Las revoluciones fallidas fueron una etiqueta del siglo pasado, y no me refiero a esa revoluciones con potencial como la vez en que se incentivó la producción de helado a escalas monumentales, sólo hablo de aquellas que funcionaron, desatando terribles consecuencias.
Fidel Castro es un buen ejemplo de esto. Siendo un gran partidario de aquella revolución heladera y también incentivando una revolución que básicamente lo llevó al poder por el resto de su vida.
En 1958, cuando se le preguntó respecto al poder este respondió con una mirada fija y la siguiente frase: "El poder no me interesa. Después de la victoria quiero regresar a mi pueblo y continuar mi carrera como abogado". Como podrán suponer Fidel no volvió a ser abogado y diría más frases como esta: "No pretendo ejercer mi cargo hasta los 100 años", en vísperas de cumplir los 80 años.
Sólo podemos sacar dos conclusiones de esto: Debieron haber detenido a Castro de dar más entrevistas y el poder suele corromper, o simplemente, revelar la verdadera personalidad de la gente.
Otro ejemplo sería el compañero de fiestas y amigo que al conseguirte un trabajo no deja de asignarte horas extras por dibujar un miembro gigante en su asiento y a lo largo de su escritorio —se supone que para eso están los amigos—. Pero gracias a la magia de la fotografía podemos volver a ese Fidel abogado y a ese compañero de tragos.
A continuación algunas fotografías que nos traen devuelta a líderes mundiales jóvenes e incluso niños en esos días soleados en que sus mayores preocupaciones residían en el precio actual del alcohol y el excedente de sus raciones de caramelos.