierras Altas de Escocia, junto a uno de los libros de Jasmusheen y un diario en el que pretendía describir el reto de 21 días más recomendado entre los seguidores de la dieta. Jamás llegó a terminarlo.

Tras unos cuantos años de calma, en 2012 una mujer suiza falleció después de intentar seguir el reto propuesto en el documental Al principio había luz, realizado por otros dos defensores de esta controvertida dieta, el químico Michael Werner y el yogui Prahlad Jani.

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Cinco años más tarde, en 2017, Finn Bogumil, un joven alemán de 22 años, falleció en una isla del Caribe después de pasar varios días sin comer ni beber, según los diarios de ayuno encontrados entre sus pertenencias. Además, algunos de sus conocidos declararon que llevaba un tiempo sin querer aceptar ningún alimento, pues aseguraba que pretendía alimentarse solo a partir de la luz del sol. Finalmente, ese mismo año una mujer holandesa fue hallada muerta en una casa en la que vivían cuatro personas adeptas al movimiento.

Ninguna de estas personas mintió ni comió durante alguna celebración, por lo que solo les quedaba enfermar poco a poco hasta sucumbir a la muerte. Es lo normal, pues está claro que nuestro organismo necesita respirar y exponerse a la luz solar, pero también son necesarios los nutrientes que absorbemos a partir de los alimentos, especialmente los conocidos como esenciales, que solo pueden obtenerse de este modo. Además, el proceso se acelera aún más si la persona en cuestión tampoco bebe agua, como hacen muchos “respiranianos”. El tiempo que tardará en producirse la defunción depende de factores como el clima en el que se encuentra o la actividad física que se realiza, pero el final siempre será el mismo.

Por todo esto es tan preocupante la información que ha difundido Audra Bear. No es la primera influencer que promociona estilos de vida peligrosos. Recientemente salía a la luz el caso de Rawvana, una fiel defensora de la dieta crudivegana, que fue “pillada” mientras tomaba un plato de pescado, viéndose obligada a explicar que había tenido que cambiar su dieta tras enfermar. Ni qué decir tiene que en su caso la culpable no fue la dieta vegana, pues llevada correctamente es totalmente saludable, sino precisamente la costumbre de realizar ayunos y otras actividades alimentarias incorrectas.

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Está claro que para mantener una dieta adecuada, solo debemos seguir el consejo de un médico especializado o un nutricionista. Si, por el contrario, el objetivo es encontrar la paz interior, siempre se puede optar por leer un libro o disfrutar de un amanecer en la playa. Cualquier pequeño placer vale para intentarlo, pero siempre recordando que, si queremos mantener durante mucho tiempo ese estado de relajación, la mejor opción es buscar un método que no nos mate.