Una dosis mínima eficaz —MED por sus siglas en inglés—, en farmacología, es la dosis o cantidad de fármaco mínimo necesario para producir una respuesta terapéutica o efecto deseado en alguna fracción de los sujetos que lo toman.
Se ha afirmado que cualquier sustancia puede ser tóxica en una dosis lo suficientemente alta. Este concepto, se ejemplifica por ejemplo con un caso ocurrido en 2007, cuando una mujer de California murió de intoxicación por agua. Yo me atrevería a decir que no tiene ni por qué ser una sustancia, o ingerirse, y puede resultar tóxica, de una u otra manera, casi cualquier cosa en exceso.
El caso es que, aplicado a lo que nos ocupa, el concepto apareció la primera vez en The 4-Hour Body, el libro de Tim Ferriss, el conocido en los medios anglosajones como “superhumano” (basado a su vez en el concepto de “la carga mínima eficaz” creado por Arthur Jones, inventor de las máquinas de ejercicio Nautilus y una de las figuras más influyentes en el mundo de la ciencia del ejercicio). La definición del autor es bastante simple: la dosis mínima producirá el resultado deseado (esto también se conoce como la “carga mínima efectiva”). El punto mínimo supone la consecución del objetivo, después del cual cualquier añadido sería redundante o incluso contraproducente para algunos de los objetivos.
Se parece un poco al Principio de Pareto: “el 20 % de las acciones conllevan el 80 % de los resultados”. En ambos casos la idea es optimizarán nuestro rendimiento, esforzándonos en las cosas que generan más resultados e ignorando las demás.
Y la verdad, la mayoría de la gente piensa de vez en cuando que ir más allá de la dosis mínima efectiva es un desperdicio: "¿Si no te van a pagar más por más horas de trabajo por qué seguir en la oficina?". Lo sepan o no, a veces es indudable que tienen razón. Por ejemplo, para hervir agua, la dosis eficaz mínima de temperatura es 100° C (o 212° F) —a presión de aire estándar o de una atmósfera—. Una vez llega a hervido solo hierve. Las temperaturas más altas no la harán “hervir más”: más calor simplemente consume más recursos que podrían ser utilizados para otra cosa. Así mismo, es cierto que a veces ir más allá del MED puede llegar a ser contraproducente: una dosis más alta de medicina para la gripe no te hará mejorar antes, es más probable que incurras en efectos secundarios por sobredosis.
Sin embargo, también hay una gran cantidad de áreas en las que aspirar solo al mínimo requerido para obtener un resultado no tiene ningún sentido en absoluto. Hay que usar el concepto con sentido común. Por lo general, las cosas simples, esfuerzos mínimos, cada día, hacen una gran diferencia en nuestras vidas. Ahí es donde radica la belleza de la aplicación de esta idea. Ser un poco más minimalista y enfocarse en lo importante está bien, aspirar siempre únicamente a lo básico, no tanto. ¿Quién querría que le realizara una cirugía el doctor que solo llegó al mínimo para pasar las pruebas de la escuela de medicina frente al que consiguió el máximo? Aun si un doctor resulta ser más caro que otro, al menos, demandarás un margen de seguridad.
“Margen de seguridad”, por cierto, es un concepto de ingeniería, arquitectura y otras ciencias aplicadas; también llamado coeficiente de seguridad o factor de seguridad, y se refiere al cociente entre el valor calculado de la capacidad máxima de un sistema y el valor del requerimiento esperado real a que se verá sometido, pero se puede pensar en él como un depósito para absorber los errores o la mala suerte proveniente de la simple estadística. Prevención: estar más preparado que para llegar al 5, por si acaso.
¿Cuál es el valor de tener en cuenta estos dos concepto entonces? En que hay que encontrar el equilibro entre las posibilidades, los recursos limitados y los imprevistos. Es útil encontrar nuestra dosis eficaz mínima, si bien no quedarnos en ella siempre, ni tampoco subirla tanto como para acabar quemados. ¿Cuál es tu dosis eficaz mínima? Quizás deberías experimentar para averiguarlo.