Destruir suele ser más fácil que construir. Puedes pasar toda tu vida estructurando tu reputación política, solo para verla pulverizada en un segundo, como le pasó al desafortunado Howard Dean. Gastar años de esfuerzo haciendo un edificio para que colapse durante un terremoto de diez segundos de duración. Sin embargo, en la filosofía tenemos la ventaja de que podemos destruir una creencia errada primero, para después comenzar a construir, como se debe, un sistema de proposiciones. En el artículo pasado (lectura recomendada antes de dedicarse a este) expusimos los argumentos más contundentes contra el libre albedrío. Ahora que ya sabemos que la libertad no es algo dado ni obvio, podemos empezar a idear una base sólida para nuestros nuevos pensamientos.
Le agradezco a los individuos que reaccionaron en Facebook con una carita enojada, lo que simbolizaba una petición para este artículo de refutación es bueno saber que existe interés de las dos partes por investigar estos temas, lo que me motiva a escribir muchos más artículos de este tipo en el futuro. Ahora, vamos a ello.
5. La filosofía busca la verdad desde la razón, la lógica y la intuición. La teología lo hace a través de la fe
El hombre que brilla que ven arriba es Santo Tomás de Aquino, el filósofo y teólogo más celebrado de todo el cristianismo y de la época medieval en general. Fue el encargado de fundamentar su religión por medio de interpretar a Aristóteles, principalmente, y tomar algunos conceptos esenciales de Platón. Rechazaba las respuestas fáciles que muchos religiosos daban a las cuestiones filosóficas.
Al enfrentarse a problemas como el de la existencia del libre albedrío, Santo Tomás los abordaba desde una óptica particularmente teológica, por su intensa fe en Dios. Así, Etienne Gilson cuenta en "La unidad de la experiencia filosófica" (capítulo: Teologismo y Filosofía) que Aquino afirmaba que los asuntos que conciernen a Dios (que se encuentra fuera del tiempo y el espacio y es inmaterial) no pueden juzgarse con instrumentos racionales como la lógica. Intentar resolver un aparente problema teológico (como la incompatibilidad entre Dios y el libre albedrío), exclusivamente desde la filosofía es un error. En la teología, lo que vale es la fe. Si se intenta aplicar la razón a la teología es claro que no comprendemos la verdadera naturaleza de esta disciplina.
Por este motivo, los juicios que hacíamos en el artículo anterior acerca de que el libre albedrío no puede existir junto a un ser omnipotente y omnipresente, tienen sentido desde el terreno de la lógica y la racionalidad. Pero, según el cristianismo, Dios se encuentra fuera de nuestra comprensión racional. Por tanto, ambos conceptos pueden ser compatibles después de todo, solo que nosotros, como seres materiales y finitos, solo podemos entender a Dios desde la fe.
4. Según Albert Einstein, el universo es completamente determinista. Sin embargo, a nivel molecular, parece ser lo contrario
Contrario a el determinismo absoluto que sostenía Albert Einstein, los mayores exponentes de la física cuántica, nos referimos a Werner Heisenberg (con su principio de incertidumbre) y Niels Bohr (con su regla de nacimiento), afirman que el universo es indeterminado, ya que es imposible predecir la posición de una partícula cualquiera. La ubicación de estas es naturalmente azarosa.
Los científicos que concuerdan con la interpretación de Copenhage, afirman que los constituyentes básicos de la materia se comportan de manera no determinista. Lo que significa que muchos procesos cuánticos son imposibles de medir con precisión. Así, muchos piensan que existe una propiedad ontológica inherente, que no podemos medir aún, que permite este azar.
Esto tiene grandes implicaciones para el debate del libre albedrío, ya que dicha propiedad podría constituir la causa material que es responsable por la libertad con la que cuentan los humanos. Noción que incluso se podría extender a otras criaturas vivas.
Los neurólogos Bjoern Brembs y Christof Koch piensan que las bases del libre albedrío se encuentran en los procesos termodinámicos aparentemente espontáneos que ocurren en nuestro cerebro. Quizás algún día podremos confirmar empíricamente que contamos con los mecanismos biológicos necesarios que dan origen a la libertad.
3. La única manera de que exista el libre albedrío no es la abolición del principio de causa-efecto. Jürgen Habermas afirma que la evolución pudo haber sido responsable de dotarnos con la habilidad de decidir
Muchos creen que la única manera de que pueda existir algo como el libre albedrío es que creamos en una especie de alma inmaterial, libre y tomadora de decisiones. El filósofo alemán Jürgen Habermas piensa que hay una alternativa a esto.
Como expone en "Entre el naturalismo y la religión" (capítulo: Naturalismo y Religión-apartado: Libertad y Determinismo), su argumento consiste en que los seres humanos somos el producto de billones de años de evolución. Proceso biológico responsable de elaborar maravillas para adaptar a los seres vivos a su entorno. Considerando nuestras excepcionales capacidades humanas; no sería muy descabellado creer que, durante todos esos siglos, la naturaleza nos proporcionó de algún mecanismo epistemológico que nos permite evaluar diferentes escenarios, usando la razón, y luego decidir acorde a nuestros propios motivos.
Según Habermas: "La explicación científica que se nos ofrece sobre la determinación de nuestros actos según leyes naturales no puede cuestionar seriamente la autoconciencia, anclada en la intuición y acreditada en la práctica, de los actores capaces de responsabilidad". Si algo tan vital como la libertad de la voluntad puede reducirse a una simple ilusión. Entonces ¿cómo podemos estar seguros que todas nuestras percepciones no son un engaño? Si empezamos a dudar tan drásticamente de nuestra subjetividad y experiencias, escogeríamos un camino traicionero que seguramente nos llevaría al post-modernismo.
Llama a su innovador método "naturalización del espíritu". Con este busca fundamentar el libre albedrío de manera realista y material. Alejándose de conceptos dudosos que podrían causar desconfianza en el contexto de las ciencias.
2. A pesar de ser un neurólogo prominente, los argumentos que expone Wolf Singer no cuentan con las pruebas empíricas que necesitan para ser válidos
Debemos agregar que estos también van en contra de la intuición y del sentido común, sin ningún atisbo de modestia. Singer argumenta su posición como si ya hubiera confirmado sus postulados, lo que ni siquiera ha tratado de hacer. Este también ignora el esclarecedor ensayo de Peter Strawson "Libertad y Resentimiento"; el cual enuncia, con impresionante lucidez, que no es necesario tener por seguro si el libre albedrío existe o no para saber si nuestras prácticas penales tienen sentido. Strawson dice que existen una serie de actitudes y sentimientos que los seres humanos expresan a raíz de una injusticia que legitiman nuestras acciones posteriores. Una respuesta mucho más sabia que la que ofrece el alemán.
Algunos argumentarían que los experimentos de Benjamin Libet prueban que el cerebro decide por nosotros, pero la constitución de dicho ejercicio fue tan simple, que dejó fuera de consideración varios aspectos importantes: la razón porque los participantes accedieron a participar en el experimento, sus ganas de complacer a los experimentadores, los hábitos que condicionaron su llegada al lugar de experimentación (puntualidad, intencionalidad, prioridades.), etc.
Wolf Singer da por sentado que los seres humanos conllevan una complejidad tanto psicológica como existencial en su ser. Por tanto, los individuos que conforman la humanidad no son solo primates avanzados, sino que cuentan con una identidad propia que los caracteriza como especie.
Uno esperaría que, por sus importantes implicaciones, si los argumentos de Wolf Singer fueran tan convincentes, sus camaradas neurólogos fueran propensos a seguirlo en masa. Sin embargo, esto dista de la realidad. Cuando Singer publicó sus populares postulados, pocos compartieron sus opiniones.
Cornelius Weiller, un experto en neurología de la Universidad de Hamburgo, afirmó que no se sabía suficiente sobre el tema en general, para llegar a las conclusiones que defiende Singer. "Debemos analizar contundentemente las proposiciones que atenten contra la intuición de manera tan irreflexiva".
1. Considerar que nuestros pensamientos son solo meros estados cerebrales-físicos es una reducción tremenda de la realidad
Imaginen que se encuentran en el lugar del individuo de la foto de arriba. Experimentando en primera persona los alucinantes paisajes que ofrece Islandia. Ahora, piensen en todos los elementos que componen ese ambiente: la variedad de colores, el viento rozando sus rostros, el concierto de los animales nocturnos, la esencia de la naturaleza, etc. ¿Piensan que todo esto puede reducirse a simples impulsos eléctricos que viajan por el cerebro, percibiendo el paraíso que tiene ante los ojos? ¿No? Pues el neurólogo y filósofo británico Raymond Tallis estaría de acuerdo con ustedes.
En su excelente libro "Aping Mankind", Tallis argumenta que, al observar el cerebro de alguien a través de un escáner avanzado, el neurólogo solo puede ver la actividad neurológica desde su perspectiva, banalizando completamente el punto de vista del sujeto. Así, no hay nada acuoso en la reacción cerebral de alguien que percibe, por ejemplo, el correr de un río. Ni nada amarillo en la reacción cerebral de alguien que percibe el color amarillo en, digamos, un atardecer. Las representaciones fisiológicas no abarcan la totalidad de la complejidad de nuestro pensamiento. Si tienen tiempo, escuchen su charla sobre el tema, no tiene desperdicio.
Si individuos como Wolf Singer tuvieran razón, esto significaría que, por ejemplo, una experiencia podría ser programada en la mente de alguien de manera tan realista que no podría distinguir el escenario de la vida real. Pero si el sujeto de estudio nunca, por decir algo, ha visitado una playa, será imposible programar la experiencia de estar frente al mar en su cerebro. La experiencia subjetiva es sumamente importante para nuestro entendimiento del mundo.
Si nos encontráramos en una situación similar a la expuesta en la película "The Matrix", las máquinas solo podrían producir escenarios de acuerdo a nuestras experiencias previas. Una red neuronal universal sería completamente imposible.
Reducir la complejidad de la conciencia a meros impulsos eléctricos es algo necio y contra-intuitivo. Evidencia una profunda falta de comprensión de dicho fenómeno. Así, afirmamos que los estudios neurológicos de este tipo deben considerar muchos más factores que solo los impulsos eléctricos medidos a través de escáneres, para que sus investigaciones puedan tener alguna relevancia filosófica o social, más específicamente, en el debate sobre la existencia del libre albedrío.
La combinación de ambos artículos sobre la naturaleza del libre albedrío, exponiendo los argumentos de cada lado, constituye una buena introducción a este denso debate. Si les interesa leer más artículos sobre temas filosóficos, háganoslo saber en los comentarios de Facebook. También apreciaríamos que comenten sugerencias acerca de los tópicos específicos, referentes a la filosofía, que les interesen en particular.