¡Ya están aquí! Las letales comidas de Navidad están en el horizonte, ¡dispuestas a arruinarte la línea y las fiestas! O no. Porque todo depende de cómo gestionemos estos eventos. Una Navidad sin atracones y sin sales de fruta es posible. ¿Y cómo lo hacemos?
Aprende a comer
Por suerte o por desgracia, no existen trucos eficientes en esto de la nutrición. Comer mejor es un proceso largo y costoso. Debemos aprender a hacerlo. Y debemos aprenderlo con esfuerzo y sacrificio. La educación en nutrición es algo relativamente nuevo, dependiente de la cantidad de comida disponible en las últimas décadas.
Pero también es crucial para estar sanos, reducir los niveles de enfermedades posibles que podemos sufrir y sentirnos mejor. Así que el primer consejo es, y siempre será, que aprendamos a comer. Y para ello, lo mejor es contar con la asistencia de un dietista-nutricionista graduado.
Usa platos pequeños
Si ya estamos en el camino de comer mejor, hay algunos trucos que podemos usar. El primero, muy aconsejado por diferentes nutricionistas, es usar platos pequeños. Pero atención, que esto por sí solo puede no ser suficiente. Lo mejor es usarlos y rellenarlos lo más posible de verduras y ensalada.
La teoría dice que los platos pequeños ayudan a engañar a nuestro cerebro pensando que hay más comida. Pero lo cierto es que una vez que comenzamos a comer, es nuestro digestivo y nuestro sistema de saciado el que manda. Por ello, que parezca mucho no es suficiente. Hay que acompañarlo con cierta sensación de saciedad. Y de eso vamos a hablar ahora.
Come muchas verduras
Ya tenemos nuestro plato pequeño. Ahora rellenémoslo de ensalada y verduras. ¿Por qué? En primer lugar porque son mucho más sanas. En los últimos años nuestra dieta se ha desequilibrado de una forma bárbara hacia las carnes y derivados procesados, algo que tiene funestas consecuencias.
Para evitar el exceso es indispensable tomar mucha fibra alimentaria (tanto soluble como insoluble). Esta se encuentra en frutas y verduras, y ayuda a sentir una mayor sensación de saciedad y mucho más rápidamente. También colabora con el tránsito intestinal y dirige, a veces, la absorción de ciertos nutrientes excesivos en las comidas de Navidad.
Bebe agua
Hablando de verduras y frutas, es imprescindible beber una cantidad ingente de agua. El agua es el componente esencial para hinchar la fibra no soluble, lo que es un estímulo estomacal para que digamos "basta". También ayuda a gelificar la fibra soluble, lo que permite el tránsito más sencillo de los alimentos.
El agua, como disolvente universal, también nos permitirá gestionar mejor las comidas y ayudará a la digestión. Además, es común querer bebernos esa copita de vino (o esas copitas, a quién vamos a engañar). Pero recordemos que todas las evidencias apuntan a que el alcohol, en cualquier cantidad, es malo. Así que mejor sentarnos con la botella de agua a mano.
No asistas con hambre
Otro consejo, probablemente muy obvio, es no llegar a la cena con hambre. Cuando sentimos la necesidad de comer somos bastante irracionales. Es una medida fisiológica. Sin embargo, en las comidas de Navidad (y en general en el mundo donde sobra comida), esta medida de supervivencia es totalmente desproporcionada.
Así que anticípate. No llegues a la comida con el estómago vacío o puede que la ansiedad te juegue una mala pasada. Puedes probar a tener una alimentación medianamente regular durante todo el día. Pero una alimentación sana, cargada de frutas y verduras que ayudarán a sentirnos saciados.
Come lentamente
Ya que estamos, un buen consejo es comer con lentitud, tomándonos nuestro tiempo. Esto tiene un sentido puramente fisiológico: desde que ingerimos, procesamos y nuestro cuerpo comienza a regular la saciedad mediante los neurotransmisores adecuados pasa cierto tiempo. De ahí que comer con ansia, entre muchas otras cosas, no sea bueno.
Comer distendidamente, masticando la comida con detenimiento y sin prisa ninguna es una apuesta segura para no sobrepasarse comiendo. Así dejamos que nuestro cuerpo reaccione, además de ayudar a la digestión de los alimentos de manera adecuada, algo que comienza con la masticación.
Aprende a decir "no"
"No, gracias, estoy lleno". "No, gracias, es suficiente". "No, gracias, no me apetece". "No, gracias y punto". No decimos nunca suficientes "no". Y esto es importante. Entendemos como un factor social y de mala educación el decir no. O a veces es la presión de grupo la que nos aturde.
Pero, en cualquier caso, decir que no es importante. tenemos que saber dónde está el límite y por qué. Solo así controlaremos lo que comemos, y no nos sobrepasaremos, cuando estemos en situaciones socialmente incómodas: rodeados de amigos, en la casa de la familia de nuestra pareja, en comidas de empresa, etc.