clonación de animales

Gary Henderson (Flickr)

Hace algo más de veinte años, científicos del Instituto Roslin de Edimburgo presentaban en sociedad a la que pronto se convertiría en la oveja más famosa del mundo. Dolly, a pesar de no ser el primer animal clonado de la historia, acaparó una atención mediática sin precedentes. Tras su fallecimiento en 2003, diversos informes apuntaron que la oveja sufría graves problemas de salud, lo que multiplicó las sospechas sobre la clonación en animales. Pero algunas de las afirmaciones que se dijeron por aquel entonces no eran tan evidentes como parecían.

Un grupo de científicos liderado por Kevin Sinclair ha publicado hoy un artículo en la revista Scientific Reports donde desmienten uno de los mitos más famosos sobre Dolly. Un año antes de que el animal fuera sacrificado, los investigadores encontraron signos de artritis en la cadera y la rodilla de la pata trasera izquierda. Por aquel entonces, se relacionó este problema inflamatorio de las articulaciones con posibles riesgos asociados a la clonación, tal y como sugirió Ian Wilmut, 'padre' de la criatura junto con el fallecido Keith Campbell, en una conferencia.

La aparición de esta enfermedad, junto con los trastornos respiratorios que sufría Dolly, llevaron a los investigadores a sacrificar a la oveja un año más tarde, en febrero de 2003. A pesar de que se trataba de un único animal, por lo que estadísticamente sus análisis no eran significativos, el desarrollo de la artritis que padeció Dolly añadió una preocupación más al ya encendido debate sobre las implicaciones de la clonación. Años más tarde, el equipo de Sinclair ha desvelado que algunos de los resultados sobre la enfermedad de Dolly no eran tan claros como se difundió por aquel entonces.

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Crédito: Universidad de Nottingham y Universidad de Glasgow.

Sufría artritis, como las ovejas de su edad

A falta de los informes clínicos y las radiografías tomadas hace casi quince años, documentos que no fueron conservados, los investigadores británicos decidieron evaluar los restos de Dolly para comprobar la veracidad sobre su estado de salud. Para ello regresaron a Edimburgo con el fin de radiografiar el esqueleto de la oveja, además de analizar a su propia hija, llamada Bonnie, y a Megan y Morag, los primeros mamíferos clonados a partir de células diferenciadas. Sus resultados muestran que Bonnie y Megan, más viejas que Dolly, presentaban un mayor número de articulaciones afectadas en comparación con el clon más famoso del mundo.

Sin embargo, según los resultados presentados hoy, Dolly no sufría osteoartritis en la articulación del hombro, los tarsos y los carpos cuando le administraron la eutanasia a la edad de seis años y ocho meses. Su estado de salud era en realidad parecido al de las ovejas entre los siete y los nueve años que los mismos científicos evaluaron el año pasado, cuando certificaron que los animales clonados eran igual de sanos que las ovejas no obtenidas por clonación. Además, los investigadores defienden que la prevalencia de la artritis en la población ovina no es tan inusual, tal y como sugirió un estudio publicado en la revista The Veterinary Record.

La artritis puede aparecer por una combinación de factores genéticos y ambientales. En el trabajo difundido hoy en Scientific Reports, los científicos no descartan que algunas diferencias en el ADN mitocondrial —el genoma que heredamos por vía materna— puedan influir en las disparidades observadas en los clones. Otras características, como la edad, posibles accidentes o la obesidad, también pueden incrementar el riesgo de desarrollar esta enfermedad inflamatoria en las ovejas. En opinión del equipo de Sinclair, la prevalencia y la distribución de la osteoartritis en Dolly y el resto de clones no es realmente diferente al de las ovejas concebidas de forma natural, un resultado que ayuda a reducir la percepción negativa sobre los efectos de la clonación.

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Crédito: Universidad de Nottingham y Universidad de Glasgow.

Sus resultados, que complementan los publicados el año pasado sobre el buen estado de salud del resto de clones, cuentan también con algunas limitaciones. Por un lado, la osteoartritis afecta a la articulación completa, incluyendo la cápsula articular, el revestimiento sinovial o el cartílago, pero las radiografías solo muestran los restos que quedan de Dolly, Bonnie, Megan y Morag, es decir, sus huesos.

Por otro lado, los cambios observados no tienen por qué corresponder exactamente con la extensión de la enfermedad y tampoco existe información clínica sobre el estado músculo-esquelético de las ovejas antes de que fallecieran. Las conclusiones publicadas hoy desmontan uno de los mitos más extendidos sobre Dolly: que la transferencia nuclear que dio lugar a la oveja no tiene por qué provocar el desarrollo de esta enfermedad inflamatoria, ni que esta pueda relacionarse con un riesgo de envejecimiento prematuro por culpa de la clonación, como se dijo entonces.

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