El parecido es asombroso y es que, después de todo son familia. Primos concretamente. Carlos Pierre, fundador de Badi, podría tener una historia similar a la de su pariente cercano, Oscar Pierre, feliz propietario de Glovo.

Si uno estaba aburrido del campo de la ingeniería aeronáutico, al otro le pasaba tanto lo mismo pero con las auditorías. Desde Barcelona y con un año y medio de experiencia en el sector, pronto se dio cuenta de que no era lo suyo. El problema es que tampoco tenía otra idea hasta ese momento. Ni eso, ni dinero para poder vivir solo en el centro de Barcelona, una zona que se caracteriza por tener la colección de metros cuadrados más caros de toda España. El recurso de tantos otros jóvenes ya inmersos en la vida laboral era el de compartir piso. Ahí estaba la idea del millón.

El espacio dentro de las grandes ciudades es limitado y, por lo general, demasiado caro. Las opciones de búsqueda de compañeros de piso para solventar el problema financiero tampoco eran nada del otro mundo; portales de anuncios clasificados sin ninguna información ni garantía en webs que dejaron la experiencia de usuario para otra vida. La historia que en algún momento patentó Wallapop replicada en todo tipo de marketplaces.

Fuente: Facebook Badi

Rebuscando en Craigslist una filosofía de Tinder

En ese momento de búsqueda, Carlos Pierre encontró un artículo en de una chica estadounidense con su mismo problema. La muchacha en cuestión estaba usando el Milanuncios de la región, Craigslist, y tenía el mismo problema que todos: no podía conocer a ciencia cierta a sus futuros compañeros de piso. Al final del día recibía 50 llamadas de desconocidos de los que sabía nada de su vida. Cansada de la situación, colgó el anuncio de la habitación vacía en Tinder y a los pocos días ya tenía compañero.

"Lo interesante de este artículo fue ver que era necesario enfocarse en los perfiles personales y en la forma de conectar personas. Porque el tema de las llamadas y los anuncios clasificados ya está un poco obsoleto".

Pese a la fecha en la que estamos, el sector inmobiliario, y concretamente el del alquiler, sigue utilizando técnicas de finales de siglo. Nunca mejor dicho. Si en un principio se utilizaban los contactos locales para alquiler una habitación, luego llegaron los portales inmobiliarios que funcionaban como portales de anuncios sin llegar más allá. Con esta tesitura, y habiendo tomado como referencia la experiencia de la chica en Estados Unidos, Carlos dejó su aburrido trabajo y, en 2015, fundó lo que hoy se conoce como Badi.

Una app móvil en la que, como en Tinder, sólo hay que registrarse con los datos de Facebook. Y en la que, como en Tinder también, utiliza la API de la red social para comprender nuestros gustos y aficiones. De esta forma se puede publicar una habitación o buscar compañero de piso filtrando por edades, aficiones o todo lo que su Facebook disponga. Y, volviendo a la similitud de red social de ligues, también da la opción de hacer un match. Si oferta y demanda se unen se abre la opción automática de tener un chat privado y concertar la cita para la visita del piso. Esto de momento, pero como comenta Carlos a Hipertextual, "en los próximos meses añadirán la opción de tener un calendario para gestionar las visitas y valorar las entrevistas de los posibles inquilinos". Lo que sea para que el proceso de selección sea mucho más sencillo.

A diferencia que Spotahome, que ejerce un control absoluto sobre el proceso de alquiler de un piso completo, Badi confía en el laissez faire de sus propios usuarios. Ellos no tienen relación con los propietarios de los pisos, puesto que sólo son un marketplace, pero "existe la posibilidad de contactar con ellos en caso de necesitarlo". Tampoco pueden controlar el precio de los pisos que se ofertan, pero como ocurre en BlaBlaCar, la oferta y la demanda hablan por sí mismas: nadie pondrá un precio demasiado bajo porque perdería dinero, ni demasiado alto porque nadie recurriría a él. Donde sí pueden hacer presión es en el tema de la oferta de pisos: "Controlamos que las habitaciones que se están publicando sean reales y que las que están sean activas. Es decir, que si recibe solicitudes es que están para alquilar. Si no se contestan, la habitación se quita de publicación".

Después de casi dos años, ya cuentan con casi 300.000 descargas, más de 1.000 matches diarios, 4.000 solicitudes de alquiler al día y, hasta la fecha, se han registrado 20.000 pisos en la plataforma en España. De todos estos, hay un equilibrio del 50% entre chicos y chicas, normalmente mayores de 27 años; ellos prefieren vivir con chicas y ellas con chicos.

Todo esto, lógicamente, lo saben ahora. Porque al principio todo se hacía de forma muy rudimentaria precisamente porque no había mucho dinero con el que jugar. En un entorno en el que la oferta es básica había que lograr el mayor número de pisos en el menor tiempo posible.

"Lo que hicimos fue coger los anuncios de clasificados de todas las plataformas y nos pusimos en contacto con todos los anunciantes explicándoles qué era Badi".

De esta forma, en sólo un mes lograron casi 400 pisos activos en Barcelona. A las tres semanas, y a través del marketing online, dieron entrada a la segunda parte del equipo: la demanda.

Encuentros en la tercera fase

Encontrar la oferta, buscar la demanda y darse a conocer con su nueva experiencia de usuario a la hora de alquilar piso forman parte de la primera y segunda fase de Badi. La tercera está por llegar: la de la monetización.

Sin datos sobre ingresos ni beneficios, porque no los tienen, el objetivo de Badi es crecer lo máximo posible y en el menor tiempo posible. Pero aunque no generen ningún ingreso saben que en algún momento tienen que empezar a generarlos. Principalmente porque los inversores tienen unos tiempos establecidos: la cultura que le ha valido a Wallapop a la hora de servir como modelo de tipo de negocio no se ha podido trasladar al tema de la monetización. Tiene que haber un plan:

"Obviamente si le vamos al inversor diciendo que no nos importa monetizar se va a ir corriendo. Lo importante creo que es saber exactamente todas las opciones de monetización que hay y proyectarlas bien. Conocemos todos los modelos y todas las opciones que hay".

En este caso parece ser que vendrán por la parte de los pagos o, como ellos le llaman, de controlar la tercera fase: la de los contratos y los pagos. A través de contratos digitales y la intermediación del primer pago una vez sellado el acuerdo, Badi quiere llevarse ese pequeño porcentaje de la primera cuota. En un país en el que la media de alquileres por habitación ronda los 350 o 400 euros, ellos quieren llevarse un 5% de cada una de ellas.

Pero, de momento, su supervivencia se justifica por la existencia de inversores. La primera ronda llegó en enero de 2016 con Mangrove Capital, Didac lee y Marc Ingla detrás; la segunda sólo unos meses después, en febrero, de un millón de euros de nuevo con Mangrove financiando. Ahora, nos adelantan, están a punto de cerrar la tercera ronda que, aunque no se puede saber el importe, sí que anuncian que será por algo más que el de la segunda. De nuevo Mangrove apoyará a Badi, junto con un grupo de inversores internacionales que muy probablemente incentivarán una expansión internacional a Italia, Reino Unido o Francia.

A todo esto hay que sumarle sus acuerdos de Media for Equity con Atresmedia en España y, en un futuro cercano, la misma estructura en Italia. Según Carlos, "supone un gran esfuerzo en temas de porcentaje de la compañía, pero que merece la pena". Especialmente en España, donde la televisión funciona mejor que en el norte de Europa por su altas cuotas de pantalla, menos canales y precios más asequibles. En el sector del real state salir en el medio por excelencia funciona y mucho porque, ante todo, te da a conocer ante la masa.

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