Aunque no hay unanimidad en la crítica especializada sobre el valor de **la película Bohemian Rhapsody** (Bryan Singer y Dexter Fletcher, 2018), algunos coincidimos con los espectadores cinéfilos, a los que les ha entusiasmado en líneas generales según los números que se desprenden de sus votos en los ficheros de cine en la red, y la consideramos uno de los mejores biopics sobre músicos del séptimo arte. Y eso que, por razones de idoneidad narrativa y probablemente conveniencia de los miembros restantes de Queen, Anthony McCarten ha cambiado en su guion unos cuantos aspectos de la historia real de Freddie Mercury (Rami Malek) y la trayectoria de su célebre banda de rock. Tal como cuenta Fax Farrow en *Screen Rant*, “las líneas de tiempo han sido alteradas” y, “ocasionalmente, algunos detalles no coinciden” y “varios eventos se reorganizan para crear un potente efecto dramático”.
La primera diferencia la podemos encontrar en cómo se formó el grupo: el joven Farrokh Bulsara (Freddie) fue compañero de piso de Brian May (Gwilym Lee), Roger Taylor (Ben Hardy) y Tim Staffell (Jack Roth), componentes de Smile, por un tiempo, y actuaron juntos en Liverpool con Ibex, la banda a la que pertenecía Mercury, en 1969; de manera que el cantante no reemplazó a Staffell en Smile con la espontaneidad del filme. Así mismo, Mary Austin (Lucy Boynton) había estado saliendo con May antes de que Freddie la conociese durante sus horas de trabajo en la tienda Biba, y este último pidió permiso a May para interesarse por ella, que sólo empezó a seguir a Smile después. Mercury y Austin no rompieron ni se alejaron tan dramáticamente, y ella además fue su asistente personal una temporada. “Todos mis amantes me han preguntado por qué no podía reemplazar a Mary, pero es simplemente imposible”, dijo Freddie en una entrevista de 1985.
Resulta obvio para cualquiera, por otra parte, que se ha pasado de puntillas por la vida disoluta de Mercury en fiestas y con las drogas, y por su gran apetito sexual: no es que no se haya sugerido que era así, sino que se ha minimizado su desarrollo en la película para adaptarla a un público más mayoritario, según los deseos del productor Graham King. Y se da a entender la homosexualidad de Freddie, cuando lo cierto es que tuvo otras amantes femeninas, como la actriz alemana Barbara Valentín (Berlin Alexanderplatz), y por lo tanto, era bisexual pese a no haber querido etiquetarse nunca. Y tampoco le reveló a sus padres, Bomi (Ace Bhatti) y Jer Bulsara (Meneka Das), cuál era su verdadera relación con Jim Hutton (Aaron McCusker), de quien dijo que se trataba de su jardinero cuando le preguntaron. Así, la aceptación de sus progenitores no es otra cosa que una concesión emocional agradable para los espectadores.
Si bien Brian May y Roger Taylor calificaron a Paul Prenter (Allen Leech) como “una mala influencia” para Mercury, la verdad es que no llegó al punto de que causara su ruptura con el grupo. Y ni siquiera se fueron tres por dos calles, sino que optaron conjuntamente por reducir la producción de Queen y explorar su música en solitario. Como tampoco echó Freddie al representante John Reid (Aidan Gillen) por una trampa que le tendió Prenter, sino que cortaron lazos como amigos; ni el cantante se marchó solo a Munich, ya que el resto de los miembros de la banda le acompañaron; **ni despidió a Prenter por no informarle de los conciertos Live Aid en el estadio londinense de Wembley sino un año más tarde, en 1986, por vender información jugosa al tabloide The Sun, de modo que no le traicionó en ninguna entrevista televisiva como vemos en el filme. Y Ray Foster (Mike Myers) no existe**: representa a distintos productores que no comprendieron ni apoyaron las ideas de Queen.
Mercury no recibió su diagnóstico del sida hasta 1987, dos años después del concierto de Live Aid, tardó otros dos más en anunciárselo a los otros integrantes de la banda y el mundo lo desconoció hasta noviembre de 1991. Y *no podríamos escuchar la canción “Who Wants To Live Forever” cuando Freddie afronta a la perspectiva de su enfermedad ni su composición está vinculada a ella: en realidad, es obra de Brian May para la película Highlander (Russell Mulcahy, 1986), que se estrenó un año después de Live Aid y otro antes del triste diagnóstico*. Y por último, si en las actuaciones benéficas de Wembley participaban artistas internacionales como Sting, Phil Collins, U2, Bryan Adams, David Bowie, Madonna, Elton John, Led Zeppelin, Black Sabbath, The Who, Paul McCartney, Mick Jagger, Keith Richards, Bob Dylan, Eric Clapton, Santana o Stevie Wonder, parece muy improbable que no se produjesen donaciones telefónicas hasta que Queen pisó el escenario. Aunque su música sea tan extraordinaria.