Enésima vuelta de tuerca en el caso de las balas perdidas que amenazan a los científicos de Cantoblanco. José Manuel López Baile, portavoz de la Federación Madrileña de Tiro Olímpico, rechaza que los proyectiles procedan del Club de Tiro anexo al campus de la Universidad Autónoma de Madrid y "reta a cualquier persona a que demuestre su origen". Asimismo, la entidad que aglutina a los tiradores madrileños señala en declaraciones a Hipertextual que "alguien ha dejado un rastro de proyectiles como si fueran miguitas de pan". Preguntado por el interés que podría haber en "colocar aposta" las balas, López Baile dice que puede haber "alguien interesado en que el club de tiro se vaya para ocupar sus espacios".
La segunda hipótesis que baraja la Federación Madrileña de Tiro Olímpico es la posibilidad de que los proyectiles hayan sido disparados por cazadores furtivos en las proximidades de Cantoblanco. López Baile comenta a este medio que los alrededores son "muy frecuentados por jabalíes, que atraviesan la carretera de Colmenar en busca de trufas". Estos animales, según su versión, podrían estar siendo tiroteados por batidores, que al disparar podrían haber alcanzado al edificio que ocupan el Instituto de Física Teórica (IFT) y el Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT), centros pertenecientes a la Universidad Autónoma de Madrid y al CSIC.
"Pretenden estigmatizar el tiro olímpico"
El portavoz destaca que se trata de una "federación centenaria" y que las noticias de los últimos días sobre el caso Cantoblanco sólo pretenden estigmatizar un deporte olímpico como el tiro. "Hay que resaltar que la primera medalla olímpica para España vino de este deporte", resalta López Baile, quien califica como "episodios desagradables creados aposta" los sucesos ocurridos en los últimos días. El primero en denunciar los disparos que amenazaban a los científicos fue Manuel de León, el matemático que halló 18 balas en menos de cinco minutos. El antiguo director del centro de Matemáticas, que fue cesado por el CSIC tras un episodio de acusaciones cruzadas de irregularidades que ha sido judicializado, lamentó la falta de medidas para garantizar la seguridad de los trabajadores del IFT-ICMAT.
La Federación "tiene constancia de los proyectiles encontrados en el campus universitario", pero niega que procedan de sus instalaciones, que se abrieron en Cantoblanco en 1969. "Es un espacio cerrado y perimetrado", afirma López Baile en conversación telefónica con Hipertextual. El portavoz reconoce que hace unos años se implementaron una serie de medidas para "reforzar la seguridad" del club y no para evitar que las balas saliesen de sus instalaciones. Sin embargo, documentos a los que ha tenido acceso este medio demuestran que la propia Federación estableció una serie de controles, como alejar el área de tiro o colocar postes de madera como parabalas, con el fin de disminuir el riesgo de fuga de proyectiles. "El tiro y las armas están muy mal vistos", sostiene de forma tajante el portavoz.
Hipertextual se ha puesto en contacto con un experto en intervención de armas de la Guardia Civil, ajeno a la investigación de este caso, para conocer su opinión sobre los hechos. La fuente consultada señala que "si la galería está correctamente autorizada, no debería haber problemas de seguridad". A su juicio, por la distancia de 1,5 kilómetros que separa el IFT-ICMAT del club de tiro, los disparos sólo podrían haber sido efectuados con un rifle, nunca con un arma corta. Por las fotografías difundidas en los últimos días, parece que el impacto de las balas hubiera ocurrido siguiendo una trayectoria rectilínea, algo imposible si los proyectiles procedían del campo. En este segundo caso, las balas habrían seguido una trayectoria parabólica. De acuerdo con el especialista, no es la primera vez que se "siembran" proyectiles en los alrededores para causar miedo y hacer que un club de tiro deba abandonar el espacio en el que está situado.
Por otro lado, Ricardo Magaz, experto en criminología contactado por Hipertextual, califica el tema de Cantoblanco como "muy raro y extraño". En su opinión, sin haber acudido al lugar de los hechos, las tres hipótesis que se barajan pueden ser plausibles. "Si alguien ha sembrado las balas, se sabe rápidamente", afirma. Una teoría que no cuadra con las denuncias constantes que los investigadores han realizado desde 2012, elevando sus quejas al CSIC y a la UAM, propietaria de los terrenos del club de tiro. "Un proyectil que lleva mucho tiempo al aire libre tiene una apariencia diferente", comenta Magaz.
El especialista considera que "a no ser que se vulneren las medidas de seguridad ex profeso", es raro que los disparos procedan del club de tiro. A su juicio, la opción de los cazadores furtivos es otra hipótesis que deberán evaluar los expertos de la Policía Nacional y la Guardia Civil. El también directivo de la Sociedad Científica Española de Criminología coincide con el experto de la Benemérita al señalar que los tiros parecen haber sido efectuados por un arma larga como un fusil o un rifle.
Según Magaz, "es lógico que los científicos estén alarmados, especialmente si hay fallos de seguridad". Los riesgos laborales denunciados por el personal de ambos centros han llevado al CSIC y a la Universidad Autónoma de Madrid a tomar cartas en el asunto para solucionar el problema, aunque sea con cuatro años de retraso. "No es muy agradable" trabajar en esas condiciones, especialmente en el caso de individuos que no estén relacionados con temas de seguridad, asevera el criminólogo consultado por Hipertextual. De momento, la Guardia Civil ha abierto una investigación para esclarecer los hechos y determinar la procedencia de los proyectiles, primer paso para cerrar una polémica que lleva meses amenazando a los trabajadores del IFT-ICMAT.