Hace apenas una semana, un estudio llevado a cabo por científicos coreanos establecía que más del 90% de las marcas de sal de mesa analizadas en países del todo el mundo contenían niveles más o menos elevados de microplásticos. Este trabajo se unía al de otros investigadores de diferentes nacionalidades, que también concluyen que este producto tan común en nuestros hogares contiene grandes cantidades de estas problemáticas partículas contaminantes.
Sal de mesa: el camino de vuelta de los microplásticos a nuestros hogares
Aunque las dosis detectadas en la sal no son excesivamente preocupantes, los autores de estos estudios advierten que se suman a los microplásticos que ingerimos a través de otros productos de origen marino, como el marisco. Es precisamente este uno de los alimentos más preocupantes en ese aspecto; ya que, mientras que muchos peces se evisceran antes de cocinarse, la mayoría de invertebrados comestibles se toman enteros, sin quitar ni el estómago, ni el intestino, ni nada de lo que pueda encontrarse en ellos. ¿Pero llegan también hasta nuestro sistema digestivo? Según un estudio que ha sido presentado hoy mismo en un congreso de gastroenterología en Viena, sí. Y han sido las heces de varios voluntarios las que lo han demostrado.
Se cierra el ciclo de los microplásticos
Los microplásticos son partículas de este material con tamaños inferiores a los cinco milímetros que pueden proceder de las microesferas de un gran número de productos de cosmética e higiene o de la degradación de otros artículos de mayor tamaño. Sus reducidas dimensiones, que superan muchos de los filtros establecidos en la limpieza de aguas residuales, y el hecho de que frecuentemente formen parte de productos que se desechan liberándolos en los desagües hace que sea muy fácil que lleguen a los ecosistemas acuáticos, donde son ingeridos por los animales que allí habitan. Pero la cosa no queda ahí, pues muchos de estos animales son capturados para el consumo humano, por lo que finalmente los microplásticos que ya se han incorporado a su organismo terminan siendo ingeridos por nosotros.
Conscientes de este problema, investigadores de la Universidad Médica de Viena y la Agencia de Medio Ambiente de Austria han analizado las heces de un grupo de ocho participantes procedentes de países de todo el mundo, como Japón, Finlandia, Reino Unido, Polonia, Rusia o los Países Bajos. Como cabía esperar, las muestras analizadas contenían microplásticos en una concentración media de 20 micropartículas por cada 10 gramos de materia fecal. De los tipos de plástico encontrados, el más frecuente fue el polipropileno, seguido por el polietileno, que precisamente fue el más común en las marcas de sal analizadas recientemente. Todos los participantes estaban en contacto diario con el plástico, por ejemplo por el consumo de agua embotellada. Además, ninguno de ellos era vegetariano y seis de ellos habían tomado pescado durante la semana previa a la recogida de muestras.
Tus heces valen dinero y pueden ayudar a salvar vidas
Se trata de un estudio piloto, con pocos participantes, por lo que no pueden tomarse conclusiones aceleradas. Sin embargo, el hecho de que ocho personas de ocho países diferentes den lugar a resultados tan similares da que pensar sobre los efectos que pueden causar los microplásticos sobre nuestra salud. Y no solo porque su composición química contiene sustancias tóxicas, sino también porque después de ser desechados en entornos acuáticos pueden absorber otros compuestos contaminantes presentes en ellos.
Para tener más información será necesario que estos investigadores continúen el estudio, con un número mayor de participantes y, además, que analicen cómo podría afectar sobre la salud el consumo involuntario de estas sustancias. Por el momento, los expertos alertan de que, si bien estos microplásticos se encuentran en una mayor proporción en el intestino, las partículas más pequeñas podrían escapar hasta el torrente sanguíneo, el sistema linfático y el hígado. Además, se cree que pueden afectar particularmente a pacientes con enfermedades previas, especialmente las relacionadas con el sistema gastrointestinal. Sin duda es una razón más para tomarse en serio la reducción del uso de plásticos.