Cuando en 2015 Netflix llegó a España se vio como un viento fresco en la distribución de contenidos audiovisuales del país. La plataforma norteamericana, que desde 2011 ya estaba disponible en México, ofrecía entonces algo nuevo: un servicio de suscripción a un catálogo bastante amplio de películas y series. Como un videoclub online, sin anuncios, y con un precio recurrente al mes. Hasta entonces, solo Wuaki TV -después adquirida por Rakuten- había ofertado algo similar en el país.

Apenas cuatro años después son casi una decena el número de plataformas que ofrecen servicios similares. En 2016 llegaría HBO, en 2017 Amazon Prime Video, todos apostando por el mismo sistema de suscripción y teniendo como estiletes para engancharnos sus producciones propias más demandadas. Un panorama que ya apunta a la atomización y al que se sumarán en 2019 gigantes como Apple con su Apple TV+ y Disney. Y todo ello sin citar los servicios que se han focalizado en contenidos deportivos (Sky, beIN o DAZN) o las compañías herederas de la televisión por cable como Movistar, Orange o Vodafone.

¿Alguien da más? Este es un resumen de los principales servicios de streaming que hay actualmente operando en España en base a suscripción y su precio.

  • Netflix: desde 7,99 hasta 13,99 euros al mes
  • HBO España: 7,99 euros al mes
  • Amazon Prime Video: 3 euros al mes prorrateados en un pago anual
  • Rakuten Wuaki: 6,99 euros al mes
  • Sky: 6,99 euros al mes
  • beIN Connect: desde 9,99 euros al mes
  • DAZN: desde 4,99 euros al mes
  • Filmin: 7,99 euros al mes.

De estar suscritos a todos los servicios, la factura a final de mes sería de 55,9 euros. Por supuesto, parece complicado que alguien llegue a esos gastos por las diferencias de contenido y por las facilidades que dan estas plataformas para un consumo en familia, pero la guerra por quedarse con tu atención y con tu suscripción a final de mes, qué duda cabe, ha comenzado.

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El contenido como caballo de batalla... y el usuario como principal perdedor

Si el tablero de juego entre plataformas de streaming se ha dividido en España y América Latina, este tiene poco que ver con el de Estados Unidos, donde también están presentes con fuerza compañías como Hulu, Sling, CBS All Access, ESPN, o la propia plataforma de DC.

Hasta ahora, y pese a que parezca lo contrario, la situación era más o menos sencilla. Series como El Cuento de la Criada, originales de Hulu, llegaban a otros países donde no tenía presencia esta plataforma a través de HBO. Lo mismo ocurría con Star Trek: Discovery, un producto de CBS emitido en España por Netflix. La duda que queda es ver qué ocurrirá cuando Disney saque a la luz su propio videoclub online al tener el control accionarial de Hulu, la propiedad de Marvel Studios o franquicias como Star Wars además de su reciente compra de la rama de entretenimiento de FOX. O mejor dicho, no hay ninguna duda, lo aglutinará todo bajo su plataforma y restringirá a otras que continúen emitiendo y produciendo historias basadas en sus personajes. Una política que ya se ha cobrado sus primeras víctimas con la cancelación de todas las series Marvel de Netflix, entre las que se encontraba la celebrada Daredevil.

Y es que el contenido es y seguirá siendo el principal caballo de batalla. Lo tiene claro Apple, que ha fichado a nombres tan ilustres (o el más ilustre) como Steven Spielberg, quien se embarcará de forma inesperada en producir contenido para pequeñas pantallas. Lo sabe también Amazon, que ha salvado series anuladas como The Expanse porque sabía que era un producto con una audiencia cautiva. Lo tiene claro Netflix, que ha multiplicado su número de producciones propias ante la espantada de derechos que se le viene encima; y lo tiene claro HBO que estos días con el regreso de Juego de Tronos ha llenado el mundo online y offline de publicidad anunciado la llegada del Invierno.

Según reportes, se espera que para 2022 todas las majors norteamericanas hayan lanzado su propio sistema de suscripción para disfrutar de sus contenidos, una sobreoferta que para algunos empieza a apuntar a convertirse en una burbuja del entretenimiento y que podría haberse cobrado ya su primera víctima, Youtube, que en base a algunas informaciones se estaría planteando cortar la inversión en producciones propias que inició hace más bien poco tiempo en su servicio Premium. Demasiados actores luchando por un recurso finito: nuestro tiempo libre.

Queda mucho por asentar para ver cómo se resuelve este particular tira y afloja, más aún con dos grandes buques como Disney y Apple todavía sin fletar, pero aún antes de esto parece que es el usuario el que empieza a salir damnificado: ¿tienen los fans de Daredevil que quedarse sin una nueva temporada? ¿Y qué pasa con series como el reboot de The Twilight Zone, sin detalles de estreno fuera de Estados Unidos? ¿Debo suscribirme a un servicio más solo por una serie que me guste? Por no hablar del llamado 'secuestro' de la suscripción, que hace más fácil que sigamos pagando servicios aunque estos suban de precio, como Netflix ha hecho en México y España en los úlimos meses. Lógicamente, todo esto entra dentro de cómo libremente las empresas jueguen sus derechos y sus cartas al respecto, pero en la práctica acaba teniendo una consecuencia muy obvia: la piratería, al igual que los Caminantes Blancos, vuelve.

La piratería empieza a repuntar con el auge de estos servicios

Son varios los análisis e informes que en los últimos meses comienzan a advertir del repunte de la piratería después de que esta tocara fondo en 2015, precisamente con la expansión mundial de los servicios tipo Netflix. El estudio Global Internet Phenomena elaborado por la consultara tecnológica Sandvine, basado en el análisis de los tipos de archivos compartidos en internet, cifraba el pasado invierno que los ficheros compartidos correspondieron al 3% del tráfico global de descargas y al 22% del tráfico mundial de subidas en 2018, unos datos superiores a las de los últimos años.

La fragmentación de los contenidos en varias plataformas, y el coste añadido de cada una de ellas, estaban detrás del repunte de servicios como BitTorrent según la consultora, que mantenía un peso hegemónico a la hora de compartir archivos de este tipo.

Eso desde el punto de vista de los análisis técnicos, pero también se han realizado encuestas. MUSO, compañía de software londinense versada en estos temas, elaboró una análisis el año pasado que aseguraba que el 91% de las personas que aseguraban piratear contenidos también estaban suscritos a algún servicio de streaming. Es decir, que no existe una dualidad entre pagar por contenido y no piratear, o hacer todo lo contrario. Casi el 35% de los preguntados aseguraban además que la piratería era el único cauce que tenían para llegar a ese contenido que buscaba y una parte similar que no estaban dispuestos a pagar otra suscripción además de la que tenían para disfrutar de un único contenido que le interese.

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