En un tiempo en el que la práctica totalidad de los fabricantes de teléfonos móviles han dejado de lado los modelos compactos, a finales de 2018 fue lanzado con cierta sorpresa un pequeño dispositivo que se proponía romper por completo con los modelos ofrecidos en el mercado. El aparato en cuestión era un smartphone -o 'ultraphone' para sus creadores- de gama baja y pantalla de solo 3,3 pulgadas, menos que el iPhone original de 2007. Además, su minimalismo aparecía también en la práctica ausencia de botones y de funcionalidades. Pero lo que más llamaba la atención eran dos cuestiones; la primera, su nombre: Palm, al igual que la mítica marca que a mediados de los noventa revolucionó el hoy ya casi extinto mercado de las PDAs. La segunda, el rostro conocido que habían conseguido para su campaña: el dos veces MVP y tres veces campeón de la NBA, Stephen Curry.

Sin embargo, ni esta Palm es la Palm que se hizo con cierto nicho de mercado hace ya más de dos décadas ni el jugador de los Warriors es una simple imagen promocional. Curry se ha implicado en esta nueva apuesta, un dispositivo pequeño sincronizado con tu smartphone habitual para cuando realizas alguna actividad física o quieres ir más ligero, como inversor, y de hecho ostenta el cargo de Director de Estrategia Creativa de esta nueva Palm, cuyo renacer, no obstante, está sustentado también por la compañía china TCL.

Palm vuelve a la vida con un pequeño y compacto teléfono que juega con la nostalgia

Lo que propone la nueva Palm es, como decimos, una especie de complemento a un smartphone más grande. Un dispositivo que hasta ahora no nos habíamos planteado que nos hiciera falta -y quizá es porque no lo necesitamos-, pero que viene a ser un intento de teléfono móvil para ir de viaje, hacer deporte o salir con él aprovechando su pequeño tamaño. De hecho, se vende con complementos que proponen llevarlo colgando del cuello o la muñeca. Permite hacer fotos, usar aplicaciones básicas y tiene un 'modo vida' que viene a ser un modo avión mejorado para restringir las notificaciones. Su apuesta surge, por lo tanto, como respuesta al contexto de crítica del déficit de atención que supuestamente nos causan hoy en día los dispositivos inteligentes.

“No quiero estar con algo enorme cuando entreno, salgo a correr, o voy de viaje. Me molesta por su tamaño y además creo que vivimos en una época donde necesitamos centrarnos en lo realmente importante”, contaba Stephen Curry en una entrevista con la revista FastCompany sobre el dispositivo en el que se ha jugado su dinero en una suma que no se ha hecho pública, pero al que sobre todo ha unido su imagen, que de por sí ya vale millones de dólares.

El nuevo Palm es pequeño, pero lo parece aún más en la mano de Curry.

Junto al jugador de los Warriors y como promotores verdaderos de este 'mini-teléfono' están Dennis Miloseski y Howard Nuk, dos antiguos diseñadores de Samsung que crearon su propia startup en California para desarrollar su idea de un “móvil que nos libere del móvil”, según se ha descrito en algunas valoraciones.

¿Recuerdas cuando podías usar el móvil con una sola mano?

El Palm, como se ha llamado este nuevo modelo también de forma muy simple, se comercializó primero en Estados Unidos a través de Verizon a finales del recién acabado 2018, y desde hace unas semanas está ya también disponible en España, de momento de forma exclusiva con Vodafone por un precio de 372 euros.

La Palm de hoy tiene poco que ver con la de las PDA

No sabemos si este nuevo formato de dispositivo tendrá éxito, pero se basa en lo mismo que hizo la Palm original cuando en 1996 irrumpió en el mercado de las PDAs, los llamados ordenadores de bolsillo. Estos dispositivos (por si nos lee alguien que era demasiado joven en su época de mayor auge) eran una especie de smartphones prematuros sin la posibilidad de hacer llamadas: tenían calendario, lista de contactos, permitían hacer anotaciones con un pen en algunos casos... Su época de máxima expansión coincidió con las PalmPilot, que destacaban por simplificar muchas de las funciones y hacerlas realmente prácticas. Curry comenta en la citada entrevista cómo al escuchar el nombre de Palm cuando le contactaron le vino a la mente rápidamente el recuerdo de este aparato que usaba su padre -el también ex NBA Dell Curry- y que se turnaba con su hermano Seth (hoy también en la liga) para jugar a los primitivos juegos que albergaba.

Un PalmPilot de 1996

Las PDAs desaparecieron del uso por parte del gran público con la aparición de los teléfonos inteligentes, un mercado en el que Palm también se quiso posicionar de forma pionera con el lanzamiento del Treo 600 en 2004. Con este teléfono se podía hacer llamadas e incluso enviar emails. Pero si por algo se hizo relevante en su última etapa Palm fue por desarrollar el sistema operativo webOS, que durante mucho tiempo fue el referente en las primeras televisiones interactivas, en cámaras de fotos y algunos móviles. Esta interfaz fue el último caballo de batalla de una compañía que fue viendo cómo se iba quedando atrás en la revolución móvil que bajó de la primera línea a otros referentes como Nokia. Al final, en 2010 Hewlett-Packard compró lo que quedaba de Palm, pero dos años más tarde se deshizo de ella por partes: el desarrollo de WebOS fue vendido a LG -que lo ha mejorado para implementarlo en sus televisiones- y la marca Palm como tal, a TCL Corporation.

TCL es una empresa con sede en la ciudad de Huizhou que, pese a vender bajo su marca en su territorio nacional, se ha especializado en los últimos años en comprar derechos para trabajar con otros nombres en el extranjero. Así pues, ha firmado acuerdos para explotar las marcas Alcatel para Europa, y Blackberry o la marca de televisores RCA en Norteamerica. Bajo distintas modalidades de licencia, TCL fabrica y distribuye así dispositivos con nombres de marcas que ahora no pasan por su mejor momento o que se han centrado en otros nichos de negocio. Y eso es exactamente lo que quieren hacer también con Palm, de cuya estructura anterior solo queda el nombre.

Ni Miloseski ni Nuk, los dos ex de Samsung que diseñaron en primer lugar lo que hoy es el nuevo Palm, tuvieron sin embargo nada que ver con el nombre. Buscando financiación, contactaron con TCL, quien les ofreció la posibilidad de operar bajo el nombre de la marca que acababan de comprar unos años antes. Dicho de otra forma, que se llame Palm es una herencia más ligada al marketing que a otra cosa.

Stephen Curry y la vocación inversora de La Bahía

Pero, ¿cómo llegó una startup y una empresa china a ligar su lanzamiento con Curry como inversor? La respuesta hay que buscarla en la propia idiosincrasia emprendedora de La Bahía de San Francisco, donde juegan los Warriors, que el año que viene se mudarán precisamente cruzando el puente desde Oakland a 'The City'.

Medios como Forbes ya han destacado que en los actuales Warriors, para muchos el mejor equipo de la historia de la liga, existe una especial vocación inversora, y que esta la capitanea el veterano alero Andre Iguodala. 'Iggy', como se le apoda, destacó en su momento por comprar acciones de Tesla, Facebook o Netflix mucho antes de que se hicieran empresas tan conocidas, y los medios que siguen al equipo coinciden al señalar que inculcó parte de ese afán tecnológico a las jóvenes estrellas como Curry, quien hoy es el jugador mejor pagado de la NBA con un salario que supera los 37 millones de dólares por temporada. Eso, más lo que suma por sus propios contratos de publicidad.

De este modo, Curry formó hace un par de años SC30, un fondo inversor gestionado por su amigo de la universidad Bryant Barr que hace poco confió también en la empresa SnapTravel, una central de reservas especializada en añadir al proceso de búsqueda de alojamiento inteligencia artificial. Que el que es hoy uno de los jugadores más importantes de la NBA invierta dinero en algo no es desde luego sinónimo de que triunfe, pero sí que sirve para destacar cómo la innovación tecnológica se ha convertido en un punto de atracción de fortunas que hasta hace poco pasaban por alto estas iniciativas. Veremos si ahora el regreso de Palm de la mano de Curry logra el mismo éxito que el base tiene sobre la cancha.