Hay ciertas historias que hablan de periodos históricos y, como tal, hemos dado por sentado que son ciertas, sin embargo, muchas veces han sido inventos o bien de la cinematografía y literatura o bien de las propias personas que, con el paso del tiempo, lograron acuñar versiones falsas por encima de las reales. Hoy hablamos de algunas de ellas.
Las pirámides no eran construídas por esclavos
Es típico ver en las películas a malvados egipcios aplicando severos latigazos a esclavos mientras estos construyen las enormes pirámides a paso forzado, arrastrando enormes piedras sobre troncos cuesta arriba de sol a sol. Sin embargo, las pirámides de Egipto fueron levantadas por hombres libres. Eran obreros, un oficio duro pero remunerado.
Zahi Hawass, uno de los más célebres egiptólogos del mundo, encontró unas tumbas con los esqueletos perfectamente conservados (pocas, lo que implica muerte natural no maltrato en masa) y en base a su análisis, sostiene que eran muy bien tratados. Se les enterraba al lado de la pirámide, siguiendo las antiguas creencias egipcias (en posición fetal, con la cabeza hacia el oeste y los pies hacia el este y con vasijas con comida en las fosas). Construir las tumbas al lado de la pirámide del rey, indica que esta gente no era esclava, pues no los habrían enterrado de una forma tan honorable si se tratara de esclavos. Además, se han encontrado en las paredes rayados hechos por trabajadores que indican que se hacían llamar “amigos” del faraón.
Juana la Loca no estaba loca
Juana I de Castilla, más conocida como Juana la Loca, fue reina desde 1504 hasta su muerte, pero en 1506 —tras fallecer su marido, Felipe I el Hermoso— fue apartada del poder por su padre, Fernando el Católico, con la excusa de que sufría trastornos mentales. Sin embargo, la mayoría de los historiadores coinciden en señalar que la castellana fue una víctima de las ambiciones de su padre, de su esposo y después de su hijo Carlos I, quienes se ocuparon de mantenerla encerrada en Tordesillas (Valladolid) hasta su muerte, cuarenta y seis años después. Su hipotética locura, que bien pudo ser solamente de carácter transitorio a causa de la muerte de muchos seres queridos en poco tiempo, se debe a la imagen que dio durante el cortejo fúnebre que llevó el cuerpo de su marido por buena parte de Castilla, claramente afligida. No obstante, no hay documentación de sufrir ningún tipo de trastorno mental real.
No se sabe si Arturo existió pero es seguro que nunca fue rey
Nadie sabe exactamente si el rey Arturo, el literario, realmente existió, lo que sí se sabe es que nunca hubo un rey de Inglaterra que se llamara o tomara el nombre de Arturo: los textos más antiguos en que es mencionado no se refieren a él como «rey», sino como «dux bellorum» ('jefe militar').
Entre quienes creen que existe un personaje histórico que originó la leyenda de Arturo se han propuesto diferentes alternativas. Algunos autores opinan que el posible candidato más aceptado es un general romano llamado Lucio Artorio Casto (Lucius Artorius Castus), nombrado prefecto para defender Bretaña de los bárbaros y que vivió en el siglo II de nuestra era; pero otros consideran que desde su origen fue un personaje ficticio, mítico, tal vez incluso una deidad céltica semiolvidada, lo que es seguro es que nunca fue "el rey Arturo" que nos contaron.
Los vikingos jamás llevaron cuernos
¿Podríais imaginaros hoy en día un disfraz de vikingo sin su característico casco con cuernos? Pues la verdad es que en múltiples investigaciones arqueológicas llevadas a cabo, no se ha podido demostrar ni se ha encontrado ningún tipo de evidencia que confirmase que los cascos de los vikingos llevasen dos cuernos. Es verdad que la sociedad vikinga era violenta; en casi todas las tumbas de varones se han encontrado armas: espada, escudo, lanza, hacha y arcos con flechas. Pero los yelmos y armaduras que llevan los vikingos de los grabados modernos no aparecen en los hallazgos arqueológicos. Concretamente los cascos con cuernos, no se han encontrado jamás.
Todo parece indicar que origen de esta errónea idea fueron unas ilustraciones para un poema épico del siglo VIII, 'La Saga de Frithiof', realizadas en 1820 por el pintor sueco Gustav Malstrom, quien quiso plasmar a estos temidos guerreros escandinavos dándoles una imagen lo más violenta posible, casi demoníaca, y los cuernos eran una buena solución.
Cleopatra no era extremadamente guapa, ni siquiera era egipcia
Cleopatra pertenecía a la dinastía ptolemaica. Fue la última de esta dinastía, de origen griego, que gobernó Egipto después de Alejandro Magno. Su familia en realidad hasta se negó a hablar egipcio durante todo el reinado y se presupone usaban traductores, ella era a única que sabía el idioma.
Cleopatra heredó el trono en el año 51 a. C., cuando tenía 18 años. La idea falsa sobre su nacionalidad puede haber surgido de la forma en la que se representó a sí misma en público —como la reencarnación de Isis, una diosa egipcia— y como se la retrató después en la cinematografía y literatura (con rasgos étnicos egipcios que no tenía). También se le ha atribuido una belleza excepcional; sin embargo, grabados y dibujos hallados dan testimonio de que su encanto radicaba en su personalidad más que en su aspecto físico. Sus rasgos faciales eran más bien imperfectos, por ejemplo, con una prominente nariz.