NASA Goddard / Robert Simmon (Tierra), NASA / JPL (Neptuno)

Desde que a mediados de la década de 1990 se descubriera el primer planeta ajeno al Sistema Solar, el número de exoplanetas hallados a día de hoy ronda los 3.500. De todos ellos, aproximadamente 2.300 han sido descubiertos en el marco de la misión Kepler, iniciada por la NASA en marzo de 2009.

El 15 de agosto de 2013 la misión se dio por finalizada, pero tres meses más tarde se anunciaba el inicio de la extensión K2, que todavía sigue lanzando a los astrónomos datos de gran interés para el hallazgo de nuevos planetas.

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El último hallazgo ha sido el de Wolf 503b, un exoplaneta que aporta información muy interesante sobre la distribución de este tipo de astros. Su descubridor ha sido Merrin Peterson, una joven estudiante que acaba de iniciar su máster en el Instituto de Investigación de Exoplanetas (iREx) de la Universidad de Montreal.

En busca de planetas fuera del Sistema Solar

Peterson acababa de iniciar sus estudios de postgrado en el mes de mayo, cuando llegaron hasta iREx los últimos datos enviados por la misión K2.

Junto a su asesor, el profesor Björn Benneke, comprobó que había muchos indicios de candidatos a exoplanetas.

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Estos candidatos se localizan especialmente en base a dos parámetros, conocidos como tránsito planetario y velocidad radial. El primero se da cuando el brillo de una estrella se ve alterado por un oscurecimiento periódico. Esto indicaría que algo está orbitando en torno a él regularmente, de modo que al pasar por delante obstaculiza la llegada de la luz al punto de observación. Dicho oscurecimiento, además, puede ayudar a calcular el tamaño del posible planeta, ya que astros más grandes impiden en mayor medida el paso de luz.

En cuanto a la velocidad radial, aunque los planetas sean mucho más pequeños que las estrellas a las que orbitan, sí que tienen cierta influencia gravitatoria sobre ellas, atrayéndolas levemente. Esto genera una serie de perturbaciones que también pueden ser un indicador de la masa del planeta, ya que los más grandes generan perturbaciones mayores.

En el caso de Wolf 503b se podían ver claramente estas fluctuaciones en la luz. El siguiente paso de Peterson y Benneke fue analizar el espectro de su estrella anfitriona a partir de los datos obtenidos por el Telescopio Infrarrojo de la NASA. Esto les permitió comprobar que se trataba de una antigua enana naranja, con una luminosidad ligeramente menor que la del Sol.

Finalmente, para confirmar que se trataba de un planeta, utilizaron imágenes de alta resolución obtenidas en el observatorio Palomar, en San Diego, e indagaron en datos de archivo para descartar la existencia de otros astros que hubiesen podido generar las perturbaciones, como estrellas de fondo.

Finalmente, dispusieron de datos suficientes para confirmar que con alta probabilidad se trata de un exoplaneta.

En la brecha entre la Tierra y Neptuno

Wolf 503b se encuentra a 145 años luz de la Tierra, en la constelación de Virgo. Tiene un tamaño unas dos veces mayor que el de la Tierra y orbita en torno a su estrella a una distancia diez veces más pequeña que la que mantiene Mercurio alrededor del Sol.

Podría considerarse un exoplaneta más de los miles descubiertos por la misión Kepler, pero en realidad cuenta con una peculiaridad que lo hace muy interesante: su tamaño.

El año pasado, un equipo de investigadores de Caltech llevó a cabo un estudio basado en datos de la misión Kepler y el Observatorio WM Keck en el que se concluía que la inmensa mayoría de exoplanetas descubiertos se podrían separar en dos grupos, a los que llamaron súper-Tierras y mini-Neptunos.

Las súper-Tierras son planetas rocosos, como la Tierra, pero con un tamaño hasta 1’75 veces mayor que el suyo.

Por otro lado, los mini-Neptunos son planetas gaseosos, cuyo tamaño sería de 2 a 3’5 veces mayor que el de la Tierra, que a su vez es 4 veces más pequeña que Neptuno.

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El nuevo exoplaneta hallado en Montreal se encontraría justo en el límite entre ambos, en la que estos científicos bautizaron como Brecha Fulton.

La brecha puede parecer muy pequeña; pero, si se tiene en cuenta que el radio de la Tierra mide aproximadamente 6.371 km, la diferencia entre un radio 1’75 veces mayor y otro el doble de grande sería de más de 1.000 kilómetros.

Wolf 503b sería uno de los pocos planetas ubicados en el interior de esa brecha, por lo que podría dar a los científicos datos interesantes sobre ella. Además, su estrella se encuentra relativamente cerca de la Tierra y tiene un brillo suficientemente grande para facilitar a los científicos la obtención de datos.

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Por el momento no se ha comprobado si se trata de un planeta gaseoso o rocoso. Este es el objetivo actual de estos científicos, que se encuentran emocionados por la importancia de su hallazgo. Una buena forma de empezar un máster, sin duda.

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