Cambiar o no la hora en invierno y verano o adaptarse a un nuevo huso horario con el fin de intentar mejorar nuestra calidad de vida. El debate sobre los horarios ha sido recurrente, especialmente en España, durante los últimos años. Un asunto que ha vuelto a saltar a la palestra después de que la Comisión Europea anunciara hace unos días su intención de proponer la derogación del cambio de hora estacional, esos dos momentos en marzo y octubre en los que adelantamos y retrasamos coordinadamente las manijas del reloj en toda la Unión Europea.

La decisión de Bruselas llega después de una encuesta virtual en la que 4,6 millones de ciudadanos votaron mayoritariamente por eliminar el cambio de hora. La mayoría de los votantes fueron alemanes, austríacos, luxemburgueses y fineses. En los países del sur, con otra latitud y ciclos solares, la participación ha sido mucho más pequeña, a pesar de que en España también un 93% de los participantes apoyaron mantener un horario fijo todo el año.

La Comisión ha propuesto que se mantenga el horario fijo de verano en toda la Unión, un cambio que tras los trámites burocráticos, solo llegaría en todo caso a partir de 2020. Además, también permitiría que cada Estado decidiera cambiar a un nuevo huso horario si así lo decide. Ante esto, el Ministro de Exteriores y antiguo Presidente del Parlamento Europeo Josep Borrell, afirmó que quizá a España le convendría adaptarse al huso horario del meridiano de Greenwich (que pasa por España), el mismo que usan Portugal y Reino Unido, lo que haría que retrasásemos nuestros relojes una hora.

Con este caldo de opiniones, a España en particular le aparecen cuatro opciones sobre la mesa:

  • Quedarnos todo el año con nuestro actual horario de verano, como propone Bruselas: UTC +2
  • Quedarnos todo el año con nuestro actual horario de invierno: UTC+1
  • Mantenerse como hasta ahora, con cambio de hora estacional: UTC+1 en invierno y +2 en verano, conocido como Horario central europeo
  • Cambiar de huso horario al de Reino Unido y Portugal: UTC en invierno y +1 en verano, el Horario de Europa Occidental

¿Cómo afectaría cada una de estas opciones a nuestro día a día? ¿Cuándo amanecería y anochecería en los distintos meses según la elección? En Hipertextual hemos hablado para abordar esta cuestión con Antonio Martínez Nicolás, Doctor en Medicina e investigador del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia (Cronolab), centro de referencia en la materia. Allí estudian cómo los distintos horarios y el transcurso del día desde el amanecer hasta el anochecer afectan a la fisiología de los seres vivos a través de lo que se conoce como ritmos circadianos. Un campo de estudio que ganó notoriedad después de que sus precursores recibieran el Nobel de medicina en 2017, y que en este caso sirve para explicar cómo nuestro reloj biológico se adapta al mismo tiempo tanto a nuestro horario conceptual (aquel que marcan nuestros relojes) como a la hora o posición solar.

Mapa de husos horarios actuales. Wikimedia Commons

En la actualidad se encuentran elaborando un documento que aborda cómo cada una de estas opciones puede hacer que el sol salga más tarde o más temprano (entiéndase que el sol saldrá siempre igual, pero lo percibiremos así en nuestros relojes) en distintas ciudades españolas. Las diferencias son importantes, porque entre Baleares, y la parte más occidental de Galicia, puede llegar a haber hasta hora y media de diferencia en la salida y puesta del sol, por no hablar de las Islas Canarias, ya con un horario diferente. “España está situada en una latitud y ocupa una extensión que no hace fácil que un solo huso horario sea el idóneo, pero hay que partir de la base de que lo práctico es que la mayoría del territorio tenga la misma hora”, comenta Martínez Nicolás que aclara no obstante sobre el huso actual que “España está adelantada entre una y dos horas sobre la hora solar”.

Un poco de historia sobre el horario actual: la hora de Alemania, en España

El origen de los horarios actuales, acordados por Estados y posteriormente de forma internacional, se basa en la llegada del ferrocarril. Básicamente, era necesario tener la misma hora en el mismo territorio para no hacerse un lío con las salidas y llegadas de trenes.

España tomó su huso horario actual en la II Guerra Mundial, tomando la misma que Alemania. También lo hicieron así en el periodo bélico Reino Unido y Francia, con el objetivo de coordinar mejor los frentes y ahorrar energía en tiempos de escasez. Tras el conflicto, Francia y España prefirieron quedarse con el horario Alemán, mientras que Reino Unido volvió al natural para su meridiano. Este pasaje en ocasiones se ha vinculado como una referencia del régimen franquista hacia el bando Nazi, aunque las últimas investigaciones parecen descartarlo. Parece que tuvo más peso seguir el mismo horario que nuestros vecinos franceses, y que el resto del continente.

No fue hasta 1973, con la crisis del petróleo, cuando la mayoría de los países que hoy forman la Unión Europea y Estados Unidos implantaron los cambios de hora entre verano en invierno. El objetivo en un primer momento era ahorrar energía, un valor añadido que actualmente los informes solo cifran entre un 0,5 y un 2%, lo que ha hecho que su función quede un tanto en entredicho para muchos.

Todas estas andanzas no han evitado que durante años haya surgido la discusión sobre si España está en el huso horario que más le favorece. Por distribución en el globo, el meridiano de Greenwich (el mismo que da hora a Reino Unido y Portugal) parece el más adecuado, aunque ver cómo el sol va iluminando la superficie terrestre nos demuestra que, inevitablemente, en España siempre habrá diferencias. Como decíamos, en Baleares amanece y se pone el sol una hora antes que en Galicia, donde en verano pasadas las 10 de la noche sigue siendo de día. A ello se suma que tener la "hora alemana", implica que se siga el mismo horario en ciudades tan alejadas en latitud y distancia como Vigo y Varsovia (Polonia), debido a que los países centrales europeos también se mueven en este huso.

YouTube video

“Las islas Baleares son la única parte del territorio español donde el horario alemán, el actual, está más apegado a la hora solar. Conforme más vamos hacia el oeste, menos coordinados estamos con el sol. Estas diferencias pueden ser mínimas en el Mediterráneo, pero en la costa atlántica, hacen que mucha gente haya iniciado su actividad diaria varias horas antes de que sea pleno día”, señala Martínez Nicolás.

Los siguientes gráficos, elaborados por el Cronolab de la Universidad de Murcia, muestran cómo las distintas opciones horarias cambiarían las horas de sol y de noche en los distintos meses del año tomando Madrid como ejemplo. Queda marcada en medio lo que se considera una jornada laboral media según los datos de Eurostat, de 9 de la mañana a 5 de la tarde con una parada de una hora para comer. Estas serían las ventajas y desventajas de cada modelo horario.

Opción A: Mantener nuestro horario actual (UTC+1 en invierno y +2 en verano)

Así se distribuyen las horas de día y noche en España (tomando como ejemplo Madrid), con la situación actual, cambiando de hora en marzo y octubre:

Cronolab Universidad de Murcia

Para Martínez Nicolás y según los análisis que han desarrollado en el Cronolab, el horario actual alarga nuestro tiempo con sol por la tarde entre una y dos horas con respecto al horario solar. “Esto en principio puede ser bueno para comercios, hostelería y turismo, ya que incita a que tengamos nuestro tiempo de ocio por la tarde. Pero desde el punto de vista biológico, nos empuja a retrasar nuestros horarios de sueño y de alimentación. Esto tiene implicaciones para la salud. Retrasar nuestros horarios de sueño teniendo que levantarnos a la misma hora hace que tengamos menor alerta durante el día siguiente. Por otra parte, retrasar los horarios de alimentación produce una ganancia de peso. De hecho, comer después de las 15.00 engorda en comparación con las 13.30 según han demostrado distintas investigaciones”, señala el experto.

En este retraso inciden también cuestiones externas como que la TV en España se ha acostumbrado a disponer sus programas de prime-time en un horario que acaba pasando la media noche. “El cuerpo humano, al igual que el de otros animales diurnos, necesita de unas horas de oscuridad para prepararse para el sueño. Sin embargo, esta es una cuestión en la que influyen muchos factores además de los biológicos: los primeros son los hábitos que ya tenemos arraigados, y que se refuerzan con factores económicos y culturales como pueden ser los horarios de televisión o los comerciales ”, comenta Martínez Nicolás, quien señala de forma importante que “aunque cambiemos el huso horario, poco mejoraría si no adaptamos también estas cuestiones”.

Opción B: Cambiar nuestro huso al de Reino Unido y Portugal (UTC en invierno y +1 en verano)

Cronolab Universidad de Murcia

Esta opción nos devolvería al huso horario que tenía España antes de 1940, coordinándonos con Reino Unido y Portugal. El meridiano de Greenwich, si bien no es perfecto para toda la península y las islas, es el más acorde a la situación de España en el globo, pero con ello también implicaría seguir cambiando la hora dos veces al año.

Como resultado, con este huso horario el sol saldría una hora antes para nuestro reloj, adelantando todas nuestras rutinas o consiguiendo que las iniciáramos con luz plena. Por contra, los días también se acortarían por la tarde, llegando en los meses de invierno a anochecer poco antes de las 17 horas.

“Aunque cambiemos el huso horario, poco mejoraría en nuestra rutina en lo que respecta a conciliación y calidad de vida si no cambiamos nuestros hábitos”

Para Martínez Nicolás, “adoptar este huso horario sería un primer avance ya que nos acercaría a nuestro horario solar, y ayudaría a mejorar las rutinas de sueño y descanso que comentábamos. Sin embargo, seguir cambiando la hora dos veces al año nos traería los inconvenientes a los que estamos acostumbrados”. Cada año se habla mucho sobre los efectos perniciosos que trae el cambio de hora. ¿Es realmente algo tan traumático para el cuerpo? El investigador de cronobiología nos cuenta que “para una persona sana este cambio puede no ser muy relevante, pero sí que lo puede ser para personas con diversas patologías como alteraciones del sueño o en poblaciones vulnerables como adolescentes y ancianos. Se sabe que el momento del despertar, de un gran estrés para el cuerpo, es en el que se producen más accidentes cardiovasculares, y es en ese preciso momento donde el cambio de hora puede contribuir al aumento de accidentes cardiovasculares asociados”, comenta.

Opción C: La propuesta Europea: todo el año con horario de verano (UTC +2)

Cronolab Universidad de Murcia

Así sería si nos acogiéramos a la opción europea, votada mayoritariamente por países del norte con menos horas de sol que España. El problema, es que en Madrid se entraría a trabajar durante los meses de invierno siendo noche cerrada. En Galicia, este efecto sería aún mayor. Como punto positivo, los días se alargarían más allá de 22 horas durante verano, algo que podemos aprovechar para ocio, pero también retrasaría nuestros horarios de descanso.

“Que a una hora como las 9 o incluso las 10 de la mañana siga siendo de noche nos puede parecer antinatural, y de hecho lo es. No sería beneficioso para nuestro cuerpo que nuestro comienzo de actividad comenzara sin luz. Este horario podría retrasar aún más los ritmos de nuestro cuerpo sobre lo que estamos acostumbrados ahora”, comenta el investigador.

Opción D: Quedarnos con nuestro horario de invierno todo el año (UTC+1)

Cronolab Universidad de Murcia

Nuestro horario de invierno, y sin cambios de hora estacionales, es la opción favorita de los investigadores del Cronolab. Esto en la práctica sería lo mismo que adoptar el huso horario de Reino Unido, y quedarnos con su horario de verano. En España, se traduciría en que el sol saldría antes de marzo a octubre, momento en el que también se pondría más temprano.

Es decir, en verano sacrificaríamos las tardes largas, pero a cambio “nos acercaríamos a nuestra hora solar, evitaríamos los cambios estacionales, y en invierno como tarde a las 8 de la mañana sería ya de día, algo menos traumático para nuestro organismo que con la opción del horario de verano”. Para Martínez Nicolás, “es la opción que hemos consensuado como la más óptima, ya que en la jornada laboral propuesta, siempre quedarían horas de sol antes de comenzarla, al tiempo que conseguiríamos adelantar nuestras rutinas de sueño”, señala.

No todo el mundo está a favor de cambiar la hora: lo importante es cambiar "nuestros horarios", es decir, nuestros hábitos

El debate sobre si los españoles dormimos menos y tenemos jornadas más largas de trabajo con respecto a nuestros vecinos europeos por culpa de nuestro huso horario ha sido también recurrente en los últimos años. Aunque asociaciones como Arhoe (la Asociación para la Racionalización de los Horarios en España) achaca a esto que en España sea habitual alargar la jornada laboral debido a que se acostumbra a hacer una pausa de dos horas para comer aprovechando nuestro mayor número de horas con sol, otros investigadores como el físico de la Universidad de Sevilla José María Martín Olalla, creen que hay que desligar una tema del otro.

Este investigador ha publicado varios textos y estudios sobre husos horarios, intentando desmontar algunas de las opiniones que los marcan como el mayor culpable de nuestras malas rutinas, a la vez que señala que el cambio de hora estacional es un buen método para adaptar nuestros relojes a la hora solar. El último de ellos, publicado en abril en Scientific Reports, apuntaba con datos que las jornadas laborales no son tan distintas entre más de 19 países si se tiene en cuenta sus latitudes y cómo las horas de sol varían entre ellos. Para Olalla, “el Gobierno puede fijar un huso horario pero no tanto los hábitos horarios”, haciendo referencia a que aunque cambiemos la hora, el sol seguirá levantándose en el mismo momento aunque en nuestro reloj marquen las 6 o las 8 de la mañana. Visto de otra forma, estos argumentos dicen que aunque en España pensemos que comemos muy tarde porque lo hacemos a las 14.30 y en Reino Unido lo hacen más temprano y esto les es beneficioso, es simplemente una ilusión generada por el reloj, ya que allí comen a la misma hora, solo que en un huso horario que señala una hora menos.

Algunos países, como Chile, han hecho intentos recientes por cambiar de hora que se saldaron de forma abrupta. En el país andino decidieron volver pronto a su huso habitual salvo en la región de Magallanes, al sur del país, una muestra de que adoptar horarios conjuntos para todo un Estado no puede ser lo más óptimo para nuestro día a día según su geografía, aunque sí que lo es para la organización, por ejemplo de transportes y vuelos.

Para Antonio Martínez Nicolás, el reloj mecánico sí que tiene una gran influencia en nuestro día a día. “La gente vive muy pegada a la hora para organizar su vida. Si bien es cierto que aunque optimicemos nuestro huso horario de un modo u otro, esto solo tendrá un efecto positivo si también mejoramos nuestros hábitos. Despertarnos y llegar al trabajo con luz sería lo óptimo para nuestro cuerpo, aunque esto nos reste horas de sol por la tarde durante los meses de invierno. Lo que ocurre es que para ello también deberían armonizarse temas de conciliación, de entretenimiento como los programas tardíos en televisión, y en definitiva procurar unos cambios que no solo van a venir porque retrasemos o adelantemos una hora nuestro reloj para siempre”, señala.

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