Los nuevos iPhone 8 y iPhone X son los primeros modelos en incorporar tecnología de carga inalámbrica. Lo hacen bajo el estándar Qi, desarrollado e impulsado por compañías tecnológicas como Samsung, Sony, Huawei y, más recientemente, Apple.
Pero la tecnología de carga inalámbrica, en realidad, no es una novedad en esta industria. Algunos de los teléfonos más populares de Samsung —como el Galaxy S6 o el Note 8— ya ofrecían esta posibilidad a sus consumidores. El único requisito era adquirir un cargador compatible, que nunca —salvo promociones temporales— se incluyó en la caja del teléfono.
Lleva años en los teléfonos más populares del mercado, pero nunca ha logrado normalizarse y expandirse entre las masas.
Pese a ello, la tecnología de carga inalámbrica nunca ha llegado a despegar. Al igual que el NFC, ha estado presente en el interior de muchos teléfonos móviles durante años. Y muchos de sus propietarios ni siquiera son conscientes de ello. Ni las campañas de marketing, ni las promociones temporales ni el impulso de las propias compañías ha sido suficiente para hacer que el estándar Qi y la carga inalámbrica reemplacen definitivamente al cable tradicional.
Ahora, con la entrada de Apple en esta tendencia, la situación podría dar un giro completo. La compañía de Cupertino es conocida por tomar tecnologías relativamente longevas y normalizarlas entre las masas. Lo hizo con el NFC, cuya utilidad real fue mínima hasta la explosión de los pagos móviles iniciada por Apple en 2014 con Apple Pay; y también lo hizo con los lectores de huellas dactilares, imprescindibles en cualquier teléfono desde que Apple los incorporara en los iPhone 5s.
Apple presenta el iPhone X
La capacidad de liderazgo y normalización de Apple es muy superior a la mayoría de empresas tecnológicas con las que compite. Cada generación de iPhone copa los rankings de teléfonos más vendidos. Año tras año y trimestre tras trimestre. Independientemente de cuán revolucionario o innovador sea el modelo de ese año. La compañía vende millones de teléfonos casi por inercia, y eso es un arma de normalización que cualquiera desea tener a su lado.
Gracias a ese excelente posicionamiento y facilidad de venta, que Apple monte tecnología de carga inalámbrica en sus nuevos modelos significa que, en menos de 365 días, el número de dispositivos compatibles con esa tecnología habrá aumentado abruptamente. Y eso, para el resto de empresas, es una razón con el suficiente peso como para apostar por esta tecnología.
Apple no siempre es la primera en incorporar tecnologías, pero sí las normaliza entre las masas. Touch ID y el NFC son dos ejemplos perfectos.
A partir de ahora, por lo tanto, será más sencillo encontrar muebles con carga inalámbrica integrada, establecimientos que ofrezcan a sus clientes puntos de carga inalámbrica y, sobre todo, empresas de accesorios volcadas con este sistema de carga. La involucración por parte de los sectores tangenciales a la tecnología aumentará. Y no hay ninguna duda de ello.
Por si fuera poco la labor de normalización que va a llevar a cabo el fabricante, Apple también pretende impulsar más allá la tecnología de carga inalámbrica. De momento lo hará con AirPower, una base que permitirá cargar varios dispositivos de forma simultánea, proporcionar la cantidad de electricidad necesaria e incluso identificar de forma inteligente los diferentes dispositivos conectados. Todo para acercarnos cada vez más a ese futuro en el que los cables serán considerados objetos del paleolítico.