La sexta serie televisiva oficial de acción auténtica sobre el universo creado por Gene Roddenberry en 1966, **Star Trek: Discovery, es todo lo que los seguidores de tan longeva saga cinematográfica podrían esperar. Los showrunners Bryan Fuller* (Hannibal, American Gods*) y Alex Kurtzman (Fringe) han sabido tomarle el pulso muy bien al espíritu trekkie. No en vano, Fuller ideó en 1997 un par de historias para Star Trek: Espacio Profundo Nueve (Rick Berman y Michael Piller, 1993-1999) y fue guionista entre 1997 y 2001 de Star Trek: Voyager (Berman, Piller y Jeri Taylor, 1995-2001); y Kurtzman coescribió el libreto de la undécima película, Star Trek (J. J. Abrams, 2009), con Roberto Orci, y el de la décima segunda, Star Trek: En la oscuridad (Abrams, 2013), con Orci y Damon Lindelof.
Todos los elementos necesarios están presentes aquí, desde la exploración espacial, con las posibilidades de su ciencia correspondiente, hasta los choques con enemigos alienígenas y otras las amenazas oscuras y los dilemas éticos y procedimentales a los que se enfrenta la tripulación de la nave espacial que le da nombre a la serie. Las contrariedades en la obediencia a las normas y el imperio de la ley de la Federación vuelve a constituir una causa de conflictos entre los personajes, y sus luchas y embrollos interiores, una significativa complicación más en la trama. Y, por supuesto, tampoco se han olvidado de incluir la variedad étnica y la igualdad sexual e interespecies inteligentes de este futuro ilustrado y halagüeño y, aun así, tan difícil como de costumbre.
**Star Trek: Discovery se muestra más seriada, de trama continua, que episódica**, y el primer capítulo que puede llamarnos de veras la atención es “Magic to Make the Sanest Man Go Mad” (1x07), un curioso Día de la Marmota con montajes de cierta brillantez que recuerda muy especialmente a “Monday” (6x14), uno de los mejores episodios de *The X-Files (Chris Carter, desde 1993), porque coinciden en el peligro mortal y en un rol de conocimientos especiales, si bien su ritmo es más acelerado y la resolución desentona un poco en su conveniencia porque no exorciza los demonios conjurados. Y en “Si Vis Pacem, Para Bellum” (1x08), durante el que las exploraciones típicas de la saga comienzan de verdad en esta serie, se introduce un concepto de Los límites de la Fundación*, la cuarta y mejor novela de su saga escrita por Isaac Asimov, quien fue asesor científico para Star Trek (Robert Wise, 1979).
Pero la montaña rusa de la temporada es “Into the Forest I Go” (1x09), que posee un ritmo y un montaje notables, sucesos de gravedad, giros inesperados y un cierre que invita a seguir viendo Star Trek: Discovery por curiosidad pura, a partir del cual recogen el testigo de series anteriores —Star Trek (Roddenberry, 1966-1969), Espacio Profundo Nueve y Star Trek: Enterprise (Berman y Brannon Braga, 2001-2005)— y nos introducen en un firmamento imprevisto del que los seguidores más fieles ya habían tenido noticia hasta en ocho ocasiones, con una tremenda sorpresa más adelante, y que dota de sentido a aspectos oscuros de lo que nos mostraron en episodios precedentes y concluye en “What’s Past is Prologue” (1x13).
*Sonequa Martin-Green (The Walking Dead) pone toda la carne en el asador para dar vida a Michael Burnham, y sus compañeros se ganan bien sus honorarios, desde Jason Isaacs (The OA) como el capitán Gabriel Lorca, Doug Jones (Falling Skies) en la piel del comandante Saru, Mary Wiseman (Longmire) como la cadete Sylvia Tilly, Anthony Rapp (The Knick) encarnando al astromicólogo Paul Stamets o Shazad Latif (Penny Dreadful) como el teniente Ash Tyler hasta Mary Chieffo (The Mindy Project) poniendo rostro a la klingon L’Rell, Wilson Cruz (Por trece razones) como el doctor Hugh Culber, Michelle Yeoh (Marco Polo) interpretando a Philippa Georgiou o James Frain (True Detective*) como Sarek.
Y, para continuar con su tradición, **Jonathan Frakes dirige “Despite Yourself” (1x10), nada menos que quien encarna al comandante William Riker en Star Trek: La nueva generación* y sus cuatro películas y pudo dirigir dos de ellas, Star Trek: Primer contacto (1996) y Star Trek: Insurrección (1998) y capítulos de su serie, de Espacio Profundo Nueve, Voyager e incluso de su parodia The Orville* (Seth MacFarlane, desde 2017). Lo que, junto con el mando de Fuller y Kurtzman, sus virtudes y todos los detalles indiscutiblemente trekkies que contemplamos durante esta primera temporada de Star Trek: Discovery, nos confirma que aquí están las aventuras espaciales de siempre pero mejor que nunca en la pequeña pantalla, y nos invitan a seguir disfrutando de ellas con ese final abierto en un último giro asombroso.