En una cueva rocosa en las laderas del Monte Carmelo, Israel, se sucede el ruido quedo de las herramientas. Las exclamaciones casi silenciosas resuenan por el paisaje junto al mar. Los investigadores han encontrado dentro de la caverna una pieza única. En Misliya, el equipo de Hershkovitz se regodea mirando su tesoro: un pedazo de mandíbula izquierda con apenas unos cuantos dientes. Parece un botín pequeño pero, en realidad, este trozo de hueso viejo podría cambiar lo que creíamos saber sobre la historia de la humanidad.
Un pedazo de hueso viejo
El fragmento conocido como Misliya-1 exhibe unos pocos dientes fuera del rango de tamaño de lo que se supondría en un ser humano moderno. Sin embargo, estos muestran patrones y características claras de nuestra especie. Pero son viejísimos.
Según tres métodos distintos de datación, el trozo de hueso tiene entre 177.000 y 194.000 años de antigüedad. Comprobarlo ha llevado tiempo, por supuesto. Las cuevas del Monte Carmelo han sido desde hace muchas décadas objeto de interés para los arqueólogos. En 2012 ya se estaba trabajando con el fragmento Misliya-1.
Pero no ha sido hasta ahora que se ha confirmado la datación propuesta por el profesor Israel Hershkovitz que, en colaboración con la arqueóloga Mina Weinstein-Evron, ha conseguido sacar una gran cantidad de información a partir de estos restos. Junto al trozo de mandíbula, los investigadores encontraron también un fragmento de hueso.
¿Y qué tienen de especial estos restos? A pesar de que parecen escuetos, estos trozos pertenecen a seres humanos modernos. Y cuentan que nuestra especie podría haber abandonado África 50.000 años antes de lo que pensábamos.
Y la humanidad conquistó el mundo
Probablemente la hipótesis más aceptada actualmente sobre el origen de los seres humanos defiende que aparecimos en las estepas africanas, hace unos 200.000 años, más o menos. Desde allí, nuestros antepasados se comenzaron a desplazar, conquistando todo el mundo.
Hasta hace unos años pensábamos que esto ocurrió entre 90.000 y 120.000 años atrás, pero las últimas investigaciones desmienten esta idea. Según las evidencias de esta investigación, cada vez parece más seguro que nuestros ancestros abandonaron el continente africano hace casi 200.000 años, apenas unas decenas de miles de años después de haber aparecido como especie moderna.
Como decíamos, para cerciorarse de lo que cuentan sus restos, el equipo de Hershkovitz ha basado su afirmación en tres métodos independientes de datación. Para apoyar su hipótesis, los autores señalan que Misliya-1 carece de ciertas características típicas (y únicas) de los neandertales, quienes serian otros posibles candidatos, o otras especies de homínidos anteriores.
Junto al trozo de Misliya-1 se encontraron también herramientas, cuya técnica apoya la hipótesis de que estos fueron los primeros humanos modernos (conocidos) en salir de África a conquistar el mundo. ¿Qué tienen de especial estas herramientas?
La técnica de Levallois
En el siglo XIX, en los alrededores de Levallois-Perret, en los Altos del Sena, algunos arqueólogos, entre los que se encontraba Henri Breuil, se hicieron con asombrosas piezas paleolíticas que demostraban una técnica de alta precisión para ser prehistóricas.
Así, con el tiempo, y acuñado por los paleontólogos, el método o técnica de Levallois ha adquirido un sentido propio. Aunque este ha variado bastante a lo largo de los años, actualmente se conoce como método Levallois a un procedimiento complejo de lascado.
Este consiste en tallar la piedra por medio de una preparación especial de la cara superior del núcleo de la piedra. Las piedras hechas con esta tipo de talla cuentan con una forma bastante concreta, lo que ha permitido que se identifiquen con facilidad.
La técnica de Levallois es una innovación aparecida en el Achelense del Paleolítico inferior y, como tal, es una demostración de modernidad que acompaña a la perfección la hipótesis. Una teoría que explica que nuestra historia, la de la humanidad, pasa por una pequeña cueva de Israel, miles de años antes de lo que pensábamos.