Están bastante claros los efectos que el cambio climático tiene sobre los animales, las plantas y, por supuesto, los seres humanos. También se estudia en profundidad cómo afecta a los casquetes polares, los fenómenos meteorológicos e incluso los conflictos armados. ¿Pero qué pasa con los microbios?
Aunque no los veamos, están en todas partes. Son esenciales en multitud de procesos relacionados con la salud, la agricultura o la industria y en los océanos suponen un 90% de la biomasa que contienen. Sin embargo, son los grandes olvidados en lo que a cambio climático se refiere. Pocos científicos estudian cómo influyen sobre el calentamiento global y cómo pueden verse afectados por el mismo. Por eso, más de 30 microbiólogos procedentes de 9 países diferentes acaban de publicar en Nature Reviews Microbiology un llamamiento para que se preste atención a lo que ellos llaman la “mayoría invisible”. Al fin y al cabo, suponen un componente muy importante de una ecuación que jamás podremos resolver si no los tenemos en cuenta.
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Efectos directos en el cambio climático
Los microorganismos pueden afectar al cambio climático tanto positiva como negativamente, a causa de una serie de procesos que, en condiciones normales, se mantendrían en equilibrio. Sin embargo, el resto de factores desencadenantes del calentamiento global se suman a todo esto, dando lugar a la situación en la que nos encontramos actualmente. ¿Pero cuál es realmente el papel de los microorganismos?
Por un lado, en los océanos los microbios que componen el fitoplancton toman la energía de la luz del sol y la utilizan para captar dióxido de carbono de la atmósfera, del mismo modo que las plantas. Esto actuaría positivamente, ya que el CO2 es uno de los conocidos como gases de efecto invernadero, cuya acumulación atmosférica es responsable del tristemente famoso calentamiento global. Pero esa no es la única ventaja del fitoplancton, pues este compone también el primer eslabón de la cadena alimentaria marina. De él se alimentan las poblaciones de krill, que luego son ingeridas por los peces que finalmente sirven de alimento a, peces más grandes, aves marinas y algunos grandes mamíferos, como las ballenas.
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Fuera del agua también influyen directamente en el cambio climático, aunque de un modo más negativo, ya que son por sí mismos responsables de la emisión de algunos gases de efecto invernadero. Por ejemplo, el metano liberado en las flatulencias de los rumiantes procede del metabolismo de los microbios que viven en su primer estómago, conocido como rumen.
También son víctimas
Los microbios no solo influyen sobre el cambio climático, sino que también se convierten en víctimas que arrastran con ellas al resto de seres vivos del planeta.
Por ejemplo, la fusión del hielo marino deja a las microalgas que normalmente viven en él sin un lugar en el que proliferar. Esto, a su vez, afecta negativamente a la cadena alimentaria oceánica.
Además, los efectos del cambio climático generan una situación estresante que aumenta la actividad de los microorganismos patógenos, provocando el aumento de casos de ciertas enfermedades. Ocurre lo mismo con las patologías causadas por microorganismos que utilizan a los mosquitos como vector de transmisión, ya que el cambio climático es responsable de la proliferación masiva de estos insectos; que, para colmo, cada vez son más resistentes a los insecticidas tradicionales.
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En definitiva, los microorganismos se relacionan con el calentamiento global y el cambio climático de tantas formas que no tenerlos en cuenta en el diseño de herramientas para evitar ambos fenómenos sería un error. Que sean invisibles a nuestros ojos no significa que no tengan multitud de papeles importantes en el planeta. Vaya si los tienen.