Pebble

El miércoles 7 de diciembre se hizo oficial lo que ya se sabía: Fitbit compra Pebble para intentar mejorar su posición en el mercado y, suponemos, hacerse con el equipo de desarrollo de la compañía.

Llamó la atención el monto de la adquisición, apenas 40 millones de dólares, una cifra paupérrima para una compañía de hardware que cuatro años atrás actuó como parte-aguas de la industria de los wearables. Los motivos, claramente, se deben a la complicada situación económica en la que se encontraban, un mero reflejo de la mala calidad de sus dispositivos, y un sistema operativo insuficiente. Pebble se convirtió demasiado rápido en el Blackberry de los smartwatches.

Lejos quedan los tiempos de hacer decenas de millones de dólares por medio del crowdfunding para vender relojes y grandes ofertas de compra. La primera campaña buscaba 100 mil dólares y recaudó 10 millones de dólares. La campaña del Pebble Time buscaba obtener 500 mil dólares y obtuvieron un poco más de 20 millones de dólares. Esto levantó la atención en la compañía y tal vez un poco de soberbia: el año pasado rechazaron una oferta de compra de 740 millones de dólares por parte de Citizen.

“Conformarse” con 40 millones de dólares viene con condiciones y perjuicios, no para el fundador de la empresa o muchos de los empleados que seguirán con trabajo en Fitbit, sino para los millones de consumidores que confiaron en la compañía.

A partir del miércoles 7 de diciembre Pebble deja de ofrecer garantía a los dispositivos. Si tienes uno de sus relojes, se avería y lo compraste hace menos de un año, te quedas abandonado. La marca no lo va a reparar.

También retiran cualquier tipo de soporte a clientes. ¿Tienes un problema? No hay nadie de la compañía que pueda atenderte. Usuarios expertos acudirán a foros, usuarios que no tienen tantos conocimientos técnicos y que apostaron por la marca, también quedan abandonados.

¿Los relojes Pebble tienen bugs y fallos de software? La compañía anunció que no desarrollarán más actualizaciones de software, es decir, desde Fitbit no darán soporte continuado para mejorar o arreglar problemas de dispositivos existentes.

Pero la mayor estocada de Pebble a sus clientes: en el futuro sus dispositivos podrían hacerse inservibles, o al menos algunas cosas dejarían de funcionar, en particular aquellas que dependen de los servidores de la empresa.

El discurso del emprendedor que logra vender su empresa es bonito e inspirador, pero son palabras vacías si en el proceso perjudica a los clientes que confiaron en el producto y en los valores de la compañía, eso es exactamente lo que ha hecho Pebble.

…y Fitbit, no haciéndose responsable de los clientes de la empresa que acaban de comprar, también.

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