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Crédito: NASA/Aubrey Gemignani

El eclipse de Sol del pasado 21 de agosto provocó olas en la atmósfera terrestre, según un estudio publicado en la revista Geophysical Research Letters. El fenómeno, que pudo ser observado de forma total en Estados Unidos y de manera parcial en México y en España, se ha relacionado con las perturbaciones ocurridas en la ionosfera, una capa que se localiza entre los 80 y los 500 kilómetros de altitud.

La posibilidad de que los eclipses solares pudieran inducir ondas de gravedad atmosférica fue postulada por primera vez en 1970, cuando dos profesores de la Universidad de Toronto plantearon la hipótesis en un artículo publicado en Journal of Geophysical Research, ante el eclipse de Sol que tuvo lugar en marzo de aquel año. Estas olas se originan cuando un impulso perturba la atmósfera, de manera similar a lo que ocurre en los océanos. La diferencia, como explica la NASA, es que las olas surcan el aire, no las aguas, como consecuencia de un empuje hacia arriba para caer después por acción de la gravedad.

Los resultados presentados ahora, según el equipo de Juha Vierinen, muestran la primera "evidencia inequívoca" de que los eclipses solares pueden inducir auténticas 'olas' de aire en la atmósfera, similares a las ondas que provocaría un barco al desplazarse rápidamente sobre las aguas de un río. Sus datos sugieren que dichas ondas, que presentarían una velocidad de fase de 280 metros por segundo y una longitud de onda de entre 300 y 400 kilómetros, emanarían y seguirían en la región de totalidad del eclipse. Las mediciones han sido realizadas por el Observatorio Haystack del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) y el Observatorio Arecibo de Puerto Rico.

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Fuente: MIT.

Durante las últimas décadas, los científicos han tratado de comprobar si realmente los eclipses de Sol eran capaces de provocar estas ondas de gravedad atmosférica, como recogieron en diversos estudios publicados, por ejemplo, en las revistas Journal of Atmospheric and Terrestrial Physics, Nature y Journal of Geophysical Research. A diferencia de aquellos trabajos, que obtuvieron resultados no concluyentes, esta investigación ha conseguido la primera evidencia que prueba la relación entre estos llamativos fenómenos celestes y las olas de aire en la parte superior de la atmósfera terrestre.

"El estudio revela las complejas interconexiones entre el Sol, la Luna y la ionosfera y atmósfera terrestres, y demuestra procesos de acoplamiento persistentes entre los diferentes componentes de la atmósfera de la Tierra, un tema de interés significativo para la comunidad", destacan los autores del trabajo. Los eclipses solares, que ocurren cuando la Luna se interpone entre la Tierra y el Sol, provocan que la sombra del satélite se proyecte sobre nuestro planeta, ocultando de forma parcial o total la luz procedente del astro. Esta brusca disminución de la radiación recibida, junto con el movimiento supersónico de la sombra de la Luna, están detrás de los cambios que suceden en la atmósfera de la Tierra. Dichas variaciones fueron estudiadas en detalle el pasado mes de agosto a través de una red de más de 6.000 sensores GPS y el sistema de radar de los observatorios, según anunció la NASA por aquel entonces.