Una de las fantasías recurrentes del ser humano es la colonización de planetas fuera de la Tierra. Tras el lanzamiento exitoso de robots exploradores como Curiosity, e iniciativas como la presentada por Elon Musk, llegar a Marte ha dejado de ser una utopía. De momento, sólo la NASA ha conseguido aterrizar en el planeta rojo. Pero Europa y Rusia están a punto de hacer historia.
La misión ExoMars 2016, impulsada por la Agencia Espacial Europea (ESA) y el Roscosmos ruso, despegó el pasado mes de marzo desde el cosmódromo de Baikonur (Kazajistán). Tras recorrer los 496 millones de kilómetros que separan a la Tierra del planeta rojo, ambas organizaciones están a punto de realizar las primeras maniobras de entrada atmosférica y descenso en Marte. No será fácil. Pero sí muy rápido, ya que el aterrizaje tendrá lugar en sólo seis minutos.
Seis minutos para aterrizar en Marte
La ESA ha publicado un vídeo en el que explican cómo será el descenso en tiempo real. Las entidades europea y rusa disponen de una única oportunidad para que el aterrizaje sea exitoso. Seis minutos que, a buen seguro, serán eternos. Durante los primeros sesenta segundos, la sonda Schiaparelli realizará la entrada en la fina atmósfera marciana con una rapidez que produce vértigo. Su velocidad inicial será de 21.000 kilómetros por hora.
Según la información publicada por la ESA, el módulo recorrerá algo más de cincuenta kilómetros en apenas dos minutos. Cuando haya descendido sólo un minuto y medio, Schiaparelli experimentará las temperaturas más elevadas que soportará durante todo el viaje, de las que se protegerá mediante una especie de "escudo térmico" especialmente resistente. Durante esta etapa, la sonda desacelerará gradualmente hasta situarse a once kilómetros de altitud, un punto en el que desplegará un paracaídas para disminuir su velocidad hasta los 1.650 kilómetros por hora. Schiaparelli activará su radioaltímetro y velocímetro para ir enviando datos sobre su posición por encima de la superficie del planeta rojo.
En la última fase de aterrizaje, cuando la sonda esté a sólo once metros del suelo, se encenderá el sistema de propulsión y se apagarán los motores. Así conseguirá reducir su velocidad hasta los 7 kilómetros por hora. El módulo dispone de una estructura espacial en su base para reducir los daños al golpearse contra la superficie marciana. Si todo va bien, la sonda europea y rusa habría aterrizado en Meridiani Planum, un rincón de Marte que interesa a los científicos porque presenta una capa de hematita, que en nuestro planeta se forma en presencia de agua líquida.
Por desgracia, Schiaparelli tendrá una vida corta ya que no dispone de baterías adicionales ni posibilidad de recargarse. Según los cálculos, el módulo sobrevivirá entre dos y cuatro días marcianos –un día en Marte dura 24 horas y 37 minutos, según la ESA–. El motivo es que Europa y Rusia tienen como objetivo probar la tecnología de entrada atmosférica y descenso en el planeta rojo durante esta parte de la misión. En ese breve período de tiempo, la sonda recabará toda la información posible acerca de la velocidad y dirección del viento, la humedad, la temperatura o los campos eléctricos desde su localización, además de otros datos de interés que recopile durante el aterrizaje.
De forma paralela al descenso de Schiaparelli, la misión ExoMars 2016 procederá a la inserción del instrumento Trace Gas Orbiter (TGO) en la órbita del planeta rojo. El objetivo de esta nave será estudiar la composición gaseosa de Marte y determinar la presencia de metano. En la Tierra, el gas es producido en un 90% por organismos vivos, lo que intriga a los científicos. En el caso marciano, se encontraron trazas de este compuesto químico en tres regiones diferentes, Terra Sabae, Nili Fossae y Syrtis Major.
En palabras de Miguel Ángel López Valverde, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), "no se preveía la existencia de metano en Marte y los mejores modelos físicos con los que trabajamos no lo explican". De ahí que, además del aterrizaje de Schiaparelli, la misión ExoMars 2016 deba cumplir otro importante objetivo: discernir si el metano es fruto de una hipotética actividad biológica o no. En caso contrario, este compuesto químico podría proceder de procesos geológicos como la oxidación del hierro, la transformación del olivino en serpentina, la presencia de volcanes activos o la desestabilización de clatratos –hielos que contienen gas en su interior–. El mayor misterio sobre Marte está cerca de ser resuelto.