En ciencia muchos grandes descubrimientos han salido a la luz por casualidad. Además, algunos de ellos incluso han surgido paralelamente en partes muy diferentes del mundo. Este es el caso, por ejemplo, del nuevo tipo de neurona descubierto el pasado 2018. Dos grupos de investigadores sin relación entre ellos se encontraban catalogando las células del cerebro de dos cadáveres donados a la ciencia, cuando hallaron un tipo de neurona diferente a cualquiera que se hubiese descrito antes. Ambos decidieron unir sus trabajos en uno solo, que culminó con la descripción de esta nueva célula, a la que bautizaron como rosa mosqueta.

Ahora, investigadores procedentes de la Escuela de Medicina de Harvard y el Instituto Gulbenkian de Ciência, en Lisboa, han decidido hacer lo mismo, después de comprobar que los experimentos que estaban llevando a cabo por separado conducían a un mismo destino, que nadie había explorado antes. Concretamente, se encontraban manipulando el gen Lin28, implicado en la regulación del tamaño corporal y el metabolismo, cuando descubrieron que las colas de los ratones con los que trabajaban tenían un tamaño anormal: demasiado corto en el caso de los portugueses y demasiado largo para los estadounidenses. Sus resultados arrojan información muy útil para el estudio de las diferentes vías de desarrollo embrionario, pudiendo aportar opciones de tratamiento cuando algunas de estas rutas fracasan.

Un nuevo tipo de neurona humana despierta interesantes preguntas sobre la evolución

Serendipia en diferentes partes del mundo

El equipo americano, dirigido por el investigador George Daley, estaba desarrollando tumores mediados por Lin28, cuando comprobaron que los ratones manipulados tenían colas muy largas, con motivo de la aparición de un número de vértebras mucho mayor de lo habitual.

Por otro lado, los científicos portugueses, con Moisés Mallo a la cabeza, no estaban trabajando con Lin28, sino con otro gen situado un poco antes en una misma vía de regulación: el Gdf11. En su caso, los ratones con este gen mutado tenían colas más cortas y gruesas que los demás. Además, poseían en su interior un tubo neural, en vez de las vértebras habituales.

Al unir sus investigaciones, ambos equipos descubrieron que las vías modificadas estaban implicadas en el desarrollo de somitas, unas estructuras que durante el desarrollo embrionario de los vertebrados dan lugar a las células de las vértebras, las costillas, el músculo esquelético, la dermis, el cartílago y los tendones. Se sabe que a medida que se desarrollan los mamíferos, estas somitas van colocándose de forma secuencial, como las cuentas que se van introduciendo en una pulsera siguiendo una secuencia concreta. Este es un proceso repetitivo, en cuya regulación juega un papel muy importante Lin28.

Esto lleva a pensar a los dos grupos de científicos que sus hallazgos podrían tener una implicación más allá del desarrollo del tronco y la cola, por lo que podrían ayudar a la comprensión de muchos otros procesos patológicos, incluida la metástasis.

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Además, este estudio, que ha sido publicado en Developmental Cell, puede ayudar a comprender la evolución de los mamíferos. “El alargamiento del eje anterior-posterior es una característica importante en los animales bilaterales, y la selección natural ha creado una variedad de longitudes de cola para adaptarse a diferentes presiones evolutivas”, explica en un comunicado de prensa una de las investigadoras de Harvard, Daisy Robinton. ”Hasta ahora, se sabía poco sobre cómo se controla la longitud y cómo la manipulación de la genética puede afectar la morfogénesis”. Cada equipo tiene diferentes expectativas de futuro para sus respectivas investigaciones. Los estadounidenses planean estudiar si la vía que condujo al alargamiento de la cola funciona del mismo modo en otros sistemas orgánicos y analizar cómo influye en el destino de los diferentes tipos celulares durante el desarrollo de los mamíferos.

En cuando a los portugueses, planean profundizar más en las interacciones moleculares que se dan tras la mutación de Gdf11.