Cuando era un bebé de apenas unos meses, Harry Potter se enfrentó por primera vez a Lord Voldemort. Durante la noche de Halloween de 1981, el Señor Tenebroso mató a sus padres, James y Lily, que trataban de proteger a su hijo recién nacido. Pero su asesinato no fue en vano. El amor que le brindó su madre, que rechazó apartarse ante las amenazas de quien no debe ser nombrado, se convirtió en un auténtico escudo protector frente a Voldemort.

El mago, después de matar a Lily, lanzó contra Harry el famoso y terrible maleficio Avada Kedavra; ante su sorpresa, el bebé fue capaz de sobrevivir a su maldición asesina. Fue el primer y único mago en lograrlo, aunque el hechizo tendría consecuencias durante toda su vida. La maldición de Lord Voldemort provocó una simbólica cicatriz en forma de rayo en el rostro de Harry Potter, abriendo una especie de vínculo telepático entre ambos que se mantendría hasta la derrota final del Señor Tenebroso.

Cuando se cumplen veinte años de la publicación del primer libro de J.K. Rowling, muchos de los misterios del universo Hogwarts han sido desvelados. La genética de sus capacidades mágicas o la existencia de dos Harry Potter eran algunos de los secretos más importantes de la saga. Sin embargo, aún nos queda por revelar un asunto crucial. ¿Por qué le dolía tanto la cabeza a Harry Potter? ¿La cicatriz que le legó Voldemort era la culpable de sus problemas de salud? Desde que comenzase la fiebre por esta franquicia, la investigación también ha estudiado uno de los misterios que más repercutía en la vida del joven mago. Y los estudios son, sin duda, sorprendentes.

Los dolores de cabeza de Harry, en el punto de mira

Las cefaleas, conocidas popularmente como dolores de cabeza, son un trastorno común en los niños y los adolescentes; según un estudio publicado por la Asociación Española de Pediatría, durante los primeros catorce años de vida, hasta el 96% de los jóvenes han padecido algún episodio de este tipo. De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, su origen puede deberse a múltiples causas, que van desde una posición anormal de la cabeza o el cuello hasta problemas como el estrés, la ansiedad, la depresión y los traumatismos. Este tipo de trastornos, que pueden solventarse en la vida real con cambios en el estilo de vida, mediante la administración ocasional de medicamentos o gracias a la práctica de métodos de relajación, no son ajenos a historias de ficción como la protagonizada por Harry Potter y sus compañeros de colegio.

J.K. Rowling desvela que en realidad hubo dos Harry Potter

Un trabajo publicado por investigadores del Imperial College de Londres y del Centro de la Cefalea de Nueva Inglaterra analizó cuál podría ser el dolor de cabeza que sufría Harry Potter. Su estudio, publicado en la revista Headache, aclaraba que se había empleado la Clasificación Internacional de Cefaleas, "un método muggle", para determinar qué problema de salud afectaba con mayor probabilidad al joven adolescente. Harry había convivido con dolores de cabeza recurrentes durante casi una década, un trastorno que puede llegar a afectar a la concentración y el rendimiento escolar. Más aún cuando no solo tienes que asistir a clase en Hogwarts, sino luchar contra la magia oscura y el Señor Tenebroso que intentó matarte cuando eras un recién nacido.

harry potter

Tras analizar los problemas experimentados por Harry, el grupo de Hally Thomas concluyó que el mago no solo sufría dolores de cabeza ante la proximidad de Voldemort, lo que desencadenaba un estrés agudo. Los investigadores también identificaron que las cefaleas fueron empeorando con el paso del tiempo, siendo cada vez más intensas y provocando síntomas más graves como náuseas, debilidad o visión borrosa. Los detalles ofrecidos por J.K. Rowling les llevó a determinar que el adolescente sufría migrañas, después de descartar otros trastornos. Este tipo de cefalea, que puede variar desde la intensidad leve hasta episodios graves, se manifiesta como un dolor pulsante o vibrante en una determinada región de la cabeza y con una especial sensibilidad a la luz y al sonido. Cerca del 12% de la población norteamericana también sufre este trastorno, más común en mujeres que en hombres, según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.

No fue el único equipo de científicos que repasó las cefaleas del personaje de ficción. Pamela Martis y Jon Stone, del Hospital de Edimburgo, respondieron al primer estudio con un segundo análisis donde aplaudían el trabajo de sus colegas, aunque luego les tirasen un poco de las orejas. ¿La razón? A su juicio, habían obviado un problema dermatológico denominado esclerodermia en coup de sabre. El diagnóstico fue realizado, en este caso, al observar la marca en forma de rayo que le causó Voldemort en su niñez y las intensas migrañas que le provocaba, lo que permitió a este segundo grupo de investigadores identificar el problema ficticio como una esclerodermia, posiblemente vinculada con una patología asociada llamada síndrome de Parry-Romberg. "Se sabe que están relacionadas con una alta frecuencia de migrañas (52% según un estudio) y dolor facial. La etiología de estos trastornos es probablemente autoinmune. En jóvenes magos, sin embargo, es posible que la causa también sea un traumatismo provocado por una varita durante la infancia", explicaron los médicos en el estudio publicado en la revista Headache.

Un tercer equipo de pediatras, que aseguró haber tenido acceso a los archivos clínicos de Madame Pomfrey, sugirió que Harry Potter en realidad sufría una cefalea secundaria, es decir, un dolor de cabeza provocado por otra enfermedad. Los síntomas que sufre el adolescente, junto con el trauma físico en forma de cicatriz y el estrés postraumático, fueron las pistas que llevaron a un cuarto grupo, el de Donald Lewis y Andrew Hershey, a identificar el problema de Potter como una neuralgia trigeminal sintomática. Esta cefalea se caracteriza por dolores breves similares a una descarga eléctrica.

Voldemort gana su última batalla

Por el contrario, el especialista Knut Hagen apostó por un nuevo diagnóstico, neuralgia supraorbitaria, descrita en otro artículo científico. Un problema diferente al sugerido por expertos del Albert Einstein College of Medicine, que tras la finalización de la serie de películas sobre Harry Potter, identificaron su trastorno como una cefalea numular. En este caso, el mago sufriría un dolor de cabeza continuo en una zona delimitada, su cicatriz, cuya intensidad puede variar desde la remisión espontánea a exacerbaciones dolorosas, según la literatura médica. Sin embargo, la gran sorpresa para la comunidad científica estaba aún por llegar.

El mismísimo Harry Potter escribió un artículo en Headache, donde agradecía a los especialistas su interés por diagnosticar sus constantes dolores de cabeza. El mago, no obstante, reprochaba a los científicos que hubieran dejado en el tintero una cuestión clave: ¿cuál era el mejor tratamiento? A continuación, el joven se preguntaba si los remedios a base de hierbas, tan populares en Hogwarts, deberían someterse a los mismos ensayos que los medicamentos de la industria farmacéutica muggle, para acabar recordando a los lectores que no corrieran riesgos con la mandrágora, cuyas raíces eran empleadas como remedio contra la petrificación que provocaba el basilisco cuando miraba a sus víctimas. En este vigésimo aniversario de la llegada a las librerías del primer volumen sobre Harry Potter, la comunidad médica aún no se ha puesto de acuerdo sobre el diagnóstico de su 'maldito dolor'. Tras el final de Voldemort, tal vez su pronóstico haya mejorado en la etapa adulta.

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