Faltan pocos días para el anuncio de los Premios Nobel de 2017 y los rumores sobre los posibles ganadores no paran de crecer. A las puertas de los galardones más importantes de la ciencia, Hipertextual ha podido hablar con Barry J. Marshall, el investigador australiano que fue premiado con el Nobel de Fisiología o Medicina de 2005 por descubrir que la bacteria Helicobacter pylori, y no el estrés, causaba las molestas úlceras de estómago.

Su hallazgo tuvo unas consecuencias clínicas muy importantes. Desde que Marshall y su compañero J. Robin Warren publicaron sus investigaciones en la década de los ochenta, los pacientes aquejados de una úlcera de estómago comenzaron a ser tratados con antibióticos, que curaban estos problemas digestivos. Pero lograr aquel descubrimiento, luego premiado con el Nobel, no fue una tarea sencilla.

Según explica Marshall a Hipertextual, su intención era realizar "experimentos con humanos en algún momento" para comprobar su hipótesis. La comunidad médica había rechazado de forma mayoritaria sus ideas, ya que señalaban que las úlceras aparecían primero en el estómago y luego los microorganismos eran capaces de colonizar la zona afectada. El científico australiano defendía una hipótesis muy controvertida, según la cual Helicobacter pylori era un patógeno, no un simple comensal, que causaba los trastornos estomacales.

Un experimento no exento de riesgos

"Habíamos intentado inocular animales, como conejillos de indias e incluso cerdos, sin éxito. Son experimentos muy complejos, especialmente en el caso de los cerdos, porque se trata de animales muy grandes", cuenta a Hipertextual. Más tarde se dieron cuenta de que existen muy pocas especies que puedan ser infectadas con Helicobacter pylori por las proteínas que presenta.

El Nobel de Medicina de 2005 describe aquella época como "difícil", ya que la mayoría de sus artículos científicos eran rechazados o retrasados sin ninguna explicación. Movido por la frustración profesional, pero sobre todo convencido de que tenía razón, Barry Marshall decidió experimentar con la única persona dispuesta a firmar un consentimiento informado para realizar el estudio: él mismo. Así fue como acabó bebiendo una solución de bacterias en cultivo.

"Quería hacer un experimento en humanos y no podía hacerlo con el Dr. Warren porque ya había padecido la infección de Helicobacter. Yo no la había tenido nunca, así que me hice una endoscopia y todo resultó normal. Mi jefe incluso me hizo la prueba y me comentó 'que no estaba seguro de por qué me estaba realizando la endoscopia', pero me pidió que no se lo contara", dice Marshall durante la entrevista.

helicobacter
CDC/Dr. Patricia Fields, Dr. Collette Fitzgerald (Wikimedia)

Unos días después de la realización de la endoscopia, el científico se bebió las bacterias en cultivo que había extraído de un paciente anteriormente aquejado de la infección y que había sido curado. "Así me aseguré de que el microorganismo era sensible a los antibióticos, por lo que si desarrollaba la úlcera me iba a poder curar", afirma.

Decidido a confirmar sus hipótesis, por arriesgados que fueran los experimentos —Helicobacter pylori aumenta el riesgo de padecer cáncer de estómago—, Marshall incluso evitó comentarle lo sucedido a su esposa. "Era una de esas ocasiones en las que era mejor pedir perdón que permiso", escribió el científico cuando recibió el premio Nobel.

Una semana después de beber la solución de bacterias, el investigador empezó a sufrir vómitos y a padecer una gastritis muy grave. Al realizarle una nueva biopsia, sus compañeros se dieron cuenta de que Helicobacter pylori había colonizado por completo el estómago de Marshall. Así fue como el joven médico desterró al estrés como la causa de las úlceras. En realidad era una bacteria capaz de vivir en un ambiente tan extremo como el entorno ácido del estómago la que las producía. Marshall había encontrado por fin la causa de las úlceras y, lo más importante, conseguía demostrar que eran curables con antibióticos, al igual que sucede con otras infecciones bacterianas.

"Seremos capaces de erradicar la infección"

Durante la entrevista, que tiene lugar en Pamplona (Navarra) tras la celebración del décimo aniversario de la compañía 3P Biopharmaceuticals, en el que el Nobel dio la conferencia de clausura y al que fue invitado este medio, Barry Marshall explica que "existen diferentes vías de transmisión" de Helicobacter pylori. La ruta más común es oral, lo que supone que es factible contagiarse de la bacteria de las úlceras besándose, aunque el científico resta importancia a esta posibilidad.

El premio Nobel de Medicina de 2005, por el contrario, destaca la opción de que las madres puedan transmitir el microorganismo a sus hijos a través de pequeños gestos. "Hay diferentes tribus indígenas en las que los alimentos se mastican antes de dárselos a los bebés. En nuestra cultura a veces chupamos la cucharilla mientras alimentamos a los pequeños. En China comen mucho pescado y los padres lo saborean antes para quitarle las espinas y darle solo a los niños la masa", enumera como posibles ejemplos.

Esta vía de transmisión oral es muy común, pero no incluye solo a Helicobacter, sino que también pueden pasarse bacterias no patógenas de los padres a los hijos. "Los maridos y las esposas también pueden transmitirse el microorganismo, o si el niño tiene diarrea, la bacteria puede viajar desde las heces con dirección al agua", sostiene Marshall. El Nobel apunta una curiosidad desconocida hace unas décadas: en los hogares donde conviven varios niños, los más pequeños suelen ser más susceptibles al contagio, ya que pueden recibir la bacteria de sus padres o del resto de hermanos mayores. Comprender qué ruta de transmisión es más probable en cada región es una tarea clave para implementar medidas y prácticas higiénicas con las que eliminar este microorganismo.

Barry Marshall
Imagen cedida por 3P Biopharmaceuticals.

El investigador da como ejemplo el caso de Japón, un país con una baja tasa migratoria, buenas medidas de salud pública, disponibilidad de agua potable y alimentos en buen estado, donde las familias suelen tener un reducido número de hijos. "Además cualquier persona que padezca Helicobacter recibe tratamiento, lo que ha hecho en suma que la prevalencia pasara del 80% hace años a un 2% en la actualidad", comenta el premio Nobel.

Las vacunas son otra de las herramientas para frenar la infección, según Marshall, que resalta la existencia de una vacuna en China —no disponible en el mercado— que presenta una tasa de prevención que ronda el 50%. "En zonas donde Helicobacter es muy común sería recomendable utilizarla", asevera el experto durante su visita a España. Tres décadas después de su arriesgado experimento, Barry Marshall concluye la entrevista con una prometedora idea. "Seremos capaces de erradicar Helicobacter pylori en el futuro", augura.