Es difícil no hablar del iPhone 8 sin hacer mención al iPhone X. No solo porque se lanzaron al mismo tiempo, no solo porque uno tiene el diseño de antes y el otro representa el futuro de Apple, sino porque es una situación un tanto injusta para un smartphone que se sostiene por sí mismo. Que ofrece una cantidad de novedades y mejoras muy alta y que, en definitiva, hasta que el X salga al mercado, es el mejor terminal disponible en la actualidad.
Usar un iPhone 8 es como tener un Audi S3 o un Mercedes-Benz Clase A AMG. Coches deportivos con muchísima potencia, ingeniería y altísima calidad pero que probablemente no llamen demasiado la atención en la calle como lo haría un Jaguar F-Type o un Audi R8. Sabes que conduces un coche de alta gama, de gran cilindraje, mucha aceleración y prestaciones, pero tal vez hace falta una persona entendida en coches para entender la diferencia entre un A3 o un S3, entre un Clase A o un coche con el “apellido” AMG.
Pero si tienes uno de estos coches, la realidad es que poco importa lo que otros piensen. Estás detrás del volante, sientes la potencia, sabes que estás conduciendo y experimentando un logro increíble de ingeniería alemana que es acerca de sensaciones. De velocidad, comodidad y de saber que en un paquete discreto tienes la potencia de un deportivo.
Es lo que me sucede con el iPhone 8. Si voy por la calle con él o si lo dejo sobre una mesa, hace falta ser observador para entender que se trata de un modelo nuevo. Más de una persona preguntará “¿qué diferencias tiene con el modelo anterior?”. Algunos tratarán de justificar la poca necesidad de su existencia basado en el hecho que no hay un cambio significativo en el diseño.
Es verdad, hay pocas diferencias. Pero detrás de cambios discretos se esconde una bestia poderosa que sin duda alguna es la envidia de gran parte de la industria. Desde el nuevo procesador, pasando por mejoras en la pantalla, hasta una de las mejores cámaras de la actualidad, así, en general, no solo de dispositivos móviles.
A11, biónico
Una de las áreas de mayor innovación dentro de Apple es el trabajo que están haciendo con los microprocesadores incluidos en todos los dispositivos de la compañía que no son Macs.
Es un trabajo que, durante los últimos años, ha pasado desapercibido y la culpa es de la propia compañía. Una decisión consciente de que era necesaria y tiene todo el sentido del mundo. A medida que la tecnología migra a un mundo post-PC, las especificaciones técnicas empiezan a perder valor y los usos que se le dan a los dispositivos empiezan a cobrar importancia.
Esta es una máxima que los geeks y los nerds odian. Porque, como cualquier grupo de personas especializadas, están más interesados en los números y las posibilidades técnicas. Mientras, el resto del mundo tan solo quiere usar su smartphone sin pasar por configuraciones extrañas para “optimizar el dispositivo”. Y sin memorizar nombres complicados como condición fundamental para comprar el producto correcto.
El nombre del procesador, A11, tampoco le hace justicia, porque inevitablemente se lo compara con la generación anterior, A10. Del diez al once tampoco hay mucha diferencia, ¿verdad?
En realidad sí la hay y las mejoras son, simplemente, impresionantes. De hecho, es parte del motivo por el cual empezaron a darle nombres (además de números) a sus microprocesadores. A10 Fusion o A11 Bionic. En pruebas iniciales, el nuevo SoC de Apple ofrece velocidades nunca antes vistas en dispositivos móviles. Supera con creces a la generación anterior y deja en ridículo a cualquier smartphone de la competencia. En verdadero, total y absoluto ridículo.
Carga inalámbrica, que en realidad es inductiva
Una de las críticas más grandes que se le ha hecho a Apple a lo largo de los años es el no soportar estándares de carga en sus dispositivos móviles. Aun así, la decisión de la compañía de no soportar mini-USB o micro-USB está justificada en el sentido de ofrecer practicidad a sus consumidores por encima de un estándar, francamente, de mierda.
El tiempo ha dado la razón a Apple. Un detalle tan simple, pero tan vitalmente importante como conectar de forma cómoda un cable (cosa que no pasa con el micro-USB) y de cualquier lado (eso tampoco) fue más que suficiente para mantenerse firmes en el uso de Lightning y no adoptar un estándar. Hay más consideraciones técnicas detrás de la decisión, pero para el consumidor promedio no hacen falta más explicaciones.
Con el iPhone 8, Apple hace dos cambios fundamentales en este apartado:
1. Adoptan la carga inductiva (que no es lo mismo que inalámbrica, pero eso es tema para otro momento) en sus smartphones.
2. Adoptan un método de carga que también usan sus competidores.
Apple ha optado por soportar el estándar Qi, usado por decenas de smartphones de la competencia. No solo eso, se han hecho parte del consorcio responsable de la popularización de este método de carga inductivo y pretenden ofrecer mejoras significativas por medio del AirPower.
La compañía llega tarde al juego de la carga inductiva y, aunque resulta difícil entender por qué han esperado hasta ahora, la explicación está en los materiales elegidos para los iPhones.
Para poder ofrecer carga inductiva hace falta un material que permita transmitir la energía de esa forma. Aluminio, el material utilizado desde el iPhone 5 en adelante, era lo necesario para ofrecer un diseño prémium y resistente. Los iPhone 4 y 4S tenían una trasera de vidrio, pero en aquellos años el tipo de cristal elegido se rompía cuando el smartphone se caía.
Es posible que ahora hayan encontrado la forma de fabricar grandes cantidades de vidrio muchísimo más resistente, tanto que están lo suficientemente confiados en que aguanta caídas, rayones y, de paso, finalmente ofrecer carga inductiva.
El uso de vidrio en la parte trasera del dispositivo también significa que lo que considero el diseño más icónico jamás hecho en un smartphone (hasta la llegada del iPhone X), el iPhone 7/7S Jet Black, no es posible ahora en los 8/8s. Pero aun cuando muchos creen que Apple prefiere diseño por encima de funcionalidades, esto es la enésima prueba de que no es así. Lo que hace Apple en realidad es ser funcional, y en el proceso de creación mantener un altísimo nivel de buen gusto, asegurándose que sus productos aguanten el paso del tiempo por medio de la simplicidad y el minimalismo.
El valor del procesador más poderoso del mundo detrás de la mejor cámara en un smartphone
El nuevo iPhone es muchas cosas, pero, sobre todo es una de las mejores cámaras de fotos que se puede adquirir en la actualidad. Si no eres profesional, y estás pensando en comprar una cámara profesional o semi-profesional, mi recomendación es invertir ese dinero en el iPhone 8 Plus.
En términos de hardware, hay mejoras significativas en el sensor, que mantiene 12 megapixeles, pero ahora es mucho más grande, lo cual implica una mejor obtención de colores, mejor estabilización de videos, más rango dinámico y menos ruido. También hay mayor profundidad de pixeles con los que se busca mayor aislamiento entre elementos capturados que reduce la confusión de colores entre dos pixeles y así evitar artefactos en la foto.
Los objetivos del 8 Plus mantienen apertura, *f/1,8 y f/2,8*, pero sus sensores individuales han incrementado su rendimiento en un 83 %, eso permite que circulen más datos en menos tiempo y con mayor eficiencia. Eso se traduce en la capacidad de tomar imágenes mucho más rápido y. sobre todo., la capacidad de grabar vídeo a 4K en 60 cuadros por segundo.
Todo esto es asistido y potenciado por el procesador A11 Bionic, de tal forma que está "al servicio de la cámara" provocando que cuando tomas fotos o vídeos (inclusive antes de presionar el botón) el iPhone 8 hace millones de cálculos computacionales para obtener la mejor imagen posible.
Cuando se levanta el smartphone para hacer una fotografía, el iPhone empieza a tomar vídeo sin que lo sepas, inclusive antes de presionar el botón que toma la foto. Luego el iPhone hace un cálculo y te ofrece lo que considera que es la mejor versión de la imagen (aquella que tiene menos movimiento, en que el sujeto está mejor posicionado, la mejor luz, etcétera).
Pero este método asegura que el proceso de tomar una fotografía sea instantáneo, aunque haya un retraso natural entre que ves aquello que quieres capturar y el momento que presionas el botón para tomar la foto. Debido a que el iPhone ya está haciendo una grabación de la imagen, el smartphone ya tiene la captura que buscabas.
Previos modelos del iPhone ya realizaban este método, pero con el iPhone 8 el proceso se ha mejorado significativamente.
Otro ejemplo del poder computacional al servicio de la fotografía es que se ha eliminado la opción para activar o desactivar la opción HDR en las fotografías. Ahora la cámara y el procesador harán cálculos necesarios para determinar si hace falta o no, en base a la luz disponible, los contrastes de aquello que se va a capturar y así decidir si hay que tomar más de una foto y combinarlas.
Esto sucede de forma tan rápida e instantánea que es invisible para el usuario, pero el resultado es sorprendente. Aun así, en las opciones de la cámara se puede desactivar la opción de HDR automático, pero recomiendo dejarla encendida.
La reducción de ruido también cambia y ahora se hace a nivel de hardware, no de software. Es decir, el procesador de imagen se encarga de esa tarea y el resultado es notorio. Es un pequeño detalle; sin embargo, importante, sobre todo en baja luz.
Por último, pero no menos relevante (y probablemente la forma más visual de entender el poder computacional que aplica el iPhone a la fotografía), son los nuevos modos de retrato en los que agrega o elimina elementos en la foto para destacar los rostros y sus facciones.
Es una opción en fase beta, por lo que a veces no funciona bien. A medida que más personas lo usen, el algoritmo irá siendo más efectivo. No obstante, cuando funciona bien es bastante impresionante.
Debido a que es una forma de realidad aumentada y son ediciones no destructivas, se puede elegir y modificar el efecto después de tomar la foto:
True Tone
True Tone es una tecnología que Apple introdujo en el iPad Pro en 2015, y consiste en cambiar la temperatura y brillo de la pantalla dependiendo de la luz ambiente, que se mide por medio de sensores en el dispositivo. Es algo con lo que puedes vivir perfectamente hasta que lo empiezas a usar y te acostumbras inmediatamente. En el momento en que lo desactivas, lo notas.
La tecnología ha estado disponible durante los últimos dos años en iPad y ha sido ahora cuando ha incorporado al iPhone. Los motivos de la tardanza no los conocemos, pero es una característica muy bienvenida para la pantalla que más se usa en el día a día.
Algunas notas extras sobre el iPhone 8
- Los iPhone 8 soportan carga rápida como los iPad Pro. Funciona con cualquier cargador de más de 29 watts, según el documento técnico de Apple. Hay cargadores USB-C bastante baratos que funcionan perfectamente. Solo hace falta comprar un cable USB-C a Lightning.
- La trasera del iPhone 8 y su vidrio reforzado, después de días de uso no presenta rayón alguno. Aquellos preocupados por este tema no deberían estarlo.
- Este es el iPhone menos resbaladizo que han fabricado.
Conclusión
Es difícil de imaginar la reacción general a la salida del iPhone 8 si no se hubiese anunciado el iPhone X. Es un smartphone impresionante que nace bajo la sombra de otro con el que competirá, aún siendo de la misma marca.
Aun así, es importante que se entienda que mucha de la tecnología nueva en el iPhone X también está presente en el iPhone 8: Procesador A11 Bionic, nuevos sensores en las cámaras, True Tone, carga inalámbrica, etcétera.
Ha habido actualizaciones de un año a otro en iPhones con menos mejoras. También sería clave entender que muchas de las personas que comprarían un iPhone 8 no usan ahora un iPhone 7, probablemente el planteamiento venga de quienes tienen modelos de hace más de dos años… o un Android. Por lo tanto, comparar un iPhone 7 con un iPhone 8 tiene relativamente poco valor.
El iPhone 8 ofrece por sí mismo un valor muy grande: es un gran smartphone, es el más rápido del mundo, pero aquellos que quieran vivir en el futuro es mejor que esperen al iPhone X.