De forma periódica, los países de la Unión Europea adelantan y atrasan sus relojes una hora en función de la estación en la que nos encontramos. Este cambio, iniciado a comienzos del siglo XX por Benjamin Franklin, tenía un objetivo doble: reducir el gasto energético y, paralelamente, adaptar nuestro reloj interno a las horas de sol de la estación en la que nos encontremos.
No obstante, esta técnica, en pleno siglo XXI, ha sido puesta en entredicho con bastante frecuencia. Las cifras de ahorro energético no reflejan una mejora clara, y, en el caso de España, el cambio horario no hace más que agravar un problema que arrastramos desde la década de los cincuenta: la inexactitud de nuestro huso horario.
En España no deberíamos cambiar la hora para ajustarnos al meridiano de Greenwich
La Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles ha solicitado en diversas ocasiones al Gobierno español no realizar el cambio de hora correspondiente a la estación primaveral. El objetivo no es otro que poder volver al huso del meridiano de Greenwich, el cual, en realidad, corresponde a la península ibérica por su localización geográfica.
En la década de los cuarenta, diversos países europeos adaptaron su huso horario para mantener una mejor sincronización con los aliados de la Segunda Guerra Mundial. Esta medida, tomada provisionalmente por numerosos países europeos como Reino Unido, llegó a su fin cuando la Segunda Guerra Mundial acabó; en España, en cambio, el huso horario de Berlín se ha mantenido erróneamente hasta la actualidad, generando trastornos y alterando el consumo energético del país.
La Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles sostiene que inhabilitar el cambio horario primaveral durante 2016 permitiría a la población española volver a adoptar el huso horario correcto de una forma totalmente transparente. De no completarse, habría que esperar un año más para poder completar el proceso de forma transparente.
Otras de las razones que ponen en entredicho la conveniencia del cambio horario es el beneficio energético real. La Comisión Europea ha explicado que, según un estudio propio, el horario de verano suponía un ligero ahorro energético durante los primeros días, pero los estados que aportaron la información no pudieron cuantificarlo.
El impacto energético del cambio horario estacional es muy reducido. ¿Realmente resulta beneficioso?
En Indiana, una investigadora independiente realizó otro estudio al respecto que reflejaba un leve incremento del consumo energético tras el cambio horario, justo lo opuesto a lo que se busca con estas políticas. El Gobierno de EEUU también realizó un estudio propio en el que el ahorro energético se posicionaba alrededor del 0.5%, una cifra muy baja que pone contra las cuerdas la efectividad de esta política.
El Ministerio de Industria, en cambio, es notablemente más optimista, y sitúa el ahorro en unos 300 millones de euros anuales, de los cuales 90 proceden de hogares (unos 6 euros de ahorro por hogar cada año). No obstante, las cifras continúan siendo relativamente bajas respecto a cada hogar e industria, por lo que la conclusión final no resulta determinante.
Respecto a este tenue ahorro, varias asociaciones sostienen que la causa principal son los factores estacionales y no el cambio horario. Estos defiende que durante los meses de abril y mayo se observa un descenso del consumo eléctrico debido, en gran parte, al menor uso de sistemas de refrigeración y calefacción —la temperatura natural es más neutra y hace que sea innecesario el uso de estos sistemas—. De la misma hora, el mayor número de horas de luz hace que sea menos necesario el uso de electricidad para iluminar los hogares y las oficinas, reduciendo también el consumo energético.
Todos estos estudios parecen converger hacia el mismo punto: el cambio horario no aporta grandes ventajas desde un punto de vista energético —aunque tampoco parece aportar inconvenientes—. No obstante, quizá sea el momento perfecto para revisar las políticas respecto al huso horario y a los cambios horarios estacionales.