Internet debía ser una red P2P. Al menos así imaginó Tim Berners-Lee la World Wide Web. En aquel momento parecía una buena idea, pero visto en perspectiva, es más práctico dejar a grandes servidores que almacenen contenido y que ejecuten aplicaciones y servicios con sus potentes procesadores en vez de dedicar a esa tarea a nuestras computadoras personales.
En cualquier caso, el concepto de red descentralizada que es internet hoy en día tiene mucho de P2P, acrónimo de peer to peer y que en español hemos adaptado como red de pares o red entre iguales. Es decir, en vez de conectar varias computadoras a un servidor central, una red P2P conecta a sus usuarios entre sí. Hasta aquí la teoría. Y la práctica llegará a finales del siglo XX con la explosión del P2P como sinónimo de compartir contenido a través de internet.
Pensemos un momento. Imagina que tienes un vídeo y quieres compartirlo con alguien a través de internet. Hoy en día tienes mil maneras de hacerlo. El correo electrónico admite archivos adjuntos de gran tamaño, aunque lo más práctico es acudir a servicios como WeTransfer o Firefox Send que permiten compartir archivos de 2 GB subiéndolos a un servidor externo y luego facilitando un enlace de descarga.
Antes del P2P
Pero en los primeros años de internet, la única manera de compartir un archivo por internet era mediante el protocolo FTP, acrónimo de File Transfer Protocol o Protocol de Transferencia de Archivos. Entre 1995 y 1997 era muy popular contar con servidores FTP públicos donde encontrar toda clase de archivos, documentos o contenido audiovisual. Y para darlos a conocer, nada mejor que los grupos de noticias, los antepasados de los foros o los grupos de Facebook. Pero no olvidemos que estamos hablando de un servidor FTP que ofrecía contenido a diferentes computadoras. Nada que ver con el P2P.
Y en 1996 llegó ICQ y lo cambió todo. En el artículo La vida antes de WhatsApp dimos un repaso a iconos de la mensajería instantánea como ICQ, AIM, Yahoo! Messenger y MSN Messenger, herramientas que facilitaron la comunicación a distancia a finales del siglo XX y que sustituyó, en parte, al FTP como método de envío de archivos. Más cercano al P2P, el intercambio de archivos a través de apps de mensajería instantánea era un proceso más bien tosco, largo debido a las conexiones de entonces y que no admitía retomar el intercambio si se cortaba la conexión.
En paralelo, los usuarios de IRC podían intercambiar archivos mediante DCC, no tan popular pero más fiable que a través de mensajería. Acrónimo de Direct Client-to-Client o Cliente a Cliente Directo, este protocolo es el antepasado más directo del peer to peer, ya que precisamente consistía en conectar los dos clientes entre sí con independencia del servidor IRC en el que habían conectado originalmente. Así, aunque salieras de tu conexión IRC, la conexión DCC seguía activa enviando un archivo de una computadora a otra.
Y entonces llegó Napster
Compartir es una necesidad humana. E internet se creó para ello, para compartir conocimiento, para conversar a distancia… Si lo piensas, los servicios y aplicaciones más exitosos consisten en compartir o intercambiar algo, ya sean conversaciones, fotografías, vídeos u opiniones.
Así que tarde o temprano debía llegar un sistema de intercambio que lo cambiaría todo, aunque no fuera exactamente P2P pero que se ha incluido en esa categoría por el resto de similitudes. Como vimos en el artículo Los viejos dioses de las redes P2P, su nombre fue Napster, nada que ver con el servicio de suscripción musical actual, vio la luz por vez primera en 1999 y enseguida se convirtió en uno de los programas de ordenador más descargados ya que permitía compartir canciones de una manera muy fácil incluso para los estándares actuales.
Napster fue creado inicialmente por Shawn Fanning, quien le dio el nombre debido a su apodo de siestero, napster en inglés, si bien su segundo creador es Sean Parker, más conocido por ser uno de los primeros inversores de Facebook y actual accionista de Spotify. Y a pesar de que las descargas se podían cortar y no recuperar o que la velocidad dejaba que desear, en 2001 ya contaba con 26’4 millones de usuarios en todo el mundo.
Decimos que se incluye bajo el epíteto de tecnología de intercambio P2P porque aunque se trataba de una red centralizada, el intercambio de música se hacía entre dos clientes o usuarios. Tú accedías a un servidor de Napster desde tu cliente, el programa en sí, y ello te daba acceso a millones de canciones que compartían los demás clientes o usuarios, algo nunca visto hasta entonces. Eso sí, la conexión entre clientes era directa en el momento del intercambio. E incluso había servicio de chat para hablar un rato mientras se enviaba la canción.
El éxito de Napster topó con la ley, y es que las discográficas vieron en el P2P un enemigo más que un aliado para revitalizar la industria de la música. De ahí los constantes juicios y demandas de artistas y productoras. Sin embargo, esta primera tecnología abrió la puerta a muchas otras. Tras años de litigios y tras acabar con su programa cliente y su red de intercambio en 2001, Napster fue pasando por varias manos como marca, como la alemana Bertelsmann o la americana Roxio. En la actualidad, Napster es un servicio más de música por streaming como Deezer, Spotify, Apple Music o Amazon Music.
Gnutella, el más popular
Napster cubrió una necesidad fuertemente demandada por los internautas y cuando empezó a afectarle la lucha legal, pronto surgieron nuevas alternativas P2P similares y mejores. Y si hablamos de protocolos, los más destacados fueron Gnutella, eDonkey y BitTorrent, con permiso de otros que también tuvieron sus adeptos, como OpenNap (empleado por los programas WinMX, Audiognome o Morpheus, entre otros) o FastTrack (muy popular gracias a Kazaa y sus sucesivas copias y versiones).
Gnutella es técnicamente la primera red descentralizada de este tipo, y este protocolo fue empleado por una gran cantidad de programas cliente distintos para compartir toda clase de archivos, entre los que destacan nombres como LimeWire, BearShare, iMesh, Shareaza o Gnucleus. Protocolo y primer cliente oficial, llamado también Gnutella, surgieron a primeros de 2000. Sus creadores fueron Justin Frankel y Tom Pepper, también conocidos por trabajar en Nullsoft, empresa madre del popular reproductor MP3 Winamp del que hablamos en un artículo titulado Auge y caída de Winamp: el reproductor que impulsó el MP3.
Inicialmente, el programa se podía descargar desde los propios servidores de Nullsoft, pero tras la adquisición de AOL, la cosa cambió. Con todo, Gnutella estaba disponible para todo el mundo bajo licencia GNU, que permitía que cualquiera mejorara su código y creara su propio cliente. De ahí la larga lista de programas compatibles. Y si bien algunos de ellos han caído en el olvido o han desaparecido por problemas legales, tanto la red Gnutella como muchos de los programas clientes de entonces siguen disponibles.
eDonkey, el más completo
También en 2000 nace eDonkey, que da nombre al protocolo y a su programa cliente. La red se conoce como eDonkey, eDonkey2000 o eD2k para abreviar, y sus responsables son Jed McCaleb y Sam Yagan. El primero también es conocido por Stellar, un protocolo descentralizado de pagos digitales, mientras que Yagan es cofundador de OkCupid.
Esta red P2P también está descentralizada, si bien para acceder a ella hay que conectar con un servidor inicial que facilita la búsqueda de archivos para iniciar las descargas. Además del cliente original eDonkey2000 han surgido alternativas como eMule, con distintas variantes.
Como curiosidad, eDonkey superó a FastTrack como la red de intercambio más popular en 2004, título que perdió en 2007 en favor de BitTorrent. Y al igual que Gnutella, sigue en pie ofreciendo el intercambio de archivos de todo tipo.
BitTorrent, el más rápido
Pero el protocolo P2P más popular hoy en día es BitTorrent, que sigue en activo con decenas de clientes para todas las plataformas imaginables, como por ejemplo Android. Además, este protocolo se emplea más allá del intercambio de archivos e incluso tiene aplicaciones comerciales.
El padre de BitTorrent es Bram Cohen, que lanzó una primera versión de su nuevo protocolo allá por 2001, año en que él era estudiante en la Universidad de Buffalo. Pero no fue hasta 2005 que BitTorrent empezó a despuntar gracias a la facilidad de uso, con la implementación de los archivos Torrent, y a la gran velocidad de descarga que ofrecía. Entre las particularidades de este protocolo, está la diferenciación entre semillas y pares, o en inglés seeds y peers. Los primeros poseen el archivo al completo, imprescindibles cuando un archivo es compartido por primera vez, mientras que los segundos equivalen a todos los miembros de la red que descargan archivos y, a la vez, los comparten.
Y aunque la red está descentralizada, existen los llamados trackers, servidores que conectan a los usuarios entre sí para que se realice el intercambio de los archivos. La información de ese tracker o rastreador se encuentra en el archivo Torrent necesario para iniciar la descarga, si bien hoy en día existe la alternativa del enlace magnet.
El diseño del protocolo BitTorrent hace posible el intercambio de archivos de gran tamaño aprovechando la velocidad de las conexiones y siguiendo la filosofía del P2P. Su calidad es tal que con el tiempo se ha implementado en servicios como la tienda de juegos Steam o la creadora y distribuidora de juegos Blizzard, que emplea este protocolo para facilitar la descarga de los juegos. Y a nivel interno lo emplean Facebook o Twitter, entre otros.