fumador

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Cada 31 de mayo se celebra anualmente el Día Mundial sin Tabaco, una fecha promovida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para dar a conocer los riesgos del tabaquismo y abogar por la puesta en marcha de políticas que reduzcan el consumo de cigarrillos. El lema escogido en 2018 es El tabaco rompe corazones, una afirmación con la que la OMS pretende poner de relieve el impacto de este hábito perjudicial en el desarrollo de cardiopatías y otras enfermedades cardiovasculares.

Según datos de la propia OMS, fumar produce más de dos millones de fallecimientos cada año por enfermedades cardiovasculares. Hoy en día, de acuerdo con la Fundación Española del Corazón, la incidencia de la patología coronaria en los fumadores es tres veces mayor que en el resto de la población. El tabaco es el factor de riesgo cardiovascular más importante, señala también un reciente informe.

Hasta el momento se ha relacionado con seis categorías diferentes de patologías cardíacas, explicaba una investigación publicada en New England Journal of Medicine, aunque podría haber más enfermedades asociadas con el tabaquismo. A pesar de esta relación, millones de personas desconocen la relación del consumo de cigarrillos con este tipo de problemas de salud, según la OMS. "El consumo de tabaco es un factor de riesgo importante de cardiopatía coronaria, accidente cerebrovascular y vasculopatía periférica", afirma la entidad.

En otros casos, lo que se ignora no solo es el daño directo de fumar, sino también los perjuicios que causa el llamado humo ambiental. Este término hace referencia al humo al que están expuestos tanto fumadores como personas que no consumen cigarrillos. "El tabaco es malo para quien fuma y para quien no lo hace", explicó a Hipertextual el epidemiólogo Esteve Fernández. El también conocido en inglés como secondhand smoke se ha asociado con un incremento del riesgo de cáncer de pulmón, infarto de miocardio, asma y otitis infantil o bajo peso en recién nacidos y muerte súbita en lactantes.

No solo causa enfermedades del corazón

Los efectos nocivos del tabaco son conocidos desde hace décadas. En los años sesenta, el norteamericano Luther Terry presentaba ante los medios de comunicación un contundente informe en el que se demostraba que fumar causaba cáncer. Pese a las diferentes estrategias de la industria del tabaco para camuflar o desviar la atención sobre sus efectos perjudiciales, la evidencia científica acerca de los daños que produce en el organismo es bien conocida.

Hoy en día, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el consumo de cigarrillos está detrás del 33% de los tumores. Fumar no solo aumenta el riesgo de padecer cáncer de pulmón, sino también está detrás de la aparición de neoplasias de estómago, cuello de útero, vejiga o páncreas, entre otras. Además, también produce efectos dañinos en las vías respiratorias y los pulmones, contribuyendo al desarrollo de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y bronquitis crónica, perjudicando al sistema reproductor y a otros órganos como el hígado o el riñón.