Se abre un nuevo capítulo en la batalla entre Uber y Waymo que podría marcar la diferencia en la resolución del litigio por robo de datos que mantienen abierto ambas compañías.
1.859 millones de dólares en juego en concepto de daños y perjuicios es la cifra que Waymo ha puesto a la supuesta filtración de su tecnología de conducción LiDAR; además de otros 9 secretos de la compañía filtrados pero que, por falta de pruebas, han quedado fuera de la demanda. Según la matriz de Google, cuestión negada por Uber en todo momento, cuando Anthony Levandowski pasó a ocupar un puesto en la empresa de Kalanick se llevó consigo 14.000 archivos de su antiguo cargo en Alphabet.
Waymo pide a Uber 1.800 millones por supuesto robo de tecnología
La idea de Uber, que en un primer momento siempre fue la de llegar a un acuerdo antes de la fecha del juicio (10 de octubre), tenía toda la intención de no abordar una cuestión esencial: el informe de due diligence que encargó Uber en el momento de comprar Otto (fundada por ex-Googles) y su tecnología. Según Waymo, en este texto quedaría constancia de alguno de los detalles robados en sus laboratorios de investigación; además de responder a alguna de las preguntas que Levandowski se negó a responder en encuentros previos; y que, de hecho, le ha supuesto la pérdida de su empleo en Otto con el objetivo de alejar, mínimamente, otra de las grandes polémicas que asolan a Uber desde enero de este año. En cualquier caso, como pidió el juez en su momento, este texto debería publicarse días antes de la vista. Hoy, por fin, ha trascendido.
Uber deberá revelar documento clave en el juicio contra Google por los coches autónomos
En el documento, los encargados de hacer el estudio revisaron 10.000 informes, 74.000 imágenes y 176.000 archivos vinculados al diseño de los coches. Ahora bien, ¿qué importancia tiene esto para Waymo? La realidad es que durante la revisión de esos datos, se conoció que Levandowski accedió a muchos de esos archivos antes y después de la compra de la compañía. Esta cuestión, negada por el ingeniero, no responde en cualquier caso a la pregunta de qué hizo con la información que revisó en dichos archivos. También se alega que más de 50.000 correos electrónicos relacionados con Google terminaron en la cuenta personal del empleado. Así mismo, Uber podría agarrarse a la idea de que su ex-empleado, una vez fuera de Google, puede probar que borró todos los datos que le vinculaban a la tecnológica de buena fe. Por su parte, Waymo argumentaría que el borrado de datos se hizo igualmente fuera del tiempo legal de su contrato y, por tanto, al robo de los famosos datos.
Uno de los fragmentos del documento habla precisamente de ese borrado de datos:
"Muchas de estas supresiones pueden haber sido intentos de buena fe de Levandowski de purgar el material retenido de Google de sus dispositivos de acuerdo con su obligación de no retener datos confidenciales de Google. Sin embargo, para marzo de 2016, Levandowski sabía que Stroz Friedberg iba a implementar un proceso para preservar, identificar y potencialmente remediar el material retenido de Google de sus dispositivos. En ese momento, el mejor curso habría sido dejar el proceso de control. Además, Levandowski y sus colegas de Otto intentaron borrar textos en tiempo real".
La realidad es que Uber lo tiene complicado con la publicación de este documento que, aunque no prueba el uso de los datos, sí que demuestra que el ingeniero accedió a ellos fuera de tiempo. Waymo tenía toda la razón a la hora de pedir su publicación.
Ahora queda la duda de cuándo será la vista del juicio. Prevista para el 10 de octubre, la realidad es que Waymo ha pedido un aplazamiento para revistar todas las páginas de la due diligence en cuestión.
Mientras, en Reino Unido...
Al nuevo CEO de Uber le crecen los problemas por momentos. No tenía suficiente con todas las herencias que le dejó Kalanick que, justo unos días después de su nombramiento, salta todo por los aires en Reino Unido.
Uber en Londres: una historia de amor y odio
Sin avisar, el TFL de Londres (dedicado a la gestión de los sistemas de transporte en la ciudad) anunciaba que no renovaría la licencia de Uber. Un permiso de operaciones que caducaba el 30 de septiembre. Según la organización, ciertas prácticas ilícitas y varios conatos de inseguridad habían sido suficientes para retirarles el permiso. Esto, además de la pérdida de 40.000 trabajadores en la ciudad, suponía una gran herida a la moral de la empresa. Londres siempre había sido su mejor carta de presentación a la comunidad europea.
Justo en el momento de la mayor polémica para la compañía en la ciudad, el jefe de operaciones dimite de su cargo por "una oportunidad en otra empresa". Mientras, el CEO de Uber en persona se reúne hoy mismo con los representantes del TFL para intentar salvar los muebles in extremis. Aunque dada la negativa del alcalde de la ciudad a renovar la licencia, la cuestión está complicada.
La realidad es que la licencia rescindió en sábado a media noche y la situación apunta a una negociación larga y costosa para ambas partes.
Al otro lado del Atlántico, Kalanick sigue en sus trece
Dejó de ser el CEO de Uber hace meses después de que la junta directiva afirmase que la mayor parte de los problemas de la compañía tenían origen en su incompetencia como CEO. Y Kalanick avisó: no dejaría su cargo así como así. No sería el CEO de Uber sobre los papeles, pero sí de forma virtual.
Su último movimiento parece querer dinamitar la poca cordialidad que queda dentro de la junta directiva de la tecnológica y las operaciones pendientes que tienen sobre la mesa: el rumor de mercado es que Softbank estaría a punto de adquirir un gran volumen de acciones de Uber, lo que supondría la mayor inyección de capital de toda la serie en la entidad.
De forma unilateral, Kalanick ha designado dos nuevos miembros en la junta. Y esto no sería un problema si uno de esos sillones no estaría esperando a algún representante de SoftBank en un corto espacio de tiempo.