Apple renueva el iPad mini cuatro años después de su último modelo. Ahora cuenta con un microprocesador Apple A12, pequeños cambios en su chasis y lo más importante: compatibilidad con el Apple Pencil de primera generación. Este es su análisis a fondo.Entre los 350 dólares iPad “económico” y los 799 del iPad Pro, Apple ha posicionado este año dos nuevos modelos de iPad: **el iPad Air y el iPad mini.* Ninguno de los dos es un producto completamente nuevo. Tanto en hardware* como en nomenclatura utilizan componentes y etiquetas que ya conocíamos con anterioridad y que, en diversas ocasiones, han demostrado su capacidad y fiabilidad.

De los dos nuevos modelos, el más inesperado –y, para algunos usuarios, quizá el más interesante– es el iPad mini de quinta generación. El tablet compacto de la compañía renace cuatro años más tarde con un microprocesador mucho más avanzado, una pantalla mejorada y, por primera vez en su gama, compatibilidad con el Apple Pencil de primera generación.

El objetivo de este nuevo equipo es bastante sencillo: aumentar el portfolio de productos disponible y satisfacer a esos grupos de usuarios, como por ejemplo los comercios, que demandan una tablet muy poderosa pero, al mismo tiempo, sumamente compacta, ligera y versátil.

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El iPad mini de siempre, mucho más capaz

El iPad mini es –y siempre ha sido– un producto muy especial. A diferencia de los modelos superiores, la combinación de tamaño y extrema ligereza invita a utilizar este equipo casi en cualquier situación. Puedes sacarlo en el metro e ir adelantando algo de trabajo; leer tranquilamente en el sofá usando una única mano; o ver una película durante un viaje. Y en ninguna de esas situaciones se siente pesado, incómodo o incapaz. De hecho, ocurre justo lo contrario: funciona y se siente tan práctico que nunca quieres dejarlo en casa.

Esta particular sensación está causada fundamentalmente dos aspectos: el peso y la potencia. El iPad mini de quinta generación es un equipo más poderoso que un MacBook Air de 2018 (según datos de Geekbench) pero pesa considerablemente menos que este (solo 300 gramos). En una mochila, en un bolso o incluso en la mano, puedes transportar un equipo extremadamente ligero con unas capacidades de procesamiento parejas –e incluso superiores– a las de un portátil moderno. Y todo ello, además, casi sin darte cuenta, pues sus reducidas dimensiones hacen que sea prácticamente imperceptible.

En el interior del iPad mini de quinta generación se incluye un microprocesador A12 similar al del iPhone XS, iPhone XS Max y iPhone XR. Sus capacidades están lejos de cualquier duda posible. Ningún procesador de la competencia (Qualcomm, Samsung, etc.) logra superar –o incluso equiparar– las prestaciones de este chip. Tan solo el A12X, también diseñado por Apple, y montado exclusivamente en el iPad Pro de tercera generación, ofrece un rendimiento bruto superior.

En la práctica, esta capacidad de procesamiento se traduce en una experiencia sumamente veloz y fluida. El salto respecto a la generación previa es obvio dado el lapso de tiempo transcurrido entre el iPad mini 4 y el iPad mini 5. No obstante, la mejoría en rendimiento también es notoria respecto al iPad de sexta generación, anunciado hace justo un año con un microprocesador A10 Fusion. Según Geekbench, el salto respecto a este último chip es de más de un 100%.

Gracias a las capacidades del nuevo “micro” es posible utilizar hasta tres aplicaciones de forma simultánea –una flotante y dos en pantalla dividida–, algo que hasta ahora se limitaba únicamente a los modelos Pro más recientes –en el resto de modelos, las ‘apps’ en pantalla dividida se congelan cuando se abre una aplicación flotante–. Esto contribuye a hacer del iPad una máquina más productiva y versátil.

También ayuda a ese objetivo la compatibilidad con el Apple Pencil de primera generación, que se estrena en el segmento compacto del iPad con este nuevo modelo. No se carga por inducción como el de segunda generación –ojalá–, pero quien desee dibujar, escribir, anotar o editar fotografías sobre una tablet de formato compacto, probablemente encuentre en el iPad mini de quinta generación una de las mejores opciones posibles. Es preciso, detecta el nivel de inclinación y presión (y ajusta el trazo en base a ello) y ergonómicamente resulta muy cómodo de utilizar.

La pantalla, con un tamaño de 7,9 pulgadas, conserva la misma resolución que los modelos de 9,7 pulgadas. Esto hace que la densidad de píxeles aumente y, por consiguiente, los contenidos se vean con mayor definición. También es un 25% más brillante y soporta el espacio de color DCI-P3, que se ha expandido en la gama de productos de Apple durante los últimos años. Como en cualquier producto de la marca, **la experiencia del panel –y especialmente su calibración– está al nivel de los mejores, algo sumamente importante en un equipo que se enfoca en el consumo multimedia y en labores creativas o audiovisuales como este iPad mini.

Una característica también presente en este iPad mini es la tecnología True Tone**, que cambia la temperatura de color del panel en base a la luz del entorno –lo que contribuye a un menor cansancio visual y unos colores más acertados–. No se trata de un sistema nuevo –se introdujo por primera vez con el iPad Pro de 9,7 pulgadas–, pero en el iPad mini, cuyo tamaño es perfecto para leer durante sesiones prolongadas, cobra aún más sentido la inclusión de una tecnología como esta. Es una de esas pequeñas cosas que pasan desapercibidas pero, en el largo plazo, contribuyen a una experiencia mucho más rica y satisfactoria.

La estética, como se aprecia en las imágenes, permanece intacta respecto a la generación previa. El único cambio perceptible es el recubrimiento de la zona de antenas 4G –en el modelo con conexión celular–, que ahora está construida en metal en lugar de plástico.

Y hablando del modelo celular, este nuevo iPad mini de quinta generación, como la última generación de iPad Pro, *es compatible con tarjetas eSIM***, lo que facilita la conexión de esta tablet a las redes de cualquier operador compatible y, al mismo tiempo, allana el terreno para que en un futuro no demasiado lejano, podamos decir adiós definitivamente a las tarjetas SIM físicas.

Para finalizar, tres detalles muy importantes:

- La autonomía permanece constante: las diez horas de uso que siempre han caracterizado al iPad también se reflejan en el iPad mini de quinta generación. Puedes utilizar la máquina durante toda una jornada de trabajo y, al final del día, conservar un amplio porcentaje de batería.

- Mantiene el puerto Lightning, a diferencia del USB-C de los modelos Pro.

- Las cámaras han sido mejoradas, aunque los resultados no se acercan –evidentemente– a los de un iPhone de última generación. Pese a ello, ofrecen una calidad más que suficiente para realizar capturas ocasionales o escanear documentos.

Conclusión

El iPad mini de quinta generación es, sin lugar a dudas, el mejor tablet compacto de la actualidad. La portabilidad del conjunto –que invita a llevarlo con uno mismo a todas partes– unido a la capacidad tecnológica que alberga en su interior convierten a este tablet en una de las mejores herramientas de trabajo y entretenimiento posibles.

Con él, Apple completa una gama de productos que ahora abarca al usuario más básico (iPad); el que busca una máquina sumamente portátil (iPad mini); el que demanda una máquina muy capaz y productiva (iPad Air) y el que exige lo más vanguardista (iPad Pro).

Pros

  • Al ser tan ligera, compacta y delgada, su presencia en un bolso, mochila o en la mano es casi imperceptible.
  • La integración del Apple A12 hace que todo sea extremadamente veloz en el iPad mini de quinta generación.
  • El Apple Pencil es una herramienta extremadamente útil y precisa para tomar notas, editar fotografías o diseñar.
  • La pantalla, como siempre, reproduce las imágenes con una gran precisión y calidad.

Contras

  • La recarga del Apple Pencil de primera generación es mejorable.
  • Un adelgazamiento de los marcos que rodean la pantalla habría sido positivo.