Almería acaba de ser declarada Capital Española de la Gastronomía para el año 2019. También es mundialmente conocida por la variedad de sus paisajes, que han sido escenarios de un sinfín de películas, durante los últimos setenta años. Por supuesto, también es más que famosa por sus playas y por su historia musulmana, de la que fueron testigos algunos monumentos que aún siguen en pie, como la Alcazaba amurallada que saluda a sus visitantes desde la entrada de la ciudad. Incluso goza de un gran interés científico por la calidad de su cielo, custodiado permanentemente por el Observatorio Astronómico de Calar Alto, en la Sierra de los Filabres. Pero lo que muchos no saben o no valoran lo suficiente es que la provincia cuenta también con una riqueza mineral que la hace única, tanto en España como en el resto del mundo (y del universo).

Por eso, ha sido elegida por la Agencia Espacial Europea y la compañía Airbus como campo de pruebas para el prototipo del Rover que será enviado a Marte en 2020, dentro del marco de la misión ExoMars Trace Gas Orbiter (TGO). En Hipertextual hemos tenido la oportunidad de viajar hasta lo más profundo del desierto almeriense, donde los científicos e ingenieros responsables del proyecto ya terminaban de realizar los últimos ensayos con el robot. Los resultados de momento han sido más que exitosos, como se podía comprobar en el contagioso entusiasmo de los padres de esta misión, con la que el ser humano dará un paso de gigante en el estudio de los misteriosos entresijos del planeta rojo.

Científicos reunidos antes de empezar las pruebas

Un robot único

Un Rover es un vehículo espacial diseñado para moverse a través de la superficie de un planeta u otro cuerpo celeste. Desde finales de los años 60 se han lanzado al espacio un gran número de estos robots, unos con más éxito que otros. Sin embargo, el que se ha estado probando hasta ahora en Almería cuenta con una serie de características que lo convierten en una herramienta única para la exploración de Marte.

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Según ha explicado a Hipertextual Fernando Rull, profesor del departamento de Física de la Materia Condensada, Mineralogía y Cristalografía de la Universidad de Valladolid e investigador principal del instrumento Raman, este vehículo se diferencia de cualquier otro en dos factores principales: su capacidad para extraer muestras del subsuelo y su forma de analizarlas.

Teniendo en cuenta la información de la que disponen los científicos hasta el momento, si en Marte hay vida esta debe encontrarse bajo la superficie del planeta. Por eso, este Rover cuenta con una perforadora, capaz de extraer muestras a dos metros de profundidad, que después se machacan hasta dejar un polvo muy fino, de escala microscópica. Una vez formado, este polvo pasa a ser analizado por tres instrumentos situados en su interior del vehículo: el espectrómetro de infrarrojos, el espectrómetro Raman y el MOMA, que analiza las muestras por espectroscopía de masas mediante láser y cromatografía de gases. Todas estas herramientas colaborarán entre sí estudiando las muestras, en busca de materia orgánica o cualquier indicio de actividad biogénica, ya sea presente o pasada.

Marte esconde un enorme lago de agua líquida bajo su superficie

Pero hasta llegar a este punto son necesarios otros pasos previos, cuyo ensayo ha salido a la perfección. En primer lugar, es necesario reconocer el terreno. Para ello, el Rover cuenta con una serie de cámaras panorámicas y un microscopio de proximidad, que reconoce las rocas en busca de señales interesantes de analizar. Además, cuenta con un radar de penetración que realiza mapas del subsuelo, para saber dónde se debe perforar. Todos estos datos se envían al Centro Europeo de Telecomunicaciones y Aplicaciones Espaciales (ECSAT), en Reino Unido, cuyos científicos deciden si se debe perforar o no. Si finalmente el veredicto es positivo, se sacan muestras cada cincuenta centímetros.

En los ensayos realizados en el desierto almeriense el vehículo ha utilizado toda esta instrumentación para reconocer el terreno en busca de afloramientos de rocas y otras zonas perforables. Igual que ocurrirá en Marte, el robot ha enviado al ECSAT los datos sobre el reconocimiento del terreno, aunque en este caso también se han validado paralelamente con notas tomadas in situ por la geóloga de la Open University Susanne Schwenzer. Así, se ha podido comprobar que la información extraída por el Rover es totalmente fiable.

Muestra extraída durante las pruebas.

Almería, un trocito de Marte en la Tierra

Ante todo, como bien ha puntualizado a este medio Fernando Rull, se debe tener en cuenta que Marte y la Tierra son dos planetas totalmente diferentes, por lo que no se puede decir que ninguna región terrestre sea “igual” que el planeta rojo. Sin embargo, sí que es posible buscar zonas análogas, con características que los convierten en buenos campos de pruebas para misiones dirigidas a llegar hasta allí. En este caso, Almería es sin duda una de las mejores opciones.

Científicos de ExoMars utilizan el desierto almeriense como campo de pruebas

Esto se debe a que tanto su morfología como sus procesos geológicos y mineralógicos son muy similares a los del entorno marciano. Además, Almería fue el primer lugar en el que se descubrió la jarosita, un mineral cuya formación se relaciona con la presencia de agua, que también fue detectado en Marte, en 2004. Pero la jarosita no es el único factor que hace a esta ciudad del sureste español tan interesante para proyectos como este. También los son otros componentes de su terreno, como los yesos, las cuevas y en general todos los procesos de formación de minerales. Por eso, Rull lo tiene muy claro:

“La variedad geológica de Almería es muy especial y debería valorarse mucho más”.

También ha estado totalmente de acuerdo en sus declaraciones Susanne Schwenzer, quien considera que los paisajes de esta región de Almería son idóneos para misiones como esta.

Próximo destino: Chile

Para la realización del proyecto era necesario seleccionar dos análogos marcianos, por lo que el equipo también se trasladará al desierto de Atacama, en Chile.

“Desde ahora hasta Navidad tendremos que extraer conclusiones de todo lo que ha ocurrido en Almería, para saber qué debemos corregir o mejorar”, ha explicado Rull. “Después realizaremos el segundo ensayo en el desierto de Atacama, en Chile”.

Este desierto es mucho más seco que el almeriense, llegando a darse precipitaciones una vez cada varios años en algunas zonas. En Almería la lluvia les ha impedido trabajar algunos días, allí con alta probabilidad no tendrán ese problema. En cuanto a la variedad mineral de este paraje chileno no es tan grande como la del desierto almeriense, aunque sí que cuenta con algunas ventajas. Por ejemplo, en altitud su atmósfera es más limpia, por lo que podrían obtenerse imágenes más claras a través de las cámaras panorámicas.

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Una misión para conocer mejor el planeta rojo

El objetivo principal de esta misión será buscar algún rastro de vida en Marte. Sin embargo, no es su único propósito, ya que también pretende conocer más a fondo su mineralogía y mejorar los modelos establecidos sobre sus procesos geológicos. Por eso es tan importante que el Rover sea capaz de extraer muestras del subsuelo y reducirlas a polvo, cuya composición se puede estudiar con más facilidad.

Si todo va bien, y por el momento está siendo así, el lanzamiento tendrá lugar en 2020. Por lo tanto, podría coincidir con la misión Mars 2020 de la NASA, que también llevará un Rover a la superficie de Marte. En ese caso, sería la primera vez que dos vehículos de estas características coincidieran en tierras marcianas. Esto, más que un inconveniente, podría convertirse en una gran ventaja, ya que los científicos de ambas agencias espaciales dispondrán de datos diferentes, que pueden ponerse en común para obtener conclusiones conjuntas. La colaboración entre investigadores ha estado detrás de muchos grandes hitos de la historia de la ciencia. Y lo que estos científicos se traen entre manos puede ser asombrosamente grande.

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