El mundo fantástico de Harry Potter y compañía que aprendimos a amar gracias a las novelas de Joanne Kathleen Rowling y sus adaptaciones al cine vuelve con su décima película, la segunda parte de las cinco que compondrán la saga de Animales fantásticos.Los que piensan que la escritora británica decidió continuar con las mágicas historias que la habían convertido en una gran celebridad en todo el mundo —y que, bueno, habían llenado su cuenta bancaria de ceros a la derecha— por seguir aprovechándose de la gallina de los huevos de oro fallan el tiro, y no solamente porque Rowling no necesita engordar más su patrimonio de forma imperiosa, sino también porque ella misma ha explicado en la première europea de **Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald** que quiso ocuparse de los libretos de esta nueva pentalogía por la pasión de sus seguidores. Y, en cualquier caso, uno debería preguntarse qué importan los motivos mientras nos ofrezcan películas tan decentes como las dos que llevamos hasta ahora.
Pese a su estrecha colaboración con los cineastas que adaptaron las siete novelas sobre el Niño que Sobrevivió, Rowling nunca había participado en la escritura de los guiones hasta el prudente entretenimiento de *Animales fantásticos y dónde encontrarlos* (David Yates, 2016), el inicio de la narración de los hechos sobre el responsable de uno de los libros con los que estudian los alumnos de Cuidado de Criaturas Mágicas, asignatura impartida en el Colegio Hogwarts por Silvanus Kettleburn, Rubeus Hagrid (Robbie Coltrane) y Wilheminia Grubbly-Plank (Apple Brook), Newt Scamander, y la lucha contra el temible mago oscuro Gellert Grindelwald, a quien ya vimos con el rostro de Jamie Campbell Bower (Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street) —que aquí repite— y Michael Byrne (Indiana Jones y la última cruzada) en la primera parte de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (Yates, 2010), y con quien el famoso villano Lord Voldemort (Ralph Fiennes) comparte sus motivaciones.
La gran diferencia entre la película inaugural de esta saga y Los crímenes de Grindelwald, que dirige Yates en su sexta aportación a las adaptaciones del universo mágico de J. K. Rowling tras Harry Potter y la Orden del Fénix (2007), El misterio del Príncipe (2009), el díptico ya mencionado de Las Reliquias de la Muerte (2010, 2011) y, por supuesto, ya primera Animales fantásticos, es que la guionista **ha solucionado uno de los principales inconvenientes de su predecesora: la triste perspectiva de que estas tramas pudiesen carecer de la gravedad y la sobrecogedora y gradual incertidumbre de las oscuras aventuras de Harry Potter* (Daniel Radcliffe). Animales fantásticos y dónde encontrarlos se andaba con chiquitas, tal vez por no jugar las mejores cartas de la historia demasiado pronto, pero eso se acabó, y en Los crímenes de Grindelwald* ya se apunta la tragedia del enfrentamiento entre magos sansones que casa a la perfección con el ominoso espíritu que se va a apoderando de los filmes originales.
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Y lo correcto es decir que “se apunta” para no llevar a engaño a los espectadores, pues **Rowling no ha puesto toda la carne en el asador todavía; sólo ha dejado entrever que la pondrá en el futuro, y esta película constituye una reorganización de fuerzas y posiciones como un paso más hacia la guerra terrible que vendrá, con giros siempre coherentes según las actitudes que condicionan el comportamiento de los personajes**, y la demostración de que la británica sabe dosificar muy bien los progresos de su nuevo relato —no se siente que lo alargue sin necesidad, como sucedió, por ejemplo, con la trilogía de El Hobbit (Peter Jackson, 2012-2014)—, por lo que no da la sensación de que este vaya a conducirnos a un desarrollo y un cierre decepcionantes en modo alguno.
Hasta donde hemos podido ver, Animales fantásticos se halla lejos en virtudes de entregas como Harry Potter y el prisionero de Azkaban (Alfonso Cuarón, 2004), la más compleja y vibrante guionística, audiovisual y dramáticamente, o La Orden del Fénix, la de mayor inspiración de **David Yates. Pero el trabajo de este* último en Los crímenes de Grindelwald* sigue siendo medido y eficaz, o sea, aceptable para mantener el espectáculo con la planificación justa, el ritmo oportuno y las maravillas fantasiosas de rigor que justifican el género sin merma. Pero, si se trata de un avance hacia el tono y el destino escénicos más convenientes, no lo es tanto en absoluto si nos referimos al humor, la emotividad y el lucimiento de los actores comparándolos con lo que nos brindó la película precedente.
Quizá alguien quiera intuir en esta pega cierta incoherencia con la aprobación de una mayor seriedad y, sin embargo, sabemos que ambas cosas no están inevitablemente reñidas. Así, se puede alegrar uno sin problemas por que Animales fantásticos vaya huyendo de la trivialidad en la trama y que añore a la vez la chispa cómica de Dan Fogler (Taking Woodstock) como el muggle Jacob Kowalski. Cómo él, el resto del reparto cumple sin buscar que se le aplauda, desde Katherine Waterston (*Steve Jobs) como Porpentina Goldstein, la siempre seductora Zoë Kravitz (Mad Max: Fury Road) en la piel de Leta Lestrange, Callum Turner (The Only Living Boy in New York) como Theseus Scamander y Alison Sudol (Transparent) encarnando a la menos encantadora Queenie Goldstein hasta William Nadylam (L'absence), Ezra Miller (Liga de la Justicia) o Claudia Kim (Vengadores: La era de Ultrón*) como Yusuf Kama, Credence Barebone y Nagini respectivamente.
A excepción hecha de Jude Law (Enemy at the Gates), quien obviamente ha estudiado la interpretación de Richard Harris o Michael Gambon como Albus Dumbledore, y Eddie Redmayne (La teoría del todo), que continúa con su calculada composición excéntrica de Newt Scamander. Y sobre el fascistoide Gellert Grindelwald de Johnny Depp (*Edward Scissorhands*), aunque parezca mentira, aún hay poco que decir, pues el actor estadounidense no ha tenido ocasión todavía más que de quedarse varios puntos por debajo de construir un villano cautivador. Y James Newton Howard, por otra parte, sigue en la brecha con su épica, ensoñadora e inquietante partitura y sus coros, que contribuyen mucho a sustentar el matiz fantástico y la fortaleza de la narración.
Conclusión
Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald ha subido el envite hacia una probable colisión épica distanciándose de la trivialidad y, al tiempo, se ha recortado en los detalles accesorios más atractivos sin que afecte al empuje de su fantasía y sus sortilegios cinematográficos, por lo que la magia continúa al final al mismo nivel satisfactorio de la entrega anterior en la última balanza.
Pros
- La dirección eficiente, pero sin lucimiento, de David Yates.
- Que el guión de J. K. Rowling apunta hacia el espíritu ominoso de la saga original.
- Las interpretaciones de Jude Law y Eddie Redmayne como Albus Dumbledore y Newt Scamander.
- Los giros coherentes con las actitudes de los personajes.
- La épica, ensoñadora e inquietante partitura de James Newton Howard.
Contras
- La merma en el humor y la emotividad.
- Que la mayoría de los actores que se lucieron en la entrega anterior ahora sólo cumplen.
- Que el villano de Johnny Depp se queda varios puntos por debajo de resultar cautivador.