trucos para netflix

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Netflix quiere que, a lo largo de los próximos años, su catálogo lo conforme más de 50% de contenido propio. A pesar de que pueda parecer que ese número es algo menor, lo cierto es que se trata de una cantidad enorme de contenido. Por ponerlo en contexto, a cierre de 2015 la compañía tenía en su catálogo unas 450 horas de contenido propio, frente a las aproximadamente 600 horas que tiene a día de hoy.

Pero ¿por qué quiere Netflix llenar su catálogo de contenido propio? Muy sencillo. Hay varias razones por las que el tener contenido propio de calidad, además de suponer un atractivo, permite a la compañía llenar el vacío que han propiciado las cableras en el nuevo mundo del streaming.

Es un movimiento más que interesante, sobre todo si tenemos en cuenta que la mayoría de contenido propio de Netflix no es, estrictamente, propio. La compañía ha utilizado el modelo de las cableras para producir su contenido: una mezcla de contenido de propiedad y producido por Netflix en colaboración con otras coproducciones y adquisiciones, sobre todo en contenido local; esto ha permitido a la compañía reducir los costes de producción del contenido, que es su mayor línea de coste e inversión.

Lógicamente, el paso era el esperado. Por un lado, los royalties de licencia de contenidos de terceros le cuestan a la compañía una buena parte de su cuenta de resultados, y por otro, la necesidad de negociar por separado cada uno de los contenidos en cada uno de los países lo convierten en una tarea titánica, que en muchas ocasiones no compensa por tratarse de contenido poco actual que no termina de aumentar la conversión entre los usuarios locales.

Otro de los motivos más importantes reside en el hecho de que algunos países de la Unión Europea están presionando para que a corto plazo servicios como Netflix o Amazon Prime sean considerados bajo el mismo paraguas que los canales de televisión tradicionales. ¿Por qué? Fácil, la presión está relacionada con el hecho de que las productoras de contenido tradicional tienen que mantener unas cuotas fijas de contenido producido de forma regional, y evitar colapsar la oferta con importaciones extrajeras.

Por ejemplo, en Francia, la ley obliga a que Netflix reserve el 60% de su catálogo a producciones europeas. Y esto se suma a lo anterior. La propuesta de la comisión pasa por, además de imponer cuotas, también quiere eliminar los geobloqueos que impiden ver un catálogo diferente al de la residencia física del usuario, por lo que el problema de la cuota también se adhiere la negociación de los royalties para hacerlos extensibles a todo el territorio nacional, algo que no es ni tan sencillo ni tiene el visto bueno de los propietarios de los mismos.

La respuesta de Netflix no se hizo esperar, pero lo cierto es que la compañía se ha debido de pensar el asunto al ver que la propuesta de la comisión ha seguido adelante:

"El enfoque de la política europea para los medios de comunicación audiovisual debe incentivar la producción de contenidos europeos y no imponer cuotas a las emisoras u otros proveedores"

Pero hay razones más allá de las presiones del mercado. Lo cierto es que el mercado de streaming está experimentando una disminución del coste de producción por el creciente número de oferentes, por lo que es más barato tomar riesgos, que sumado al aumentos de los usuarios, diluye enormemente el coste de fracasar por un contenido, sabiendo que un buen contenido siempre generará más beneficios que pérdidas genera un fracaso a medias.

A día de hoy, Netflix ha demostrado que sus propuestas ofrecen una gran libertad creativa, y hasta ahora, sus éxitos son menores que sus fracasos, y esta es la principal garantía por la que la compañía quiere apostar por su contenido. Al fin y al cabo es la única forma de ganar la batalla del usuario.

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